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La donostiarra Eva Díaz, junto a sus hijos Imanol y Nicolás, visitarán hoy a los abuelos en Oiartzun un mes después.

Un día para romper fronteras

Libertad de movimientos ·

La pandemia nos recuerda el valor de la vida. Pero también que algo tan sencillo como ir más allá del municipio colindante a caminar o andar en bici, reconforta

Oskar Ortiz de Guinea

San Sebastián

Sábado, 12 de diciembre 2020, 07:48

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Eva Díaz | Verá a sus aitas con sus hijos

«Tenemos ganas de visitar a los abuelos, pero con mascarilla»

Imanol y Nicolás, de 15 y 12 años de edad, visitarán esta mañana a sus abuelos, Roberto y Pili. Llevan más de un mes sin que sus aitas, Roberto y Eva, recorran los 11 kilómetros entre su casa en Donostia y la de los 'aiton-amonak' en Oiartzun. «Si viviéramos en el mismo municipio nos habríamos visto mucho más», advierte la ama. Se habrían reunido en su cumpleaños, en noviembre, «y poco más. Por edad, los aitas son población de riesgo, y una cosa es lo que la ley diga que puedes hacer y otra el sentido común. Hemos optado por reducir contactos», señala.

Tienen motivos para ser cautelosos. Eva y Roberto imparten clases en centros de formación. Algunas son presenciales y otras 'online'. «Aunque mantengamos las distancias y tomemos precauciones como la mascarilla o los espacios ventilados, coincidimos con alumnos y profesores. Los hijos también están con otros compañeros en clase. Nunca estás segura de que no tienes el virus», apunta. Y eso que, por su condición de docente, se ha sometido ya a «varias PCR y test de antígenos». El último, la semana pasada, cuando tanto ella como sus hijos estaban acatarrados. «Todo fue bien», aclara.

Desde que el 27 de octubre entró en vigor la limitación de movilidad, Eva sí pudo ver a su madre un día. «Teníamos una gestión en Errenteria, y nos pudimos tomar un café exprés en un banco. No hicimos nada malo, pero siempre estás con ese punto de intranquilidad por no querer contagiar a tu madre».

Durante este tiempo, las «llamadas de teléfono y los wasaps» han sido su modo de contacto, más «una videollamada de cumpleaños». Asegura que «todos tenemos ganas de vernos. La ama nos decía para ir a comer el domingo a la terraza, que parece que hará bueno. Pero haremos visita de médico, y con la mascarilla. Tras este año tan duro, no bajaremos la guardia ahora».

¿Y en Navidad? «Será parecido». Pretenden ir a Logroño, donde los padres de Roberto «viven solos y te da cosa dejarles solos esas fechas. Pero me da respeto. El problema no es besarnos o abrazarnos ahora, sino poder hacerlo cuando el virus remita». El encuentro riojano «no sé cómo lo haremos», pero «no será como otros años: mi marido son cuatro hermanos y entre parejas e hijos seríamos ya más de diez».

Si algo le ha enseñado la pandemia es a «no hacer muchos planes». «Siempre solíamos viajar a una ciudad en la que se viva la Navidad, pero este año ya hemos cancelado viajes a Vancouver, París y Luxemburgo, así que he decidido no hacerme ilusiones de viajes en un tiempo». El de hoy a Oiartzun será especial.

Esteban Mendive | Hará una ruta montañera

Caminar por Ulia es un lujo, pero ya apetece ir a Jaizkibel»

A ver qué turista podría entender que restringir durante un mes los movimientos a Donostia -aun con la hostelería cerrada- puede ser un inconveniente. Tampoco Esteban Mendive lo ha visto así tras haber limitado sus salidas montañeras del fin de semana a «un lujo» de paisajes como «Ulia, San Marcos o Igeldo. Vecinos de Igeldo se quejaban de que iba mucha gente, pero tampoco te puedes limitar al metro cuadrado en el que vives. Lo principal es hacerlo con cabeza».

Aunque el mal tiempo ha condicionado sus caminatas, este pasaitarra residente en Donostia ha regresado a «caminos por los que hacía muchos años no había vuelto. De joven iba mucho al monte y al ser de Pasaia iba mucho por Ulia. Hay zonas que siguen igual pero otras, no».

Como el barómetro no presagia nada bueno para hoy, medita «acercarnos a Irun o estar en casa» y reserva su plan por Jaizkibel para mañana. «La idea es ir a la zona de Labetxu, por el valle de los colores». Probablemente le acompañe una amiga habitual en estos paseos y «si hace buen tiempo, igual se anima mi mujer, Mertxe». Espera que «el terreno haya filtrado mucha agua, pero seguro que nos encontramos barro».

Esteban Mendive trabaja en una industria metalúrgica en Oiartzun y, profesionalmente, ha superado la pandemia «sin las preocupaciones de otros sectores». Y se acuerda especialmente de la hostelería, que hoy recobra la actividad. «Para los hosteleros es una gran faena, y seguro que han pagado justos por pecadores en el tema de los bares y las terrazas. Pero a estas alturas de la partida de parchís, todos deberíamos ser conscientes de lo que nos jugamos. Hasta la próxima primavera, cuando haya un volumen importante de gente vacunada, no recuperaremos una cierta normalidad. Pero no podemos esperar a las vacunas. Esta Navidad debemos ser responsables para no llegar a enero otra vez en una mala situación».

Esteban Mendive ya tiene listos sus bastones de monte. Arizmendi

Lo dice alguien que ha sufrido el azote del coronavirus, ya que «al principio de la pandemia, cuando no se conocía mucho del virus ni tampoco se hacían tantas pruebas», perdió a su madre. Por fortuna, su padre, también Esteban, pudo «recuperarse bien» de la enfermedad. A sus 92 años, su aita se sabe un privilegiado por haber batido al virus, y por ello es «el primero» que reclama «extremar las precauciones y no juntarnos demasiado. El año pasado fuimos 15 en Navidad». Sin embargo, Esteban y Mertxe, que tienen dos hijos, aseguran que de cara a las celebraciones navideñas «ya hemos hablado en la familia para que cada uno las pase en su casa».

Fernando Rilova | Recorrerá Gipuzkoa en moto

«Era un sinsentido no poder pasar de pueblo con la moto»

Salvo aquellas personas que hayan bregado con el virus como paciente o sanitario, pocos sanos lo habrán sufrido como Fernando Rilova. Regenta el pub The Hole, en la Parte Vieja donostiarra, cerrado desde el 19 de agosto, porque su licencia de categoría 3 le impide la apertura, ni siquiera para servir los vermús con los que venía experimentando desde julio, cuando vio en las mañanas de fin de semana «una opción» para complementar la noche donostiarra, este año vapuleada como casi todo. «Podía haber bajado a la categoría 2, y así abrir. Pero luego ¿quién me asegura que podré recuperarla?», reflexiona.

Al no poder atender su local, en el que lleva ya «trabajando superfeliz» durante dos décadas, tiene más tiempo para sus «dos pasiones: el surf y la moto». Por ello, Rilova ha tratado de «aprovechar» cada ventana que «el estado de la mar» le ha abierto en la Zurriola. Sin embargo, «últimamente» ha aparcado la tabla, porque «hay días que surfear está complicado» con tantos en el agua.

Le queda la moto como válvula de escape, pero sus escapadas en dos ruedas se veían coartadas por lo «absurdo» de no poder ir más allá del municipio colindante. «Al vivir en Trintxerpe, no me quejo mucho porque podía ir hasta los márgenes de Orio y Hondarribia. Pero podría ir más lejos sin poner en riesgo a nadie y sin detenerme ni a repostar». De hecho, como presidente del club motero Tronkos Custom Club, el 28 de noviembre lideró una manifestación en Donostia haciendo rugir motores y bocinas en señal de protesta. «No tiene sentido -argumenta- que en el mismo país las leyes sean distintas para el mismo virus. En Catalunya se podía andar en moto entre semana, y en Navarra podías pasar el día dando vueltas a la comunidad. Y aquí, al pueblo de al lado».

Jose Ramón 'Paraka' y Fernando Rilova, ayer en Donostia. Usoz

Por ello, aprovechando la tregua meteorológica, mañana se juntará con otros miembros del club. «Lo mismo nos juntamos cuatro que diez. Un día al mes si nos solíamos juntar 20 o 30. Seguramente haremos la ruta de la costa, hasta Zumaia, para volver por Azpeitia y Azkoitia. Si no ha helado, igual estiramos a Deskarga y vuelta por Tolosa». Un trayecto en el que la exposición al virus será «igual» que yendo de Pasaia a Errenteria: «cero».

Se confiesa «harto de tanta imposición ilógica. A mis 49 años, tengo dos dedos de frente para saber lo que puedo hacer o no en mi bar. ¿Que si pongo la música alta, la gente entonces chilla y hay más riesgo de contagio? Con los vermús la ponía bajita y tampoco me dejan ese horario». Mañana tendrá todo el día para su moto.

Jon Huarte Irá en bici con sus compañeros

«Me centro en hacer las cosas bien y disfrutar de la bici»

A sus 17 años, Jon Huarte podría reconvertir al escéptico que piensa que la juventud es causante de muchos males durante esta pandemia. Este irundarra, que transmite madurez por el teléfono, estudia segundo curso de Bachillerato en el instituto Ama Guadalupekoa de Hondarribia y por las tardes compagina sus estudios con sus entrenamientos como corredor juvenil del Club Ciclista Irunés. Está «deseando coger la bicicleta sin lluvia» y «reencontrarse» con sus compañeros de equipo.

Lo hará mañana, y podrá salirse de ese recorrido que en las últimas semanas se ha convertido en el pasillo de su casa. «Solía ir hasta Gaintxurizketa y el puerto de Hondarribia varias veces hasta completar los kilómetros que me tocaran», explica. Aún no podrá recorrer su ruta favorita «por Bera, Lesaka y Etxalar» ni la alternativa por Iparralde, al no poder salir de Gipuzkoa. «La carretera de Orio y Zarautz» es una de las opciones que baraja para el entreno de mañana, al que irán «cinco compañeros».

Los ciclistas se encuentran en plena pretemporada, por lo que alternan las horas de sillín con el trabajo físico en el gimnasio y la piscina, limitada a «dos o tres personas por calle». A estas alturas está habituado a tener que reservar hora en el polideportivo. «No queda otra, porque el año está siendo raro, con muchas medidas especiales». Este curso escolar se ha dado cuenta de que se aprovechan «mucho más las clases presenciales que a distancia. Tener al profesor cerca ayuda», asegura.

Jon Huarte sonríe sobre su bicicleta en Irun. De la Hera

No pierde el tiempo en lamentar contratiempos como no poder ducharse en la piscina o estudiar en clase sin poder despojarse de la mascarilla. «Me he concienciado para centrarme en lo mío, en tratar de hacer las cosas bien y disfrutar de la bicicleta».

Confía en que «poco a poco» la pandemia remita según avancen las fases de vacunación contra el Covid, pero sabe que «primero irá la población de riesgo y nosotros seremos de los últimos». Todo con la esperanza de no pasar otros tres meses en el rodillo como la pasada temporada.

Pronto disfrutará de las vacaciones de Navidad, y «quedaré algo con los amigos, pero con precaución. No soy de salir». ¿Y en casa? «No nos juntaremos a cenar los 18-19 del año pasado». «Ya habrá tiempo», concluye.

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