Ver fotos

Senderistas caminan junto a los restos de las minas de Buruntzuntzin en el valle amezketarra de Arritzaga E. Belauntzaran
Mendira

Igaratza, paraíso de antiguos oficios

Desde Amezketa accedemos al valle glaciar de Arritzaga con su complejo minero de Buruntzuntzin, su piedra venerada y otras muchas joyas

Viernes, 6 de mayo 2022

Un nutrido grupo de yeguas pasta plácidamente en los alrededores de Igaratza. Unos metros más allá vemos unas hermosas vacas que silenciosamente van nutriéndose de la fresca hierba de los pastos de Aralar. El sonido de sus cencerros marca el ritmo de las campas de Igaratza. Un paraje precioso en el límite de Gipuzkoa y Navarra en el que el silencio se adueña de cada rincón del monte. Es uno de esos lugares que nada más llegar a él, piensas; ¡Qué bonito!

Publicidad

Nuestra imaginación se pone en marcha en cuanto hacemos un alto en el camino. ¿Cómo vivirían los carboneros o pastores en este paraíso? Sospechamos que llegamos tarde para preguntárselo directamente a aquellos hombres que hasta la primera mitad del siglo XX trabajaron duramente para obtener el preciado carbón en esta apartada zona de Aralar.

Los pastores cada año siguen acercando sus rebaños hasta los alrededores de la pequeña ermita lazkaoarra de Igaratza, situada en el límite de Navarra. En los alrededores era habitual hasta hace un siglo que se organizaron ferias de ovejas, yeguas, caballos y demás ganado. Al parecer la última se celebró en 1920.

Las campas de Igaratza han sido escenario de ferias y romerías y otros encuentros de pastores y ganaderos a lo largo de muchos siglos y milenios de la Historia. Así lo atestiguan los estudios arqueológicos realizados los últimos años por el arqueólogo de la UPV/EHU José Antonio Mujika. Cada mes de junio, durante tres semanas, el equipo dirigido por el experto realiza excavaciones para recuperar parte de la historia de Aralar y sus habitantes. Durante estas campañas Mujika y su equipo han descubierto una parte de una edificación del periodo Calcolítico (unos 5.000 años de antigüedad), destinada, según parece, a cobijar a personas dedicadas a actividades relacionadas con la ganadería. Se trata de la chabola más antigua de Aralar, pues fue datada con una antigüedad de 4.700 años, aunque los habitantes que construyeron los primeros dólmenes de la sierra, hace 6.000 años, también ejercían esa actividad.

En la actualidad, en esta zona sigue siendo habitual ver grandes rebaños de ovejas de raza Latxa pastar ajenos a nuestra existencia. Llenar la tripa con la preciada hierba es su única y máxima preocupación, mientras observamos a una rapaz que vuela sobre nosotros. Un regalo para la vista mientras nuestra imaginación vuelve a activarse: «y porqué no, tal vez, sea 'Kiriku', el quebrantahuesos de Aralar, quien nos acompañen en nuestra caminata». Nuestro desconocimiento en ornitología nos impide saberlo, pero seguramente esta peculiar ave desaparezca en cuanto nos vea. Según los expertos el quebrantahuesos es una especie que se extinguió como nidificante en el País Vasco y en esta zona de Navarra hacia los años 60. Al parecer, quedaron concentrados en los Pirineos y, desde entonces, en el eje de la cordillera pirenaica, las poblaciones han ido a más.

Publicidad

Tal vez ese aumento de población hizo que 'Kiriku' se lanzara a explorar nuevos territorios y eligiera Aralar como lugar para anidar. Esta ave, nacida en 2006 en la zona de la foz de Arbaiun, es un viejo conocido de los visitantes de la sierra entre Navarra y Gipuzkoa, en la que ya lleva unos diez años. En este tiempo, ha conocido a 'Muel' (hembra marcada en 2016) y un macho no marcado, por lo que tal vez no sea tan difícil encontrarse con alguno de ellos en un paseo por Igaratza, nuestro destino de la ruta de esta semana.

Mesa junto al refugio del club de montaña Aralarko Adiskideak, obra de Mikel Lizarraga. E. B.

Desde Beratzeaga

Para llegar hasta el precioso paraje guipuzcoano de Igaratza comenzamos nuestra caminata en Amezketa, concretamente desde el parking situado junto al puente de Beratzeaga. Nos adentramos por el valle glaciar de Arritzaga, a través del cual realizamos un recorrido de unos 15 kilómetros. Durante el trayecto caminamos por los senderos que los antiguos pobladores de la sierra y los mismísimos romanos que se acercaron hasta Aralar realizaron. Todos ellos se asentaron en la zona con un mismo objetivo, llevar a cabo trabajos de minería en la zona cobijada entre Anduitzeko Haitzorrotza y la línea de las Malloak, con Urakorri, Uni, Elizkaitz, Egurtegi, Menditxiki... Expertos mineros trabajaron durante generaciones en la minas de Arritzaga de Aralar. Un paraje precioso en el que mujeres y hombres que conocían su oficio y el terreno extraían un metal de gran valor, el cobre. Los estudios realizados por espeleólogos de Felix Ugarte elkartea, junto a los arqueólogos de Arkeolan, han trabajado en la zona minera centrándose en la mina 'ARR37'. En ella se han encontrado desde un lingote de cobre a varios martillos de la Edad de Bronce. En un segundo pozo localizado por los expertos de Felix Ugarte elkartea se extrajo una vasija que posiblemente fue parte de una ofrenda, junto a restos de huesos, mandíbulas de animales quemados, varios trozos de carbón, un trozo de cornamenta de ciervo que utilizaban como cincel y las marcas de ese trabajo se pueden apreciar en la paredes del pozo así como algunos restos cerámicos.

Publicidad

Información MIDE

  • Acceso: La N-1 nos conducirá hasta Alegia, donde accederemos hasta Amezketa por la Gi-2133. Tras dejar atrás su iglesia llegaremos a Beratzeaga.

  • Horario: El paseo desde el parking de Beratzeaga ronda las 5 horas. Es recomendable llevar agua y realizarla con calma. Merece la pena disfrutar de la belleza del lugar

  • Distancia: 15 kilómetros.

  • Desnivel el positivo: 812 metros.

  • Severida del medio: 4

  • Dificultad de orientación: 3

  • Dificultad del terreno: 4

  • Esfuerzo necesario: 4

Las minas de Arritzaga fueron explotadas por los antiguos pobladores de Aralar en la Edad de Bronce, hace 3.150 años. Cabe destacar que la actividad minera finalizó definitivamente en el año 1965, en este enclave de Enirio-Aralar. Además de los antiguos pobladores de la zona, los romanos también extrajeron o lo intentaron en la minas de Arri-tzaga. Esa actividad continuó durante la Edad Media y el siglo XVIII, para finalizar la actividad a mediados del siglo pasado. Algunas edificaciones, cables aéreos utilizados para el transporte de material... Son la prueba de todo el complejo minero que se construyó en la zona de Buruntzunzin.

El recorrido es sencillo en cuanto a orientación se refiere. Siguiendo el sendero ya marcado y pateado por muchos senderistas avanzamos de manera ascendente, mientras el riachuelo de Arritzaga desciende por entre las rocas formando varias pozas. La estampa es preciosa en esta fechas, dada la abundancia de agua. Su sonido inunda el espacio sonoro. Nada más nos molesta en nuestro camino. Algún cencerro o caballo relinchando se escucha de vez en cuando, pero de manera anecdótica.

Publicidad

En nuestro ascenso divisamos junto al camino principal la enigmática piedra de Ama Birgin harria. Piedra que era venerada desde antiguo por los lugareños. Todavía se puede ver la réplica de una Virgen María en la pequeña hornacina de la roca, con algunas flores. También existe una concha a los pies de la figura para depositar alguna moneda.

Avanzamos superando la cuesta que nos conduce hasta la explanada de Igaratza. Nos encanta este lugar. Transmite una energía especial y nos embauca con su belleza. Volveremos. El camino de regreso tras el descanso, es el mismo que nos llevó hasta el refugio de Aralarko Adiskideak.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

Publicidad