Las válvulas del neoliberalismo

Jueves, 16 de marzo 2023, 06:39

El viernes colapsó el banco californiano Silicon Valley Bank (SVB), creado en 1983 en Santa Clara, y una vez más saltaron las alarmas en todo ... el sistema financiero internacional al dejar 'encallados' miles de millones de dólares de inversores y empresas. El fantasma de 2008 salía del armario y se volvía a mostrar en toda su magnitud aterrorizando, al menos 'aparentemente', a los poderes económico y político de planeta, y a la economía mundial.

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Claro que la voz de alarma había saltado ya el miércoles anterior cuando representantes de dicho banco, el número 16 por tamaño del país norteamericano, transmitieron la necesidad de recaudar 2.250 millones de dólares en nuevas acciones para cubrir las pérdidas del mismo. El pánico generó una fuga de más de 40.000 millones de dólares de sus depósitos, abocando a la entidad bancaria al cierre que los reguladores estadounidenses ejecutaron el viernes asumiendo el control de los depósitos de sus clientes.

La entidad bancaria quedó bajo la tutela de la Corporación Federal de Seguros de Depósitos (FDIC), una agencia federal independiente, creada tras el 'crash' bancario de 1929 para garantizar los depósitos y supervisar las instituciones financieras, y que ha podido proteger los depósitos que aún quedaban en el banco (unos 175.000 millones de dólares). Lo que hará ahora será liquidar los activos de la entidad para pagar a sus clientes. Por su parte, la Reserva Federal señaló que garantizaría todos los depósitos del banco para frenar en lo posible el 'terror' que se había generado y el lunes Joe Biden aseguró que el sistema financiero norteamericano estaba a salvo y que la FDIF garantizará la estabilidad del sistema, pero no la protección de los inversores.

El que estaba entre los 20 principales bancos comerciales estadounidenses se ha convertido en el prestamista más grande que quiebra desde la caída en 2008 de Washington Mutual, y no es una pequeña entidad financiera, como se nos está haciendo creer de forma interesada. El banco ofrecía servicios a numerosas empresas de tecnología y de atención médica respaldadas por fondos de riesgo de Estados Unidos, a la par que realizaba inversiones con los depósitos en efectivo que obtenía, concediendo y ampliando préstamos personales, en no pocas ocasiones imprudentes, a los fundadores de las empresas tecnológicas y a sus firmas.

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El banco se aventuró a la compra, supuestamente segura, de bonos del Gobierno estadounidense, pero con el incremento de las tasas de interés el pasado año por la Reserva Federal para controlar la inflación disminuyeron drásticamente su valor y comenzó a venderlos con pérdidas para hacer frente a la retirada de dinero por parte de sus clientes.

La incertidumbre financiera mundial es enorme tras el colapso del ya citado SVB al que se ha sumado el Signature Bank. ¿Estamos ante el espejo de lo acaecido en 2008 tras la crisis de Lehman Brothers o es algo más puntual? La insistencia argumentaria en este segundo sentido de los 'expertos financieros' y de los diferentes gobiernos, encabezados por el estadounidense, no nos ofrece gran fiabilidad. No sería la primera vez que nos engañan y quizás la situación que viven las diferentes bolsas europeas desde este lunes sea un botón de muestra de algo mucho más profundo y que no sólo justifica el pánico de los inversores. Sector tecnológico y criptomonedas son los principales afectados y no está de más señalar que los colapsos financieros siempre se inician con los más débiles o los más temerarios y que las ventas de bonos se están produciendo en otros muchos bancos.

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La actuación del Gobierno estadounidense, ¿es un rescate para blindar el sistema bancario y para evitar su quiebra? La intervención masiva realizada en 2008 para impedir su quiebra lo fue. Y recordemos que ello generó una carga desmesurada sobre las finanzas públicas y, por ende, sobre la vida de millones de ciudadanos. El empeoramiento, la degradación y el envilecimiento de la vida de millones de personas fue una realidad que se intentó ocultar tras una cortina de humo, aunque ha quedado grabada en la conciencia y en el rostro de todos los afectados.

¿Cómo se va a reconocer que estamos a las puertas de algo parecido otra vez? Ojalá no sea así y que lo acaecido en estas dos entidades financieras sea sólo una válvula de pérdida de presión de un sistema, el del capitalismo neoliberal, que cada vez las necesita en mayor medida para evitar la implosión.

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