El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, cerró ayer el curso político con un discurso basado en los éxitos económicos con el que intentó replicar la ... debilidad parlamentaria que sufre, como lo evidenció el último revés parlamentario sobre el decreto antiapagón. Sánchez desgranó los buenos resultados económicos como el mejor antídoto para resistir al tremendismo del PP. Es decir, apostó por un desaforado triunfalismo para combatir los mensajes hiperbólicos con los que el PP juega para erosionarle. Se centró mucho en el flanco económico y social, con un PIB que se sitúa en el 2,6% frente al 1% de media de la UE. Y arrojó cifras récord de empleo y de afiliación a la Seguridad Social. El balance 'optimista' de Sánchez apenas hurgó en los escándalos de corrupción que afectan al PSOE –aunque también al PP– y que son objetivos lastres que condicionan la legislatura, como admitió el presidente del PNV, Aitor Esteban, que insistía por la tarde en que quedan aún «muchas preguntas» de Sánchez por responder sobre el 'caso Koldo' que ensombrecen el paisaje y aconsejan la máxima prudencia.
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Mientras tanto, el presidente anunció que su intención pasa por llegar hasta 2027 para agotar la legislatura y presentar unos próximos Presupuestos. En el caso de que no sean factibles por falta de apoyos, los fondos Next Generation suponen una alternativa. A su vez, anunció que una parte del decreto antiapagón, el que afecta a las eléctricas, será aprobado directamente por el Gobierno sin necesidad de ser sometido al veredicto del Congreso. Todo ello estará acompañado de mucha pirotecnia política y de unas negociaciones ley a ley que serán cada día más complejas. Sánchez cede ante Sumar en el asunto de la ampliación de bajas por paternidad-maternidad y tira hacia adelante mientras el PP de Alberto Núñez Feijóo sigue anclado en un discurso frontal, convencido de que el desgaste es tan pronunciado que al Ejecutivo, contra las cuerdas, solo le queda permanecer poco tiempo en la agonía. Entre el optimismo exagerado del presidente y el pesimismo sobreactuado de su oposición, el ecuador del mandato se ve dislocado por la ferocidad del combate y una actitud de resistencia que distorsiona la necesidad de un debate de fondo sobre la viabilidad de la legislatura en unas mínimas condiciones. El dilema es si la polarización que Sánchez y Feijóo alimentan será suficiente o no para forzar un cambio de ciclo o si serán al final los ritmos de la Justicia los que marquen los verdaderos tiempos.
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