«Cuando salí de la facultad no tenía ni idea de lo que era la muerte»

- No tenía ni idea, ni lo había pensado ni nada parecido. En mi caso pasó que, como trabajé en la fundación Matia, donde había mucha gente mayor que se moría, empecé a ver la muerte en primera línea y comencé a preguntarme qué hago yo aquí, qué herramientas tengo para controlar esto.

- ¿Encontró la respuesta?

- Coincidió que hubo una época en la que venían a la fundación personas jóvenes, fundamentalmente con cáncer o enfermedades avanzadas, con un componente social que les impedía volver a su casa por falta de medios. Cuando te encontrabas con esa gente y con personas mayores, veías un vacío que no tenías ni idea de cómo cubrirlo.

- ¿Qué hizo?

- Llegó una psicóloga americana enviada por la UPV para hacer una tesis sobre la muerte y un nutricionista que nos ayudó mucho. Ahí empezamos, intentando ofertar algo concreto, ponerle a una persona el nombre de 'se está muriendo', que es algo que costaba mucho.

- Ahí comenzó todo.

- Surgió a nivel estatal un movimiento específico de tratamiento de la muerte, que era cuidados paliativos. Era un grupo catalán que gracias a una técnico de Osakidetza creó un grupo de docencia y tuve la suerte de asistir a un curso en Bilbao. Recuerdo que cuando me dieron las herramientas que buscaba fui a mi casa y le dije a mi compañero 'creo que sé lo que voy a hacer a partir de ahora'. Con los cuidados paliativos hay un gran problema y es que no está definido académicamente, no es especialidad médica ni de enfermería, con lo que hacerte un espacio es muy complicado. Como en la facultad nunca nos han hablado de la muerte, ha habido que hacer muchos cursos postgrado de sensibilización a los profesionales.