Los riesgos de tirarse de cabeza al agua
Cada verano la UCI del Hospital Donostia atiende a dos heridos por golpes cervicales, que en los peores casos terminan en tetraplejias o paraplejias
El verano es momento de disfrutar en torno al mar pero por desgracia también es época de accidentes por zambullidas, que en los peores casos pueden terminar en una lesión medular. En el Hospital Donostia atienden de media dos personas heridas por zambullidas al año y también por las orilleras, esas olas traicioneras que empujan al que las coge contra la arena. Los que tienen suerte se recuperan, pero los médicos advierten: la lesión medular completa no tiene cura y causa tetraplejia o paraplejia.
Por suerte son pocos los casos que terminan de forma trágica, pero dadas las graves consecuencias que provocan, estos accidentes suponen un gran trauma tanto para quienes los sufren como para los profesionales que les tratan, principalmente porque se podrían evitar. «Es la parte más dura, que llegue una persona joven y tener que darle esa noticia tan horrible», asegura Félix Zubia, jefe de la UCI del Hospital Donostia, quien afirma que «no hay salto que merezca el riesgo de sufrir una lesión medular».
El perfil de quienes se lesionan tras lanzarse al agua de cabeza es el de un chaval joven que sabe nadar, y que generalmente conoce la zona, pero que se confía sobre la profundidad. Mayoritariamente son chicos. «En general, en todos los traumatismos hay tres chicos heridos por cada chica, y aquí se repite esa ratio», explica el médico. Son principalmente lesiones en la cabeza y el cuello, y en los peores casos en la columna.
Gipuzkoa tiene además sus puntos negros. Para las zambullidas, el náutico de Donostia o los puertos de Zarautz o Mutriku han sido escenario de accidentes. En cuanto a las orilleras, la playa de La Zurriola y las de Zarautz son las más peligrosas. Las lesiones se producen cuando la cabeza impacta contra el fondo o contra una roca. «Es muy importante incidir en ello cada año, porque parece que no va a suceder, pero ocurre, y en puntos que se repiten», insiste Zubia.
La recomendación general es no tirarse al agua desde una altura en la que no se ve el fondo ni la profundidad. Pero, en caso de hacerlo, nunca de cabeza. «Si nos tiramos de pie el riesgo es romperse una tibia o un peroné, pero no la columna», señala el jefe de Intensivos, que asegura que muchas veces los accidentes por zambullida se producen por un exceso de confianza. «Ven el agua, creen que hay profundidad y se confían. El peligro de las mareas es que en muy poco tiempo la profundidad puede variar mucho», por ello reitera la importancia de comprobar si hay fondo suficiente, vigilar las mareas y, por supuesto, «nunca saltar si estamos bajo los efectos del alcohol u otras drogas». Por el momento en lo que va de verano no han atendido ningún caso, «pero sabemos que sucederá», admite el doctor.
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En caso de que se presencie un accidente por zambullida, lo primero es llamar al 112, como en toda emergencia. Después, si la persona ha perdido la consciencia, que así suele ocurrir, hay que sacarla del agua para que no se ahogue, aunque es preferible que lo hagan dos personas, «para movilizar el cuerpo con control de cabeza y columna para no agravar la lesión», explica Félix Zubia. De la misma manera el traslado al hospital debe hacerse en ambulancia, «porque el herido necesita una inmovilización». Desde el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, el centro de referencia a nivel estatal de este tipo de lesiones, han puesto en ya en marcha, como cada año, la campaña de sensibilización 'Con cabeza sí, de cabeza no' para prevenir este tipo de accidentes.
Ahogamientos
Además de las zambullidas, el verano también es la época del año en la que más ahogamientos se producen. «Cada año tenemos 3 o 4 casos en la UCI, sin contar a los que fallecen y no llegan a ingresar», señala Félix Zubia. En estos el perfil del herido o víctima es diferente, «no son tan jóvenes y normalmente no conocen el entorno de la playa en la que se bañan o lo hacen fuera del horario de socorristas». En estos casos unas simples pautas y el sentido común pueden ser suficiente salvavidas. «Nunca hay que bañarse sin socorrista y si estamos en una playa que no conocemos es mejor bañarnos solo hasta donde nos cubra. Hay gente que no sabe que en las zonas donde no se ve ola es donde hay corriente. Se meten por ahí a nadar pensando que es más seguro, y les acaba llevando», explica el especialista.
Zubia pide además a los padres de niños pequeños que tengan especial cuidado con las piscinas de pequeño tamaño (como las de plástico) y las que hay en espacios privados. «Son pocos, pero tenemos casos en los que se les pierde de vista un momento y se meten en esas piscinas y acaban ahogados», advierte le médico.