Clientes sentados en el bar Rikardo, donde la barra perdió su anterior función. José Mari López

«El poteo en cuadrilla se ha acabado»

La norma que exige consumir sentado lleva al txikiteo a sus horas más bajas y obliga a algunos locales a tener que reservar para tomar el aperitivo

Aingeru Munguía

San Sebastián

Lunes, 24 de agosto 2020, 06:31

Si a los integrantes de la cuadrilla del programa 'Vaya Semanita' les dijeran que o se sientan o Maite no les sirve un vino se ... les saldrían los ojos de las órbitas. Esa kafkiana situación ha llegado después de meses de una dura pandemia y tras el enésimo cambio normativo. Los hosteleros están quemados de tener la mitad de la clientela y el doble de tareas, entre ellas la de hacer de policía con quienes ignoran los decretos de la nueva normalidad. Los grupos de txikiteo son ya una rara avis. Los pocos que se muestran dispuestos a continuar la tradición echan mano del humor al ver las condiciones en las que tienen que tomar los vinos: «Vamos a tener que traernos las sillas de playa para poder potear», comentaban ayer en el exterior de un bar de la Parte Vieja donostiarra. Para tomar el aperitivo dominical, se impone en algunos locales la reserva de mesa.

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La nueva norma que entró en vigor la semana pasada y que obliga a consumir sentado, bien sea dentro o fuera, ha cambiado el interiorismo de los establecimientos. Las barras han perdido buena parte de su función. Algunos las mantienen con taburetes altos, otros las aprovechan ahora para adosarles mesas bajas o altas.

Las aceras de la calle Matía bullían de clientes de bares hasta antes de ayer. Hoy esa estampa se ha acabado: El que no tiene mesa o silla no puede tomar un vino. O hace cola en espera de que se libre un sitio o se va a otro establecimiento. Los camareros de un bar del final de la calle lo dicen claro: «El poteo ha desaparecido prácticamente. Entre quienes tienen el miedo metido en el cuerpo y las condiciones que han puesto...» Otro bar de esta calle que suele taponar la acera con clientes tenía ayer la vía expedita. Dos personas pidieron desde el exterior las consumiciones, pero cuando la camarera se la sirvió lo hizo con una advertencia: «Os tenéis que sentar».

«Es muy duro decirle a una cuadrilla que si no se sientan no les puedes servir, pero esto es así; el poteo ha desaparecido»

Iñigo Marín | Bar Rikardo

«Nos vienen grupos de 5-6 personas, se sientan dos y el resto de pie. Como no podemos servirles así, se terminan marchando»

Esteban | Bar Bergara

En Gros la situación era la misma. Esteban, del bar Bergara, nos explicaba que han perdido «el 70% del negocio de la barra» y los que se sientan en terraza ahora «piden mucho de cocina». Resumen: más trabajo y menos clientes. «Nos vienen cuadrillas de 5-6 personas, intentan sentarse dos y el resto de pie, pero como no podemos servirles así se tienen que marchar». El trabajo ha cambiado totalmente en los bares. Ernesto, del Urtxori Bi, nos explica que ahora con siete u ocho personas llena el bar. «Muchos piensan: no voy a tener sitio en el bar, no salgo de casa. El poteo de todos los días ya no está».

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A Iñigo Marín, del bar Rikardo, casi no hay que preguntarle: «Hoy tienes que hacer de profesor, de camarero, de policía... Nos han pasado unas responsabilidades que no nos corresponden». Su establecimiento tiene carteles por todos los lados con normas a cumplir. La barra se ha convertido en una pared más donde apoyar mesas y sillas para que los clientes sigan las regatas en el televisor. «Estamos reinventándonos todos los días. Es muy duro decirle a una cuadrilla que si no se sientan no les puedes servir, pero esto es así; el poteo ha desaparecido».

«Con esta normativa vamos a terminar trayendo la silla plegable de playa para poder tomar unos vinos»

Fernando, Josetxo y José Luis | Cuadrilla de la Parte Vieja

«Si nos juntamos seis o siete no podemos entrar en ningún sitio. La norma nos obliga a ir a baresque antes no íbamos»

José Mari y Txema | Grupo de txikiteo en F. Calbetón

En el Antiguo o en Gros la terraza exterior está salvando muchos negocios de hostelería. Pero en la Parte Vieja no todos tienen esa posibilidad. El Goiz Argi, de la Fermín Calbetón, era hasta ahora un minúsculo bar siempre atestado de clientes. «Hoy tenemos que obligar a hacer cola para esperar a que se libre un asiento. Si antes entraban 40 hoy son 15». Si antes venían pocas cuadrillas «ahora ya nada», explica Ander.

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Lo conseguimos: vemos una cuadrilla de poteadores en mitad de la Fermín Calbetón. «Si nos juntamos seis o siete no podemos entrar en ningún sitio. De hecho ahora vamos a bares que antes no íbamos porque en los nuestros no podemos consumir. No te dejan cambiar las mesas, mover las sillas...»

En el exterior del Tiburcio tres miembros de otro grupo de poteo se lamentan por la situación: «Se han cargado las cuadrillas y las rutas de poteo. ¿Qué más dará que estemos sentados o de pie»? Fernando, Josetxo y José Luis se ríen cuando uno dice irónicamente que «vamos a terminar trayendo la silla plegable de la playa para poder tomar vinos».

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Algunos hosteleros de la Parte Vieja han reciclado sus repisas exteriores, antes utilizadas para que los fumadores pudieran consumir de pie fuera del local, a modo de minimesas a las que han adosado unos taburetes. Fernando y Alina, trabajadores del gremio en Madrid, comentan mientras toman una gamba a la gabardina en el Paco Bueno que «todos nos hemos tenido que adaptar».

'Moha', propietario del bar Itxaropena, reconoce que antes su barra acogía a 20 personas y hoy solo caben ocho, pero se resiste a eliminarla para colocar más mesas. «Esto pasará y yo quiero mantener ese espíritu del poteo en mi bar, no quiero perder esa clientela». Hasta entonces tendrá que seguir cogiendo «reservas para tomar el aperitivo».

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