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Arranoaitz, grandes vistas por doquier
Desde esta discreta cima de Goierri se disfruta de unas preciosas estampas de los montes y localidades situados junto a los ríos Oria y Urola
La bocina de los trenes de cercanías de la línea Irun-Brinkola resuenan por los alrededores del barrio rural legazpiarra. En este escondido rincón de Alto Urola, que roza el valle de Alto Deba, la tranquilidad es absoluta hasta que el sonoro pitido rompe el silencio que impera en los alrededores de Brinkola.
La niebla de primera hora nos impide ver a las numerosas cimas que se sitúan sobre este desconocido destino desde el que nos acercamos con el propósito de subir hasta Arranoaitz (899 m.), después de alcanzar Elustizain (Alustitzain 809 m.), Oamendi (862 m.), Arripillata (888 m.). Nuestra cima protagonista de esta ruta se sitúa en el macizo Aitzeleku-Arranoaitz, que pertenece a la sierra de Aizkorri.
La cima se encuentra el parte divisoria de aguas entre los ríos de Urola - Oria. No goza de la fama de cimas como Aizkorri (1.523 m.), Aketegi (1.551 m.), Aketegiko Erpina (1.548 m.), Aitxuri (1.507 m.), Iraule (1.507 m.)…
Arranoaitz ofrece la posibilidad de disfrutar de un paseo entre cimas situadas en zonas de pasto en la que los equinos son los dueños y señores de la pradera, literalmente, encargados de mantener limpio el entorno sobre Brinkola, desde el que partimos en esta ocasión hasta su buzón.
INFORMACIÓN MIDE
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Acceso: Para realziar la ruta deberemos dirigirnos a Legazpi para después acceder al barrio de Brinkola, situada a unos tras kilómetros.
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Horario: El paseo desde Brinkola realizando la circular completa ronda las tres horas a un ritmo tranquilo.
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Distancia 10,8 km
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Desnivel positivo: 532 m
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Severidad del medio: 2
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Dificultad orientación: 4
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Dificultad del terreno: 2
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Esfuerzo necesario: 2
Brinkola es un barrio rural legazpiarra cuyo censo ronda los 130 habitantes, con una veintena de caseríos. Un pequeño núcleo de casas nos ubica en este paraje guipuzcoano que cuenta con su particular estación de trenes y que muchos conocen como la última estación. La estación se llama Brinkola-Oñati, ya que se construyó para dar servicio a los trabajadores y las empresas de esta localidad.
Según los datos históricos consultados sobre dicha estación en 1900, solamente existía un apartadero o vía muerta en este lugar. Gracias a las reiteradas peticiones realizadas por el Ayuntamiento de Oñati, la Compañía de los Ferrocarriles del Norte se comprometió a convertir aquel apartadero en estación, siempre y cuando, el consistorio oñatiarra colaborara en las obras con 57.000 pesetas. Para ello, el citado Ayuntamiento contó con la ayuda de algunos de los principales industriales de la época. Uno de ellos fue el ingeniero alemán Friedrich Bärh, director de la explotación minera de Katabera-Udana, una de las más favorecidas con la nueva estación, ya que desde entonces pudo embarcar desde allí su mineral con destino a Pasaia en vez de hacerlo en Zumarraga. La fábrica de cemento existente en la misma Brinkola fue otra de las industrias beneficiadas. A partir de 1904 todos los trenes de viajeros empezaron a detenerse en este barrio rural. Pero Brinkola es mucho más que una estación.
Gracias a esa estación de trenes podemos acercarnos a conocer el Museo del Pan de Gipuzkoa, ya que se encuentra en el caserío Igeralde de Brinkola. Cabe destacar que este molino datado en el siglo XVI se puede ver en marcha y hacen pan a la antigua usanza. Otro de los caseríos de Brinkola destacables por su historia es Guriditegi. Un enorme escudo en su fachada principal llama enseguida la atención del visitante. Se trata de un escudo de tipo 'parlante. En él se aprecia un ternero joven aparece chupando bajo la ubre de la madre, como se expresa la «delicadeza». La descripción que se hace en el certificado de Filiación de Aíto de 1654 es la siguiente: «Tienen por Armas los Novles hixos dalgo de esta Familia de Guridi Un Escudo, el campo de oro con un arbol verde, y al pie de el bacacolorada paciendo en un prado: Y un ternerico que se está mamando, en la manera que ban Yluminadas».
Según hemos podido recoger, aunque el nombre de casa de Guriditegi aparece desde el siglo XVII, se podría pensar que corresponde a la antigua 'Casa de Guridi' o 'Casa de Guridi-Arabaolaza'. La casa, por su aspecto exterior e interior, parece reconstruida hacia el siglo XVII. Todas las reuniones vecinales o 'juntas' se hacían en el establo de Guriditegi: con el médico, con el veterinario, de la hermandad ganadera, etc. Además, queda recogido que en 1872 se fundó la 'Hermandad de San Agustín' en la casa Guriditegi. Al parecer, la hermandad de Guriditegi la crearon los baserritarras de los barrios de Barrundiola e Igeralde, quedando fuera los de Korta y Garro. Como centro neurálgico de Brinkola, el caserío también contó con un bar de Guriditegi en el que el matrimonio formado por «los esposos Bittor y Saturdiña se encargaban de él». Al parecer daban de comer y «hacían muy bien en la parrilla de 'bixibue' (besugo), quemado sobre fuego bajo.
Se puede decir que en este caserío fue un importante punto de encuentro para sus vecinos, ya que en él se situaba también una escuela nocturna. Esto ocurrió a principios del siglo XX. Así se recoge en un acta municipal del 1 de junio de 1913 en el que se recoge una carta enviada por Justo Ojanguren del caserío Etxeaundiko, en la que solicita una ayuda económica para dicha escuela. Otro elemento arquitectónico característico en Brinkola es su gran puente de siete 'ojos' construido en 1905 para dar servicio a los trabajadores y las empresas de Oñati que utilizaban el ferrocarril.
Paseo por varias cimas
Después de haber visitado Brinkola emprendemos nuestra ruta acompañadas por el paso de trenes que hacen sonar sus bocinas. Tras atravesar la vía ferroviaria comenzamos el ascenso siguiendo un track, ya que las marcas blancas y amarillas nos dirigen en algunos tramos del recorrido. Realizamos el primer tramo por pistas de tierra y por pinares hasta llegar a la cima de Kortaburu, señalizado por una pintada en una roca sobre un hito. Descendemos por el pinar hasta retomar la pista forestal que nos conduce hasta la siguiente cima, mientras contemplamos una preciosa estampa de la línea de montes de Aizkorri a nuestra derecha. Tras atravesar otro bosque de coníferas, tras subir una loma herbosa alcanzamos el buzón de Elustizain desde el que se disfruta de unas buenas vistas hacia el valle de Urola.
Descendemos para comenzar el ascenso hacia Oamendi, situado en dolmen del mismo nombre. Durante el recorrido contemplamos varios de los nueve monumentos de la estación Megalítica de Brinkola-Zegama que se sitúa entre el barrio de Brinkola y Zegama que se sitúan todos ellos por encima de los 800 m. de altitud. A escasos metros se encuentra la cima de Arripillata, donde comenzamos a descender unos metros hasta llegara a la cista de Irumugarrieta II y después observar el túmulo de Irumugarrieta. La cima de Arranoaitz nos espera en un claro con unas preciosas vistas hacia la sierra de Aizkorri y el valle de Urola.
Desde la cima comenzamos el descenso hacia Brinkola por pistas forestales, disfrutando, ahora sí, del silencio del monte.