¿Dónde están los pélets?
Rodean el Golfo de Bizkaia y viajan dispersos al norte impulsados por el viento sur, aunque no se descarta que acaben llegando al País Vasco si cambian las condiciones meteorológicas
La semana del 8 al 14 de enero los teléfonos de Azti comenzaron a sonar. «Empezamos a recibir multitud de llamadas de personas que ... habían encontrado pélets», recuerda Manuel González, experto en oceanografía del centro tecnológico Azti. Un mes antes, un contenedor transportado por el buque 'Toconao' frente a la costa portuguesa había caído al mar y de él surgieron más de mil sacos con pequeñas bolas de plástico destinadas a la fabricación de envases.
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Las esferas comenzaron a llegar al litoral gallego, que se llenó de voluntarios dispuestos a limpiar las playas. El recuerdo del 'Prestige' pronto salió a colación y se hablaba de una nueva catástrofe medioambiental. En las comunidades autónomas del litoral cantábrico se crearon mesas de crisis para hacer frente a un posible desastre ante la inminente llegada de la marea blanca, mientras barcos y aviones escudriñaban el mar en busca de las bolas. Hasta ahora nadie las ha encontrado.
«En la costa del País Vasco no hemos visto absolutamente nada», dice González. «Una de las labores que hacemos es estar en contacto con las personas que asesoran otras mesas de crisis en otras comunidades autónomas. Por ejemplo, en el norte de Galicia, que sería por donde deberían entrar los pélets si llegan hasta aquí, tampoco nadie ha observado una mancha de dimensiones apreciables. No tenemos ninguna información, ningún avistamiento ni con barcos ni con los aviones que estuvieron volando en la costa gallega de qué parte del vertido haya podido entrar en el Golfo de Bizkaia», añade.
«Hasta la primavera pueden llegar a nuestro litoral algunas bolas mezcladas con otros materiales»
Manuel González
Azti
Y sin embargo están en alguna parte. Las bolas de plástico flotan, no han podido ir al fondo, se desplazan con las corrientes pero es muy difícil verlas, no es como un vertido de petróleo, que viaja sobre la superficie como una sola entidad, casi como si tuviera vida propia. «El comportamiento de los pélets es completamente distinto. Son pequeños granos que una vez vertidos al mar no hay nada que los mantenga unidos. Es imposible que se formen manchas de grandes dimensiones como para que sean apreciables. Dos sacos pueden salir con minutos de diferencia del vertido y y al cabo de una semana están separados a decenas de kilómetros y una vez que el saco se abre, aún más. Están dispersos por todas partes y cuando más tiempo pase más dispersos van a estar», afirma el investigador de Azti.
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No se ven, pero se sabe hacia dónde se dirigen. Gracias al estudio de las mareas y de las condiciones meteorológicas se estima que los pélets se están desplazando hacia el norte sin que hayan llegado a entrar en el Golfo de Bizkaia, al menos no en cantidades apreciables. «La experiencia que tenemos de algún otro vertido es que el viento sur lo envía hacia el norte y lo dispersa, y si viene alguna borrasca con vientos del noroeste más fuertes y con oleaje, lo que hace es volver a agruparlo y acercarlo a la costa. Cuando sucede esto sí que puede que se produzca alguna arribada de pequeñas dimensiones, pero hasta ahora no tenemos constancia de ello».
Según las previsiones meteorológicas, el viento sur se mantendrá al menos durante una semana. De ser así, y en el supuesto aún por confirmar de que los pélets hayan llegado al Golfo de Bizkaia, las esferas podrían acabar llegando a las zonas arenosas de Las Landas. Y si cambia el tiempo, también podrían dar la vuelta y acercarse al País Vasco.
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Zona de acumulación
«En otoño e invierno, el Golfo de Bizkaia es una zona de acumulación de material. La corriente entra a través de la costa gallega y va en paralelo a la costa asturiana y la del País Vasco. A partir de primavera es al contrario porque cambian los vientos y predominan ligeramente más el este y el nordeste». Entonces, el golfo se convierte en una zona de dispersión. «Es una especie de péndulo. Cuando sopla sur se va hacia el norte y cuando entra una borrasca, sobre todo con oleaje y con fuerte viento, se concentra todo en nuestras costas. En principio, hasta la primavera tenemos posibilidades de que nos lleguen algunos pequeños restos de ese material, al igual que normalmente nos llegan restos de otros vertidos o de otras sustancias», dice González.
En el caso de que los pélets acaben alcanzando nuestras costas no parece que haya motivos para una excesiva alarma. «Por supuesto que es material contaminante y se degrada en el mar. Cuando lleve mucho tiempo en el agua se deshará en fibras más pequeñas y por supuesto que es contaminación, pero el volumen del vertido es muy pequeño. De hecho, lo que han recogido hasta la fecha en Galicia no llega a cuatro toneladas».
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«Hay que pensar en las dimensiones del vertido. Son 26 toneladas, seguramente la mayor parte habrá incidido algo en la costa norte de Portugal y en la costa atlántica gallega, y puede ser que una parte haya entrado en el Golfo de Bizkaia, pero la naturaleza del vertido es muy dispersiva», explica el investigador de Azti. Más allá de la zona atlántica, las pequeñas bolas de plástico han respetado el litoral. «Se recogieron muy pequeñas cantidades. Estamos hablando de kilos en la costa del norte de Lugo, algo en Asturias y aún menos en Cantabria. Cuando se empezó a reportar que se habían encontrado en el norte de Galicia pensamos que podíamos estar ante un problema grave, pero al cabo de unos días empezamos a ver fotografías de los pélets que se estaban recogiendo y eran cantidades de mucho menos de un kilo», afirma Martínez. Hubo una imagen que les tranquilizó y les puso «en contexto la verdadera situación». Era la foto de un voluntario que había pasado toda una mañana recogiendo bolas en una playa. «Le cabían en una mano», comenta.
Eso no significa que los investigadores no estén pendientes de lo que pueda venir al País Vasco. «Una parte importante del vertido todavía va a estar disperso por ahí y, cuando llegue, lo normal es que lo haga mezclado con otro mucho material, como ramas, y algas. Una parte llegará a los acantilados y el oleaje lo irá sacando hacia la costa, pero en cantidades pequeñas», asegura el experto de Azti. A la espera de lo que pueda ocurrir, el centro trabaja para entender el comportamiento de los pélets. «Seprona nos ha traído un saco entero y estamos probando las muestras para ver cuánta agua cogen y si siguen flotando con el paso de los días. Queremos mejorar las previsiones porque hasta la fecha no nos habíamos enfrentado a este tipo de vertidos».
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