Creo, por experiencia, que la gente discute, no por confrontar ideas y que cada cual aduzca y exponga sus mejores argumentos. En pocas palabras, la ... gente quiere que le den la razón; algunos en todo, y otros, en casi. Hay gente que cada mañana, cuando se despierta, piensa, no que ha venido a este mundo, sino que lo han transportado como a Elías en su carro, y que, por tanto, todo lo que salga de su párvula boca, tan dulce, tan sana, es casi decreto real del altísimo, el señor de los señores, el que regula la siembra y reparte la cosecha, y que él es su voz egregia. Y como son conscientes de la alta misión que les ha encomendado el de más allá, apenas escuchan al de más acá, sea su vecino, su familiar más cercano, o ese amigo, por muchos lazos que los unan. Porque solo uno puede ser portavoz, sumo sacerdote, y nadie más. Y la verdad sacrosanta no es transferible, ni negociable. ¡Qué sabrán ellos, por Dios!
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Leyendo a Clausewitz aprendimos que «la guerra es la continuación de la política por otros medios». Pero si le damos vuelta a la frase, como se le da a otras muchas cosas, sabremos que la política puede ser la continuación de la guerra por otros medios. Creo que en eso exactamente consiste la 'dialéctica', en griego 'técnica de la conversación', un 'tú a tú' y mira que los griegos conversaban, sobre lo divino y lo humano. Conversar es un arte, que está cayendo en desuso, según voy comprobando con la edad. Cuando dos se ponen a hablar, normalmente, no piensan en nada más que en dar suelta a sus reflexiones, ocurrencias, ideas, o lo primero que les venga a la mente, que, a veces, es como un bosque húmedo, y, otras, un terreno seco o en barbecho, y, alguna vez, nada. Sócrates definió muy bien, porque era sabio, en qué consiste el arte de la conversación. Cuando, de una conversación o diálogo, uno sale mejor persona de cuando la inició es que ha servido para su objetivo, que no es otro el enriquecimiento moral y espiritual de la especie. Cuando no, es que algo ha fallado, y es menester buscar la causa, para poder corregirla en otra ocasión, si la hubiere, claro.
Nadie puede tener la razón, porque la razón pura y exacta no existe. Existen razones, para seguir viviendo, para seguir añadiendo un instante a otro, un día a otro, un recuerdo a otro, un sentimiento a otro, para que el olvido no se coma a la memoria, que es débil y está indefensa, para que la música no se pare nunca, para que el amor y la amistad no se extingan.
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