La difícil transición a una alimentación sostenible
Los cambios necesarios son tan grandes y los plazos deseados tan cortos que es probable que el avance esté jalonado de crisis como la que vemos ahora en Europa con las protestas de los agricultores
Durante la mayor parte de la historia los pueblos se han alimentado con lo que tenían alrededor, pero en las últimas generaciones la variedad se ... ha multiplicado. La alimentación del futuro seguirá reflejando los gustos personales y, cada vez más, las aspiraciones sociales. Entre ellas destaca la de una alimentación más sostenible. No cabe duda de que la producción sabrá dar respuesta a esta evolución. Sin embargo, los cambios necesarios son tan grandes y los plazos deseados tan cortos que es muy probable que el avance esté jalonado de crisis sucesivas como la que estamos observando ahora en toda Europa con las protestas de los agricultores.
Publicidad
En la nueva estrategia agraria europea la producción agraria debe modificarse sustancialmente y en pocos años. Es un cambio enorme y radical en todo el sector primario, y en todos los subsectores, en millones de explotaciones. El sector productor debe hacer cambios para los que se encuentra escaso de conocimientos y herramientas y cuyos resultados en cosecha y en ingresos son, como mínimo, inciertos. No solo eso, las subidas de costos por reducción de las subvenciones al combustible agrícola en varios países, la subida de costos de la mano de obra en España, el abundante papeleo, los retrasos en las subvenciones ..., añaden irritación.
La orientación deseada por Europa es acertada. El diagnóstico es unánime: El suelo fértil es limitado, está perdiendo su capacidad de producir alimento y, en zonas importantes, la erosión y la tendencia a la desertización es creciente. Se está reduciendo la población y diversidad de todo tipo de especies, algunas de ellas son claves para la producción de alimentos. El suelo no cumple una función de absorber el CO2, sino que es un emisor neto importante. Adicionalmente, los efectos de la subida de temperaturas y de la mayor irregularidad en la disponibilidad de agua añadirán presión sobre las adaptaciones necesarias. Es evidente que debemos modificar el modelo actual de producción y de consumo. Esta producción más sostenible ha adoptado un nombre atractivo: La agricultura regenerativa. Pero su aplicación práctica a cada una de las producciones agroganaderas está, en muchos casos, todavía en fases incipientes de investigación o de desarrollo técnico.
No hay una oferta abundante de formación y apoyos al sector, que deberían ser masivos dado el elevado número de explotaciones afectadas
La ecuación económica resultante para cada sector será la suma de efectos contrapuestos. En la agricultura, por ejemplo: La parte positiva es que este tipo de gestión de los cultivos y el suelo conlleva ahorros importantes de gastos (menos abonos, menos fitosanitarios) El impacto es más dudoso en otros aspectos: Las labores agrícolas serán diferentes, se evitará el arado y volteo de suelos, pero se promueve la plantación de especies cobertoras para reducir la erosión y para aumentar la diversidad de otras especies vegetales y animales, se dejará una parte del suelo en barbecho, se rotarán los cultivos... la maquinaria será diferente. Pero la parte más negativa es que todo parece indicar que la producción final por m2, y por euro invertido, será más baja que la actual, como ocurre con frecuencia en explotaciones ecológicas. Como consecuencia de todo ello, el costo por unidad de producto final, probablemente, sea más caro. Una menor producción podría ocasionar una mayor necesidad de importaciones. Lo cual acrecienta las inquietudes sobre el comercio con países menos exigentes con la sostenibilidad. Otra de las reivindicaciones de los manifestantes. Y adicionalmente, no hay una oferta abundante de formación, asesoramiento y apoyo al sector, que deberían ser masivos dado el elevado número de explotaciones afectadas, y que ayudarían a abordar el cambio. Tampoco hay recursos para soportar el inevitable tiempo de aprendizaje y errores.
Publicidad
El sector primario tiene una elevada dependencia de las subvenciones, representan por encima de la cuarta parte de la renta agraria. La nueva política agraria común las condiciona a que los productores den pasos hacia la agricultura regenerativa (además de imponer una importante carga administrativa a explotaciones generalmente muy pequeñas), una presión muy eficaz para que el sector cambie. Pero la política de subvenciones debería ayudar mejor al cambio y aliviar los costos y riesgos del mismo.
Estas tensiones no se producirán solo en el primer eslabón de la cadena alimentaria, sino en todos. La extrema competencia que existe no impedirá que el incremento de costos se convierta en mayores precios de la alimentación, pero sin mejorar los márgenes de ningún eslabón sino lo contrario, incrementando la tensión, como ocurre en toda etapa de inflación alimentaria.
Publicidad
Nos encontramos ante un nuevo momento crucial en el que todos los agricultores y ganaderos se enfrentarán a la necesidad de reinvertir y reconvertir su explotación para seguir con su proyecto y así responder a lo que la sociedad le pide. Pero, como ya ha ocurrido durante la última crisis de precios bajos de la leche, muchos, sobre todo los de mayor edad, solo continuarán si ven perspectivas suficientes y disponen de relevo generacional.
Suscríbete los 2 primeros meses gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión