Irukurutzeta: archivo silencioso de Bergara

Irukurutzeta siempre nos sorprende. Esta discreta cima de 898 metros de altitud se rodea de un halo de energía que se va apoderando de nosotras mientras ascendemos por senderos, bosques y monumentos funerarios datados en el Neolítico-Edad de Bronce. No nos sorprende que sus antiguos pobladores eligieran sus rincones a lo largo del cresterio del cordal de Mazelaegi entre Karakate, Irukurutzeta e Irimo, como lugar de descanso eterno de sus seres queridos.

La estación megalítica de Elosua-Plazentzia está formado por 19 elementos megalíticos (9 dólmenes y cistas, 9 túmulos y un menhir). Irukurutzeta cuenta con su dolmen y muy cerca se sitúa el menhir de Arribiribilleta. El primero data del periodo histórico Neolítico y Edad del Bronce (4.500-1.500 cal BC) y a pesar de haber sido saqueado anteriormente, en 1922 encontraron en su interior una lasca y un trapecio de sílex. Jose Miguel de Barandiaran y Telesforo Aranzadi fueron los encargados del estudio en la zona. En el caso del menhir, de 3,60 metros, una anchura de 1,7 metros y un grosor de 0,4 metros en dirección sureste-noroeste, cabe destacar que se trata un gran bloque basáltico que fue transportado hasta el lugar desde alguna localización cercana distante unos 2 o 3 kilómetros.

Las piedras de los monumentos funerarios guardan en silencio los episodios históricos de sus más antiguos pobladores, así como las de los caseríos o edificios religiosos que nos encontramos en nuestra ruta que comienza en Elosua, el bello rincón situado en el extremo este del casco urbano de Bergara. Hasta el barrio rural se llega por el camino de Gorla, tomando la desviación de la derecha. El centro urbano es la parte más poblada y está situado, formando hileras, a un lado de la carretera; el otro lado pertenece al municipio de Azkoitia. Actualmente el barrio consta de 50 caseríos, esparcidos por los montes, y el centro urbano.

Se conoce popularmente a Elosua, desde antiguo, por las inhumaciones que se efectuaban en el cementerio, al que se llevaban, no solo los difuntos del lugar, sino también los de alrededores y de zonas bastante distantes, como desde los caseríos de Aizpurutxo. Debido al esfuerzo que suponía portar el cadáver a hombros desde tan lejos, se depositaba el mismo en una gran piedra, que existe al lado del camino, cerca de la Iglesia, para después de un merecido descanso proceder a los actos funerarios.

Las campanas de la iglesia de San Andrés de Irauin suenan rompiendo el silencio que inunda el valle. El edificio religioso se encuentra al lado extremo del centro urbano. Era una ermita y fue declarada parroquia en el s. XVI, por las dificultades de comunicación de la zona con el centro de Bergara, para asistir a los actos religiosos.

El templo es de estilo barroco, churrigueresco, como figura en los documentos de 1468, donde se dice que fue construido con la piedra de la fortaleza de Elosua. Es un edificio de una sola nave con dos tramos y ábsides rectos. La planta cañón y las otras dos con bóvedas de aristas. Ambas son de madera y apoyadas en arcos fajones de medio punto que descargan en ménsulas. El Altar Mayor está enmarcado por un arco de medio punto. El retablo es barroco y en él está la imagen de San Andrés. La torre sale de los pies de la nave, rematada por campanario barroco. Esta iglesia sirvió de escondite al cura Santa Cruz, Manuel Ignacio Santa Cruz Loidi. Nacido en Elduain en 1842, fue uno de los guerrilleros carlistas más conocidos, por su valentía, pero también por su crueldad contra los liberales.

La historia rodea a este templo, ya que la tradición dice que la ermita originaria fue construida con la piedra de la fortaleza de Elosua. Los libros nos cuentan que en 1202, Elosua con un castillo de defensa que posteriormente se otorgó, como todos los habidos en Gipuzkoa, a Alfonso VIII.

La fortaleza se encontraba a escasos metros de la parroquia. El castillo de Elosua era parte crucial de la red defensiva en territorio guipuzcoano del Reino de Navarra. Junto a los de Santa Bárbara en Arrasate y Aitzorrotz en Eskoriatza, delimitaban el oeste de los dominios navarros en el siglo XIII. Enclavado en una atalaya desde la que se domina el valle del Urola y disponía de una red de comunicación visual con el resto de enclaves. Según el historiador Sagredo, medía 26 metros de largo por 10 de ancho con una altura a la base de 7 metros.

Subir desde Elosua hasta la cima de Irukurutzeta se nos plantea como un bonito paseo, en una jornada fresca en la que la primavera quiere ganar protagonismo a los amaneceres fríos de estos días. El termómetro de nuestro vehículo marca los 5 grados, mientras el sol comienza a calentar los prados cercanos a la ermita de Santutxu. Un nutrido grupo de equinos aprovecha esos primeros rayos para ir entrando en calor, mientras emprendemos el recorrido por este precioso entorno de Bergara. Las marcas blancas y amarillas nos dirigen en todo el camino en el que encontramos numerosos monumentos megalíticos y varias cimas que poco a poco vamos visitando.

Para ello, caminamos por pistas forestales con abundantes bosques de coníferas, hayas, espinos,... entre los que se abren claros desde los que podemos contemplar preciosas estampas, así como desde la cima de Irukurutzeta desde la que contemplamos Udalatx, Anboto, Erlo, Hernio, Aralar, Altzania, Aizkorri, Elgea, Zaraia, entre otros.

De manera ascendente, en el primer tramo del recorrido, con alguna pendiente más exigente antes de llegar a irukurutzeta, recorremos los caminos por los que transitaron los antiguos pobladores de los valles cercanos que dejaron numerosas pruebas de su presencia en la zona.

Muy recomendable este recorrido para conocer este hermoso rincón entre Azkoitia y Bergara, en el que es más que reseñable el trabajo en la señalización de los dólmenes, túmulos y el menhir de Arribiribilleta.