Racimos de uva dañados en una bodega guipuzcoana. Lobo Altuna

«He perdido casi la mitad de las uvas por culpa del calor y el mildiu»

Los bodegueros de txakoli de Gipuzkoa muestran su preocupación por la caída de producción que se espera este año por las altas temperaturas que han expandido el hongo

Pablo Campano

San Sebastián

Viernes, 22 de agosto 2025, 00:07

La ola de calor que achicharró Gipuzkoa la semana pasada ha dejado consecuencias en muchos sectores. Uno de ellos es el de la viticultura, a ... la cual, tanto el calor excesivo de aquellos días, como las lluvias torrenciales que vinieron a continuación, siguen afectando negativamente. Las jornadas de calor intenso, sumadas a la constante humedad guipuzcoana, han acabado pasando factura a los viñedos locales, ya que estas son las condiciones perfectas para que el hongo mildiu, que ya estaba causando estragos este verano en la Rioja Alavesa, se haya expandido entre las parras de Gipuzkoa y haya golpeado con fuerza a la producción de txakoli, incluidas las bodegas de la Denominación de Origen Getaria, aplicable al conjunto de Gipuzkoa.

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El mildiu es un enemigo habitual de los viticultores, que cada año presenta un desafío para la producción de las variedades de uva autóctona. Se introduce por las hojas y los racimos, y se multiplica con rapidez cuando la temperatura supera los 25 grados. A más calor y humedad, más se expande y menos funcionan los tratamientos que tratan de proteger los frutos.

«Para nosotros, los que hacemos todo ecológico y no usamos tratamientos ni productos, estos días de tanto calor han sido fatales. Las altas temperaturas nos afectan cada vez más, porque hacen proliferar el hongo y además producen quemaduras en los racimos de uvas. Nos sentimos completamente indefensos ante el mildiu porque no usamos ningún tipo de sustancia artificial. No hemos contribuido al cambio climático, y aún así, ahora que llegan las consecuencias estamos más desprotegidos que el resto», explica José Javier Oregi, de la bodega Urkizahar, en Beizama, preocupado por «la falta de ayudas» que reciben los fabricantes de txakoli que emplean «el método que se lleva usando toda la vida».

La combinación de temperaturas extremadamente altas con la lluvia y la presencia del mildiu, ha llevado a que «este año, con todos esos factores juntos, se hayan echado a perder cerca de la mitad de las uvas del viñedo».

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El panorama se repite en distintos puntos del territorio, incluso donde sí que tratan la uva para intentar evitar que se desperdicie. «La uva que ha quedado al sol, sin recubrimiento, se ha quemado y se ha echado a perder. Además, la mezcla de calor y humedad hace que haya mucho mildiu. Ni con los mejores tratamientos hemos podido evitar que este año sea especialmente malo en la lucha con el hongo», detalla Juan Mari Etxabe, de la bodega Flysch, de Deba. Según apunta, las pérdidas varían en función de la finca, y detalla que «hay viñedos que han perdido el 30%-40% de la producción, otras el 50% y algunos incluso más de la mitad de la cosecha». «El recuento real se hará durante la cosecha, que será en septiembre, pero ya se prevé que será menor que otros años», anticipa.

En los días más calurosos, las noches tampoco ofrecieron tregua, lo que complica aún más la lucha contra el mildiu. «El calor excesivo y, sobre todo, que no haya refrescado por las noches en las jornadas de ola de calor, propicia el crecimiento de este hongo. No hubo una bajada considerable de temperatura ni por las noches ni por las mañanas, y así el hongo resistió mucho más y pudo expandirse», señalan fuentes del sector. Una circunstancia que, advierten, «complica en gran medida» las labores de cultivo. «Todos los viticultores tenemos este problema este año. Aquí en verano siempre hay calor y humedad, por lo que siempre está presente, pero este 2025 está siendo mucho peor que otros años. Esto hace que a nosotros nos salga más caro producir, y que además la cantidad sea menor, por lo que es casi seguro que el precio del producto final se vea afectado debido a estas circunstancias», explican.

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Enemigo biológico y climático

En 2023, las temperaturas extremas ya obligaron a adelantar la recogida en algunas parcelas guipuzcoanas. Este año, los viticultores temen un escenario similar. «Lo que sería realmente bueno para la uva sería que no lloviera y que hiciera sol, pero con un calor normal, no esto que hemos vivido este año, y que cada vez tiene más pinta de que va a ser la nueva norma aquí en Gipuzkoa», insiste Oregi. El cambio climático se convierte así en una amenaza estructural para el txakolí, un vino que forma parte del patrimonio cultural de Gipuzkoa, siempre presente en hogares, sidrerías, restaurantes y fiestas populares de la zona.

Y mientras los racimos quemados por el sol o debilitados por el mildiu son ya una imagen común, el sector espera a la llegada del mes de septiembre para cosechar los frutos sanos y medir el alcance real de las pérdidas producidas por el mildiu y las lluvias torrenciales posteriores a la ola de calor. «No sabemos de qué cifras estamos hablando hasta la cosecha, pero es casi seguro que la producción será inferior a años anteriores», reconocen.

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