«La luz sube porque Putin nos ha atacado directamente»
El exdiplomático cree que el intento de cambiar el orden internacional que entraña la invasión de Ucrania pone a todos los europeos «en primera línea de esta batalla»
Fernando Valenzuela ha analizado en los Cursos de Verano de la UPV la crisis provocada por la invasión de Ucrania desde la perspectiva que le ... proporciona su dilatada carrera tanto en la diplomacia como en la política. Antiguo jefe de la Delegación de la UE en Moscú y exsecretario de Estado de Exteriores, Valenzuela está convencido de que las sanciones terminarán haciendo mella en el régimen de Putin. «La luz no sube porque estemos defendiendo a los ucranianos, sino porque nos han atacado directamente», asegura.
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– ¿En qué pensaba Putin cuando ordenó invadir a Ucrania?
– Era de alguna forma una invasión anunciada. Una agresión exterior siempre es una forma de consolidarse para una régimen como el de Putin, sobre todo si se produce en un país como Ucrania, que los rusos consideran de alguna forma suyo: es un país eslavo y cristiano de mayoría ortodoxa con el que hay una gran identificación, digamos que una identidad de civilización. Dado que Putin basa su continuidad en el poder en la propagación de una ideología que considera que el pueblo eslavo está llamado a grandes destinos de la mano de una dirección fuerte que le guíe y sea capaz de preservarle de los peligros, interpretó que invadir Ucrania iba a afianzarle en el poder.
– ¿Nostalgia de la Rusia imperial?
– No es que pretenda reconstruir el imperio de los zares, algo del todo imposible, pero sí busca afianzar un nuevo orden postsoviético que le permita recuperar una Gran Rusia y en una tarea así la participación de Ucrania se antoja indispensable. Ucrania, sin embargo, había emprendido una deriva a la democracia que socava las premisas en las que se sustenta el régimen de Putin y que la hace por tanto peligrosa a sus ojos. Esas son las razones que impelen a Rusia a hacer lo que ha hecho.
– Hasta ahora el apoyo de la UE a Ucrania ha tenido el respaldo de la opinión pública europea. ¿Hay riesgo de que el anuncio de restricciones energéticas por el previsible corte de gas ruso altere ese consenso?
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– Creo que se ha insistido poco en un aspecto fundamental: el ataque a Ucrania no solo tiene una dimensión militar, tiene también una dimensión estratégica que nos atañe a todos. La luz o el gas no suben porque estemos defendiendo a los ucranianos, sino porque nos han atacado a todos nosotros. Puede que no se haya hecho suficiente hincapié en que lo que está en riesgo es nuestro sistema de vida, el orden internacional que nos permite vivir como lo hemos hecho hasta ahora.
«Rusia busca un nuevo orden internacional en connivencia con China y la UE está en primera línea en esa batalla»
– Igual es un concepto algo difícil de visualizar cuando el bolsillo se resiente.
– Es lógico que por muy solidarios que seamos con los ucranianos nos cueste hacer sacrificios. Llega un momento en que la gente empieza a preguntarse por qué tengo yo que estar sufriendo esto. Por eso es importante que haya una conciencia clara de que no se trata solo de que el pueblo ucraniano ha sido atacado, sino que hemos sido atacados nosotros mismos: el fundamento de nuestro entramado internacional, la arquitectura de seguridad de Europa está siendo agredida porque Rusia quiere sustituirla por otra en connivencia con China. Y nosotros estamos en la primera línea en esta batalla.
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– ¿Podría un corte de suministro de gas quebrantar la unidad de acción con respecto a Rusia que la UE ha mantenido hasta ahora?
– Creo que no. Europa tiene que estar dispuesta a hacer frente a ese desafío. No es desde luego el escenario más deseable porque la energía ya se ha encarecido y puede que aún se encarezca más, pero estoy convencido de que tenemos instrumentos y herramientas para hacer frente a una situación así.
– Empieza a extenderse la sensación de que las sanciones a Rusia hacen menos mella a Putin de lo que los dirigentes occidentales habían previsto.
– Las sanciones son efectivas pero requieren tiempo, tal y como ocurrió con el régimen del apartheid en Sudáfrica. Lo que pasa es que siempre hay un decalaje entre el momento en que se produce la agresión y el impacto de las sanciones, que se produce en gran parte en la sombra y que necesita un plazo largo de tiempo para fructificar. Podría decirse que el efecto de las sanciones casi ni ha empezado todavía. Sin embargo, no tengo ninguna duda de que van a ir haciendo efecto, como lo ha reconocido la propia directora del Banco Central de Rusia en sus declaraciones a la Duma.
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– ¿El alargamiento de la guerra puede acabar con Putin?
– No es algo que vaya a ocurrir a corto plazo. Putin tiene un control férreo de la opinión pública aunque su prestigio esté muy tocado. Pero a medio o largo plazo seguro que va a jugar en su contra. Lo que no cabe duda es que si seguimos manteniendo las sanciones y la presión política que se ha hecho en la ONU y otros organismos internacionales los dirigentes rusos tendrán que considerar poco a poco algunos cambios en su política. Esperemos que mientras tanto Ucrania pueda seguir resistiendo los efectos de esta agresión salvaje.
– ¿La guerra ha dañado la imagen de la ONU?
– Es evidente que cuando un miembro permanente del Consejo de Seguridad que además es una potencia nuclear entra en un conflicto las capacidades de maniobra de la ONU son limitadas. Sin embargo, lo que ha hecho no es baladí. Es gravísimo que 141 estados, y por extensión las Naciones Unidas, hayan declarado la invasión de Ucrania una agresión: que uno sea calificado por la ONU de agresor tiene sus consecuencias. O que Rusia haya sido expulsada del Consejo de Derechos Humanos cuando solo había el precedente de Libia.
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