En la próximas semanas nos hincharemos a hablar de un sinfín de disciplinas deportivas, de las que en buena parte no tenemos ni idea. Esto, ... lejos de dificultar la conversación global, la facilita porque opera igual que los idiomas: si chapurreas el inglés te entenderás mejor con otro que esté como tú que con un locutor de la BBC. Parlotear sobre las distintas pruebas de los Juegos Olímpicos no deja de ser otra disciplina deportiva.
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Por lo demás, los Juegos Olímpicos son un tema con tantas entradas que ni siquiera es necesario centrarse en las competiciones. Por ejemplo, puedes sacar a relucir el tema del dopajes: el primero documentado fue el del sueco Hans-Gunnar Liljenwall, positivo por alcohol en México '68 y que, efectivamente, confesó haberse tomado dos cervezas para aplacar los nervios. O explorar los límites del humor con lo de que no hay que mezclar política y deporte, pero la realidad es que apenas han comenzado los Juegos y ya hay gente anhelando que pase algo, que salgan mal, que algún incidente permita perorar sobre los peligros de que las cosas no sean ya como eran antes y de que todo haya cambiado.
Por de pronto, la ceremonia inaugural ya ha conseguido lo que todos sueñan y pocos consiguen: irritar y emocionar. Hubo varietés, lluvia y gente herida por la enfermedad. Algunos no han entendido que seducir al resto del mundo es tan sólo el segundo objetivo de los franceses: el primero es volverse a enamorar de sí mismos cada día como si fuera el primero. Dijo el Estado Islámico en su reivindicación de los atentados de 2015 que París era la «capital de la abominación y de la perversión». Ante semejante eslogan turístico, sólo queda decir «Inch'Allah».
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