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Las enormes moles calizas cubiertas de musgo son algunos de los atractivos que se encuentran en el bosque encantado.

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Las enormes moles calizas cubiertas de musgo son algunos de los atractivos que se encuentran en el bosque encantado. Fotos: Belauntzaran
Mendira

Bargagain, guía en el museo de Urbasa

El balcón de la sierra navarra ofrece magníficas vistas del valle de Sakana y protege al bosque encantado con mil esculturas naturales

Viernes, 21 de febrero 2025, 10:37

Submarinos, osos, buitres, tortugas, lagartos, castillos, zapatillas, monos, hadas, setas, roca flotante, bolas,... son solo algunas de las esculturas de piedra que muestra el museo al aire libre del bosque encantado de Urbasa, en el que cómo no, podemos ver enanos, gigantes y hadas. Seres que se esconden en los bellos rincones de la sierra de Urbasa en la que también se pueden ver, que no recoger, eguzkilores.

Las preciosas eguzkilores, también conocidas como las flores del sol o Carlina acanthifolia, «es un cardo que crece en estado salvaje en los montes». Es habitual contemplarlas en las puertas de los caseríos, ya que todavía perdura la creencia de que es capaz de ahuyentar a los malos espíritus, de proteger los hogares vascos de enfermedades y otros maleficios.

Cuenta la leyenda que «Amalur, la madre tierra, creó la Eguzkilore para proteger a los humanos de los espíritus malignos. Un cardo, que, ubicado en las entradas de las casas de todo Euskal Herria, simboliza al sol durante las horas de oscuridad, durante la noche. Evitando así, según las creencias de nuestro pueblo, la entrada de todo ser maligno. Por ejemplo, si las sorginas (brujas), que buscan a tiernos infantes para sus macabros hechizos llegaban a la puerta de un lugar protegido por una eguzkilore al ser tremendamente curiosas no podían evitar contar sus pelos y espinas. Esto hacía que les alcanzase el momento del alba debiendo huir de la luz del amanecer resguardándose en sus oscuros agujeros».

La flor de eguzkilore se desarrolla durante el verano y alcanza su máxima madurez en agosto y busca el sol en altitudes mayores a los 800 metros. Su ciclo de vida dura 24 meses y termina ofreciendo al mundo una bella y hermosa flor, que los antiguos vascos consideraban la 'representante del sol en la tierra' por su semejanza a este astro.

Información MIDE

  • Acceso Por la NA-718 se llega al Puerto de Urbasa donde está su centro de interpretación.

  • Horario El recorrido de unas dos horas es sencillo, recomendable para realizar en familia. Las marcas blancas y verdes nos guían hasta el mirador natural.

  • Distancia 7,5 km

  • Desnivel positivo 225 m

  • Severidad del medio 2

  • Dificultad orientación 3

  • Dificultad del terreno 2

  • Esfuerzo necesario 2

Es habitual encontrarse con estas flores en las sierras de Urbasa y Andia en otras épocas del año. Ahora, la humedad predomina en los bosques y zonas de pasto de estos hermosos rincones navarros en los que el musgo luce un verde intenso en los abundantes árboles que pueblan las 27.858 hectáreas del parque natural en el que los próximos meses comenzarán a brotar flores como las orquídeas, eléboros, narcisos y anémonas, entre otras.

Otras de las joyas escultóricas del parque natural de Urbasa-Andia son sus enormes hayas. De hecho, hay que destacar que los hayedos ocupan la mayor parte -12.810 hectáreas, de la superficie arbolada del Parque. La especie dominante es, por supuesto el haya, si bien ésta se encuentra en este caso acompañado por un cortejo de especies formado por arces, tilos, tejos acebos y fresnos.

A lo largo y ancho del parque se pueden encontrar numerosas especies de anfibios, como el tritón palmeado y la rana bermeja, así como una rica y variada avifauna caracterizada por especies forestales como pinzones, carboneros, herrerillos, pícidos y zorzales. Entre las aves de presa podemos destacar la presencia de azores, ratoneros y el misterioso cárabo. Con estas especies conviven las ardillas y lirones, así como una amplia representación de pequeños mamíferos como el zorro, el tejón, la fuina o garduña y el gato montés. Mientras que en los cortados rocosos que bordean el Parque Natural nidifican los buitres leonados compartiendo en torno con otras especies características de este medio, como alimoches, halcones, cernícalos, cuervos, chovas y aviones roqueros.

La cabaña del pastor a lo largo del recorrido, junto a la que se encuentra una txondorra'.

Todos ellos conviven en el museo natural aire libre de Urbasa. Los animales son más difíciles de ver, aunque los árboles se erigen en cualquier rincón de los bosques o claros con sus formas extrañas y sus grandes dimensiones. Muchos de ellos, se acoplan con las enormes rocas que, suponemos los gentiles colocaron a capricho con su descomunal fuerza. Las moles de piedra se reparten en la zona kárstica que hace millones de años estaba cubierta por el mar y los restos de los seres vivos que habitaban en él, se transformaron en roca caliza.

Según los expertos esta es la razón por la que en el parque se almacena gran cantidad de agua subterránea dando lugar a multitud de simas, cuevas, dolinas… De hecho, las sierras de Urbasa y Andia constituyen el gran acuífero de montaña de Navarra. «Bajo sus suelos calizos se almacena el 27 % del agua subterránea de toda la comunidad foral, y por eso más del 25 % de su población bebe directamente de los numerosos manantiales de la zona».

Del puerto hasta Bargagain

Entre tanta belleza natural, se encuentra Bargagain, una cima de 1.153 m., con una cruz impresionante en su punto más alto desde donde se otea horizonte del valle de Sakana. Fácilmente identificable desde la carretera por la gran cruz, que situó en 1960, la fundición F.A.S.A, y que le otorga a Bargagain un lugar destacado en la silueta de sierra navarra.

Desde ella, así como el denominado mirador de Altsasu, las vistas son impresionantes, se puede observar una preciosa estampa del santuario de San Miguel de Aralar, bajo Artxueta. Siempre que haga buen tiempo o la niebla sea baja, aunque no se puede negar que la humedad y la nieblina le dan un toque único al paisaje.

Cabe destacar que el recorrido que nos conduce hasta el mirador, pasando por Bargagain e Ixuripunta, es bastante sencillo y recomendable para realizar en familia mientras se ejercita la imaginación de los más pequeños identificando las diferentes figuras de animales y demás elementos. Está muy bien indicada con marcas blancas y verdes que nos encontramos en árboles y rocas, así como las balizas que han colocado en el suelo.

Si comenzamos desde el parking junto al centro de interpretación del puerto de Urbasa, nos dirigiremos hacia la zona Morterutxo por el camino accesible hasta pasar al lado de una balsa y poco más adelante por la recreación de una rústica txabola de pastor, una zona de prado más abierta y nos adentramos en un bosque tupido de hayas. Seguiremos la pista de tierra hasta encontrarnos una señal que nos indica la dirección a seguir hasta el mirador de Altsasu. Antes superaremos una puerta que nuevamente nos conducirá al bosque en el que conforme avanzamos comenzamos a ver las enormes piedras con sus mantos de musgo y helechos. El bosque encantado nos encanta y no nos cuesta imaginarnos a ipotxa y gentiles escondiéndose detrás de las esculturas petreas.

Después de dejar la pista seguiremos el sendero abierto por el paso de los senderistas que nos acerca al collado de Ixuripunta y después a su cima. Recuperamos el sendero interno, por prudencia ante la niebla, y tras unos diez minutos caminando divisamos la cruz de Bargagain. Allí, Nahia y Javi descansan mientras toman un refrigerio. Después, toca el mirador de Altsasu desde el que comienza el descenso hasta nuestro punto de partida, tras pasar por la sima de Morterutxo.

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