La salud mental, una deuda en la muga de Irun
Migración. Un informe a partir de entrevistas a migrantes en tránsito revela la «necesidad» del apoyo psicosocial durante sus días hasta cruzar el Bidasoa
OSKAR ORTIZ DE GUINEA
Viernes, 3 de febrero 2023, 20:30
Irun pasa por ser una frontera «diferente» en la ruta migratoria desde países subsaharianos hacia Europa. De entrada, es infinitamente menos agresiva. El riesgo de ... sufrir una paliza o una agresión sexual aquí es ínfimo en comparación a las vivencias dejadas atrás. También se roba menos, aunque no falten los sacacuartos. «Pero aquí no valen las estrategias de supervivencia que han desarrollado para superar una frontera. Aquí sirve lo contrario: no correr, no mirar atrás, ser firme... Hemos visto que eso genera un impacto en la persona migrante, una desesperación, y a veces sufre una crisis que no acertamos a identificar. Por eso, es importante brindarles un apoyo emocional, un acompañamiento psicosocial», que hoy no se estaría ofreciendo con plena garantía, en opinión de la psicóloga Eva Aranguren, que ha detectado la carencia a partir de un centenar de entrevistas realizadas a pie de calle en la muga.
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Esta es una de las conclusiones recogidas en el informe 'Vidas cruzadas en la frontera de Irun: los frutos de la escucha', que esta especialista ha elaborado con el apoyo de SOS Arrazakeria y la Diputación de Gipuzkoa, y que ayer presentó en Irun junto al abogado Mikel Mazkiaran y el director foral de Cooperación, Fernando San Martín.
Testimonios en la frontera de Irun
Amadou
«Aquí no pegan ni roban pero juegan contigo»
«En Irun nadie te pega, te roba o te viola a cambio de pasar la frontera, pero juegan con tu mente. Francia me devolvió dos veces. Una en el barco. Llegaron unos agentes, me preguntaron y me hicieron un papel de 'refus d'entrée' -entrada denegada-. No preguntaron a nadie más, yo era el único negro».
Mariama (Guinea Conacry)
«Hui embarazada y con mi hija de cinco años»
«Mi marido era opositor al presidente Condé, y lo amenazaron. Estando embarazada cogí a mi hija de 5 años y debí huir hace tres años. Llegando a Marruecos, pararon el autobús y dos hombres se llevaron a 4 mujeres a rastras. Las devolvieron a las dos horas. No hizo falta preguntar qué hicieron».
Mohammed (Costa de Marfil)
«La ruta es un infierno, te quieres morir»
«En Marruecos tratan mejor a las gallinas que a los negros, pero todo el camino es un infierno y tienes ganas de morir. Me tuvieron semanas en una habitación con otros seis negros. Me hacían cagarme encima mío o de otro, o pasearme desnudo mientras bebían. Pero en Europa me tratarán bien».
Ali (Guinea)
«En Hendaia bajé del topo y me esposaron»
«Bajé del topo en Hendaia y empecé a caminar como si fuera de aquí. Delante mío paró un coche de la policía francesa y se dieron cuenta de que me puse nervioso. Me pidieron el carné de identidad y, como no lo tenía, me esposaron y me llevaron hasta Behobia con un papel: 'refus d'entrée'.
Ya en su trabajo de fin de máster (2021) sobre la acogida en la muga, Aranguren observó que en «la atención integral» que ofrece el recurso para migrantes en tránsito de Hilanderas «faltaba un educador social y un psicólogo» que les dé luz «en los 3 o 4 días» que pueden necesitar hasta cruzar la muga y en los que «son parte de nuestra comunidad». En la primavera de 2022, buscó argumentos para su tesis dando voz a quienes llegan a la muga. En los puentes de Santiago y Behobia, así como en el exterior de Hilanderas o en la plaza de San Juan, donde actúan los voluntarios de Irungo Harrera Sarea, entrevistó a 88 hombres y 11 mujeres –incluidos 5 menores–. «Es importante que en todo momento nuestra necesidad de saber respete su necesidad de contar», incide, y así «no se sientan invadidos».
Aranguren recuerda que son personas con la mochilla llena de sufrimiento, fatiga, ansiedad, preocupación, hostilidad, a quienes «el desconocimiento» del funcionamiento de la muga bidasotarra, donde Francia realiza controles «policiales sesgados y racistas» hace que «aumente su desesperación», por cruzar al otro lado del Bidasoa. El informe refleja que el tope de tres o cuatro noches como máximo en Hilanderas incentiva a tomar vías más peligrosas para llegar a Iparralde. Por eso, Aranguren aboga por brindar «un acompañamiento psicosocial» desde Hilanderas, con la esperanza de que «las instituciones» recojan el guante.
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