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Laura ordena el calzado que le ha llegado desde Gipuzkoa. J.J.

Toneladas de solidaridad guipuzcoana

La donostiarra Laura Anatol colabora en la ONG que ha recibido en Lesbos el material transportado por el 'Aita Mari', que parte a Sicilia

Javi Julio

Lesbos

Miércoles, 6 de noviembre 2019, 06:20

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Para Laura Anatol la jornada de ayer no fue otro día más de trabajo en el almacén de la ONG Attika Human Support, en la isla de Lesbos. Esta vez, las cajas de ropa vienen desde su ciudad, Donostia. Después de diez días de travesía desde el puerto de Pasaia, el buque de rescate 'Aita Mari' arribó en Lesbos sobre las 9 de la mañana del lunes, cargado con ropa, calzado y material de higiene que estibaron en sus bodegas medio centenar de personas venidas de Irun, Errenteria o Donostia hace ya un mes, mientras esperaba el permiso para partir.

El grupo de personas que trabaja diariamente en el almacén de Attika está compuesto por solicitantes de asilo y voluntarios internacionales. «Nuestro objetivo es tener voluntarios refugiados, sacarlos de los campos y que tengan un quehacer diario, ya que en el campo no pueden hacer nada», afirma Laura.

La primera vez que vino a Lesbos fue en 2016, con un amigo del trabajo, con quien organizó el envío de dos palés de ropa que habían recogido entre sus compañeros. Y consiguieron que Onity, la empresa donde trabajaba, se hiciera cargo de los costes del envío. Sin otra idea más que con la decisión de venir «para echar una mano», se quedó enganchada con la experiencia. Aunque las primeras veces utilizó sus vacaciones para venir a trabajar en el almacén, en febrero de 2018 y tras terminar su contrato en con su empresa, decidió venir a la isla sin billete de vuelta. Y desde entonces, aquí continúa.

Junto con Aris Vlachopoulos, coordinador del almacén, revisa las cajas para preparar el reparto de la ayuda. «Estamos muy agradecidos a Euskadi», señala Aris sonriendo. «Aquí falta mucho calzado de hombre, y además, hay que prepararse para el invierno. En unos días repartiremos todo este material entre las personas que viven en Moria».

El campamento de Moira fue creado en 2015 con una capacidad para cerca de 3.000 personas, sin embargo, ahora se amontonan más de 15.000. Si Moria fuera un pueblo, éste sería el segundo en población de la isla. Cada invierno supera el récord de sobrepoblación del anterior, con temperaturas bajo cero, sin nada más para protegerse del frío que mantas, algún calefactor o pequeñas hogueras.

Situación inhumana

«La situación es inhumana, miserable. La gente vive en carpas o tiendas de campaña como las que tenemos en casa. Están encima de palés, porque la mayoría vive sobre un olivar. En cuanto llueve, solo hay barro», se lamenta la donostiarra.

Al estar desprotegidas del viento, algunas de estas tiendas ya han perdido la forma original, y están cosidas con jirones de otras. La mayoría de las personas que se hacinan aquí son familias con niños, algunos de ellos recién nacidos, aunque también hay gente mayor o jóvenes que viajan solos.

Imagen principal - La ONG Attika Human Support, recibe en Lesbos el material del 'Aita Mari'
Imagen secundaria 1 - La ONG Attika Human Support, recibe en Lesbos el material del 'Aita Mari'
Imagen secundaria 2 - La ONG Attika Human Support, recibe en Lesbos el material del 'Aita Mari'

En la zona alta del olivar hay alrededor de 300 mujeres que viajado solas. Apenas hay luz y muchas mujeres duermen con pañal para evitar ser violadas al salir a alguno de los pocos baños que existen durante la noche. «Se piden pañales de adulto por ese motivo», afirma Laura.

Tras la entrada en el gobierno de Nueva Democracia, la situación ha empeorado las cosas para las personas solicitantes de asilo. «Les ha quitado el ANKA, que es la tarjeta de acceso a la sanidad. Los demandantes de asilo solo tienen acceso a servicios hospitalarios de urgencia», explica Laura. Además, con la nueva ley, los enfermos crónicos quedan sin asistencia ya que no pueden acudir al servicio público de salud. El Gobierno de Kyriakos Mitsotakis pretende deportar a 10.000 solicitantes de asilo en un año.

Además, endurece las ya de por sí penosas condiciones en las que viven estas personas. La mayoría de los cambios son una pérdida de derechos ya que, entre otras cosas, a partir de ahora un demandante al que le sea denegada su solicitud en primera instancia ya no estará protegido contra su deportación, aunque presente recurso.

Cambian asimismo las detenciones administrativas, que pasan de los 3 meses actuales hasta los 18. La decisión de prolongar la detención de un solicitante de asilo la tomará la Policía, cuando hasta ahora se exigía un informe del Servicio de Asilo que detallase los motivos para imponer esta medida.

«Notamos un mayor bloqueo a las organizaciones que estamos trabajando sobre terreno, intento de boicotear, más seguimientos... Nos obstaculizan a pesar de que somos nosotros los que estamos haciendo el trabajo que debería de hacer el Gobierno. En vez de admitir la ayuda, nos lo complican, y complican que la ayuda llegue a quien la necesita», resume Laura.

Afsana y Hamid son dos hermanos afganos que llevan en la isla 11 meses. Tras estar 4 meses en Moria, consiguieron ser trasladados a Karatepe, un campo de refugiados donde viven alrededor de 1.300 personas. Está controlado por el ayuntamiento de Lesbos que, a pesar de las condiciones y al lado de Moria, parece una zona residencial.

La cara se les ilumina al ver a Laura, que se funde en un abrazo con ellos al llegar. «Somos afganos pero vivíamos en Irán, y allí no teníamos papeles, no podíamos estudiar y no teníamos ningún futuro», afirma Afsana. Con 17 años, tiene claro a que quiere dedicarse en el futuro, cuando llegue a Alemania, donde espera su hermano al que no ve desde hace 4 años. «Quiero ser doctora», dice sonriendo. «Y yo mecánico», afirma Hamid, «pero todavía no lo tengo claro».

Salvamento Marítimo Humanitario, organización que a fletado el barco, insiste en que su misión es la de prestar ayuda humanitaria. «El barco es la respuesta de una sociedad, la vasca. El 'Aita Mari' existe porque hay una sociedad detrás que lo ha apoyado. Tenemos que estar donde se nos necesita», afirma Iñigo Gutierrez, vicepresidente. El próximo día 9 el 'Aita Mari' partirá con destino a Licata, Sicilia, donde instalará su puerto base. Íñigo Mijangos, presidente de SMH, lo tiene claro: «Una vez que lleguemos allí, pondremos a disposición de otras ONGs y organizaciones de salvamento nuestro barco de rescate».

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