Errenteria
Las rebajas también llegan al mercadilloLos vecinos de Oarsoaldea visitaron ayer las decenas de puestos habilitados en la Alameda atraídos por las gangas y promociones
Fiel a su cita semanal con los errenteriarras y el resto de vecinos de Oarsoaldea, el mercadillo tomó ayer la Alameda. El buen tiempo y las rebajas, que también han llegado a los puestos de venta ambulante, animaron la mañana del lunes.
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«¡Señora, mire qué vestidos tengo para ir a la playa o a pasear!», exclamaba una mujer desde el interior de un stand en el que se exponían incontables creaciones de moda de los más diversos estampados. Por solo 22 euros era posible llevarse diseños confeccionados con tela Vichy, otros ideados a base de geometrías inspiradas en las que ha hecho popular la marca Missoni y los que parecían más propios de invitadas a una fiesta ibicenca.
«¿Quién no tiene un pantalón por 10 euros?», comentaban dos amigas mientras curioseaba un perchero colocado en la vía pública repleto de lo que ambas no dudaban en calificar de «gangas». «Me voy a llevar un par de ellos», anunciaba otra visitante.
Los carteles anunciando promociones de verano salían cada pocos metros al paso de clientes, paseantes y curiosos: «Todo a cinco euros»; «Bragas sin costura. Una por dos euros. Tres por cinco euros»; «Liquidación por diez euros».
A pesar de que era difícil resistirse a las tentaciones que tomaban forma de prendas de ropa, calzado y los más diversos complementos, entre otras propuestas, las ventas eran «un poco tímidas». Así lo manifestaban varios habituales. «Se nota que mucha gente que viene normalmente al mercadillo aún se encuentra esta semana de vacaciones», comentaba uno de los vendedores. «A ver si en septiembre esto va a mejor», añadía el responsable de otro puesto.
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El ir y venir de clientela se interrumpía para probarse una chaqueta ante un espejo apoyado en el suelo. También para saludar a los conocidos y tomar algo en una terraza. «Hoy cuesta encontrar un sitio libre», decía una cuadrilla de amigos de mediana edad.
Con bolsas de la compra en la mano, los pasos se perdían en dirección a la calle Viteri, donde un grupo de música actuaba en directo. La mañana iba tocando a su fin. La Alameda comenzaba a vaciarse, aunque dentro de siete días el mercadillo volverá a repetirse en el mismo lugar.
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