La bestia de los circuitos
El Porsche 917, el mejor coche de carreras de la historia, vio la luz hace 50 años en el Salón de Ginebra
Doce cilindros, 4.494 centímetros cúbicos, 520 caballos y un peso por debajo de los 800 kilos. Aunque han pasado 50 años desde su nacimiento, las cifras del Porsche 917 siguen poniendo los pelos de punta. El que fuera elegido como el mejor coche de carreras de la historia por los especialistas de 'Motor Sport Magazine' mantiene intacta el aura de leyenda que se forjó desde su debut en los circuitos en 1969. El bólido, que se hizo popular para el gran público de la mano de Steve McQueen en la película '24 Horas de Le Mans', tuvo un éxito tan arrollador en competición que la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) terminó eliminando la categoría en la que competía debido a la humillación a la que sometía a sus rivales.
A finales de la década de los sesenta la competición automovilística por excelencia eran las 24 Horas de Le Mans. Ni la Fórmula Uno ni el Mundial de Rallyes alcanzaban entonces las cotas de popularidad que tenía la carrera que se disputa todos los meses de junio en el trazado de La Sharté. Las mejores marcas rivalizaban por situar sus coches en el podio de la prueba. Porsche había hecho valer la ligereza y la agilidad de sus deportivos en el trazado francés, pero el triunfo absoluto se le resistía frente a competidores como Ferrari o Ford, que habían desarrollado prototipos específicos para las 24 Horas.
La marca alemana vio una oportunidad de oro cuando en 1968 la FIA aprobó un reglamento para crear una nueva categoría deportiva en Europa con coches de hasta cinco litros de cilindrada y un peso mínimo de 800 kilos. Los ingenieros de Stuttgart 'fusionaron' dos motores del 911 de la época para alumbrar un bloque de doce cilindros que fue instalado en un chasis de tubos de aluminio extraordinariamente ligero. El conjunto, rematado por una carrocería de fibra, fue presentado en el Salón del Automóvil de Ginebra en marzo de 1969. Las primeras pruebas abrumaron a los pilotos: la combinación de fuerza bruta y ligereza hacía del 917 una bestia difícilmente gobernable.
Manómetro para el chasis
El coche fue 'domesticado' con cambios en las cotas del chasis y nuevas suspensiones. Ante las suspicacias de los probadores por el 'baile' de los bastidores en las aceleraciones, los ingenieros de Porsche sellaron las soldaduras de los tubos que conformaban el chasis de forma que se podía meter aire a presión en ellos. Un manómetro en el salpicadero avisaba a los pilotos: si el circuito perdía presión, señal de que algún tubo había cedido y convenía levantar el pie del acelerador. Después de perfeccionar los prototipos en unas cuantas carreras, los 917 entraron en 1970 en la competición por la puerta grande: Porsche consiguió el Mundial de marcas con nueve de diez victorias posibles y, sobre todo, obtuvo el triunfo absoluto en Le Mans de la mano de la pareja formada por el alemán Hans Herrmann y el británico Richard Attwood.
El 917 evolucionó un año después con un motor más potente. Que alcanzaba los 600 caballos. El coche acreditaba registros de misil: aceleraba de 0 a 100 en 2,7 segundos y en Hunaudieres, la recta de cinco kilómetros de La Sharte (entonces sin chicanes), alcanzaba puntas de 396 kilómetros por hora. 1971 fue también un paseo triunfal para Porsche: revalidó su triunfo en Le Mans y se llevó el Mundial de Marcas al ganar ocho de las diez carreras del calendario. El récord de velocidad media que marcó aquel año el 917 que ganó en la carrera francesa -222,3 kilómetros por hora durante 5.335 kilómetros-, se mantuvo hasta el año 2010, lo que da una idea de su poderío.
El estreno en 1972 de 'Las 24 Horas de Le Mans', la película protagonizada por Steve McQueen, que estaba entonces en la cima de su carrera artística, convirtió al 917 en el bólido más popular de la época. El coche con los colores azul y naranja de la escudería Gulf que conducía McQueen en el filme entró a formar parte de la iconografía de los aficionados al motor. Precisamente una de las tres unidades que se utilizaron en aquel rodaje fue subastada hace un par de años por 11,9 millones de euros convirtiéndose así en el Porsche más valioso de la historia.
Al expirar a fines de 1971 el reglamento europeo de la FIA sobre la nueva categoría de coches, el 917 se trasladó a los circuitos americanos. El coche evolucionó hasta alcanzar los 1.200 caballos y se convirtió en el dominador de la CanAm. Su superioridad era tan manifiesta que a finales de 1973 se cambió la regulación para impedir que compitiese en las series. Su canto del cisne se produjo en 1975 con el récord mundial de velocidad en circuito cerrado a una media de 335 kilómetros por hora.
Porsche llegó a fabricar 65 unidades del 917. Las más cotizadas están en el museo que la marca alemana tiene en Stuttgart, que entre los próximos 14 de mayo y 15 de septiembre se vestirá de gala para celebrar el aniversario. El museo exhibirá diez 917, entre ellos los ganadores de Le Mans de 1970 y 1971, además de la primera unidad fabricada, la que se exhibió en Ginebra en 1969, que ha sido cuidadosamente restaurada. Además de ser el más prodigioso coche de carreras nunca construido, el 917 abrió de par en par las puertas de Le Mans a la casa Porsche, que suma 19 victorias en el legendario circuito francés, seis más que Audi y diez más que Ferrari.
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