Las gestas de Espinosa, en cómic
El escritor guipuzcoano Ramon Olasagasti es el responsable de los textos de un volumen que recoge las grandes gestas de un adelantado a su tiempo
Unos cuatro o cinco meses le llevó al periodista y escritor Ramon Olasagasti (Berrobi 1972) hacer el guion del cómic de un gran personaje, sin duda, el mayor impulsor del montañismo vasco por sus andanzas montañeras en todo el mundo a principios del siglo XIX, el vizcaíno Andrés Espinosa (Amorebieta 1903-Bilbao 1985). Le acompañaron a Ramon en esta expedición literaria el dibujante César Llaguno (Balmaseda 1972) y el colorista Felipe H. Navarro (Madrid 1971), dando como resultado un espléndido cómic editado por SUA Edizioak de Bilbao y el Mendi Film, presentado en su día en el Mendi Film de Bilbao.
¿Y cómo surgió la idea? Uno de sus tres autores, al guipuzcoano Olasagasti, contesta a la pregunta:«Jabi Baraiazarra, director del Mendi Film y yo teníamos en mente la idea de recabar la historia del montañismo vasco en formato de cómic. Y el protagonista tenía que ser uno de los precursores del alpinismo vasco y su máximo exponente fue Andrés Espinosa, así que estábamos de acuerdo en que deberíamos dedicarle un cómic».
Andrés Espinosa se definía como alguien 'Solo y libre' así que ese es el título del cómic. «Para mí el cómic era un lenguaje nuevo al que me tuve que adaptar. Es un lenguaje en el que conviven la palabra y el dibujo», confiesa Olasagasti en alusión a esta incursión en el mundo del cómic para alguien que procede del Periodismo más tradicional.

«Escribir un guion para un cómic implica un lenguaje en el que convivan el dibujo y la palabra», dice Olasagasti
Ciñéndonos al protagonista de este cómic, Espinosa se quedó huérfano siendo un crío, así que en 1915, a los once años, se trasladó a estudiar a Lekaroz, donde en los montes de Otsondo, en una excursión colegial, se inició en la montaña. A partir de ahí fue su pasión, realizando todo un recorrido desde que empezó a trabajar en 1918 hasta que lo dejó en 1930 para dedicarse a viajar por el mundo. Recorrió, primero, las montañas vascas, Gredos, la Demanda, Sierra Nevada... Fue el primer vasco en muchas ascensiones de relieve. En el Naranjo de Bulnes, logró la segunda ascensión en solitario en 1928. Un año después dio el salto a los Alpes realizando unas increíbles ascensiones en solitario al Mont Blanc, Aiguille du Midi y Cervino, con las típicas abarkas de cuero y medias de lana.
En agosto de 1930 sube al monte sagrado de Sinaí, logrando también la montaña más alta de Arabia y un mes después el Kilimanjaro firmando la primera ascensión en solitario. Un año más tarde viajando 'de aquella manera' en cuarta clase en un barco se fue a la India para incorporarse en Nepal a una expedición alemana al Kangchenjunga, no consiguiéndolo porque los ingleses no le dieron permiso para ello ni para realizar ninguna ascensión en solitario en las montañas del Himalaya. En 1932 asciende al Toubkal en Marruecos. En el 36 la guerra paralizó sus pretensiones alpinísticas y luchando en el frente con las tropas nacionalistas vascas Euzko Gudarosteak es detenido, aunque por poco tiempo.
Sin duda Espinosa fue un adelantado a su tiempo, fue el acicate del montañismo vasco con salidas extraeuropeas –estamos en los años 30–, y fue un gran visionario. Incluso lo dejó escrito, como así lo refleja el cómic, que si no él, otros tomarían su testigo para hacer cosas relevantes en las montañas del mundo. Refiriéndose a su intento de incorporación con la expedición al Kangchenjunga escribía: «En esta ocasión no ha sido posible, pero algún día, si no soy yo, cualquier otro demostrará que mis pretensiones son factibles». Esta carta le enviaba el 26 de julio de 1931 a su amigo Ángel Sopeña, otro grande del montañismo vasco de aquel entonces.
Espinosa era un gran escritor, y la ventaja con la que ha contado Olasagasti para confeccionar el difícil guion de su vida, es que el vizcaíno dejó un importante y extenso legado de escritos en la revista Pyrenaica, en periódicos como 'El Sol' de Madrid y el 'Excelsior' de Bilbao, y en numerosos manuscritos. Olasagasti admite que ha sido una gozada poder disfrutar de los mismos. «La Fundación del montañismo vasco Emmoa tuvo la suerte de dar con sus cuadernos manuscritos. Antxon Iturriza me los entregó para leer. Espinosa escribía muy bien con buena letra. Fue muy culto y pintaba y dibujaba todas sus aventuras al par que escribía de ellas».
Todo esto lo cuenta Olasagasti a través de las páginas del cómic con la indispensable aportación del dibujante César y el colorista Felipe.
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