Irene y su hermana Amaia en Bravo Murillo cuando Amaia consiguió llegar del trabajo
Gran nevada

«Madrid parece una estación de esquí»

Guipuzcoanos en la capital describen una ciudad cubierta de un manto blanco que poco tiene que ver a la habitual. Con esquiadores, trineos y sin tráfico

Macarena Tejada y Ana Vega

San Sebastián

Sábado, 9 de enero 2021

Madrid se convirtió ayer en una gran estación de esquí. Cada calle, una pista. Verdes, azules, rojas... De todos los niveles, incluso había zonas ... que podían considerarse fuera de pista por el riesgo de encontrarse con árboles caídos, coches sepultados o incluso algo de hielo. «Es una nevada histórica», describen varios guipuzcoanos asentados en Madrid. Ninguno de ellos recuerda un temporal similar.

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Irene Martínez

«Mi hermana se ha tenido que quedar a dormir en mi casa»

La donostiarra Irene Martínez lleva en Madrid desde que terminó la carrera de Periodismo, en 2004. En varias ocasiones había visto caer copos en la capital, pero «nada parecido a lo de estos días. Nada más despertarme ayer, a eso de las siete de la mañana, fui a abrir la ventana de la terraza para ver cómo había amanecido. Hacía ventisca y había tanta nieve que entró dentro de casa. Luego no podía cerrar la puerta», ríe al otro lado del teléfono. Si bien la gran nevada no ha «trastocado» sus planes –va a pasar el fin de semana resguardada en casa–, sí ha alterado la rutina de su hermana Amaia. «Es traumatóloga y cuando el viernes terminó el turno de guardia a las ocho de la tarde no pudo volver a su casa, que está en las afueras. Para ir al metro pasó por debajo de un árbol caído y se ha tenido que quedar a dormir con nosotros. Todavía no sabe cuándo podrá regresar a su piso», reconoce.

Irene y su hermana Amaia en Bravo Murillo cuando Amaia consiguió llegar del trabajo .

Marta Pérez

«En mi zona casi todos los establecimientos han cerrado»

A Marta Pérez los primeros copos le cogieron de vuelta a Getafe, donde vive desde hace once años, el pasado jueves 7 de enero, después de haber pasado las navidades con su familia en Irun. «Al entrar a Madrid por la A-6 ya había bastante nieve. Los coches que venían de la sierra por la A-1 los vimos cubiertos. Si se te ponía delante de ti la nieve se iba para la luna del coche», cuenta.

Los comercios de su zona cerraron ayer por la tarde, cuando era «casi imposible» salir a la calle. Ella temía por su nevera. «Como cuando llegué no me dio tiempo de ir a hacer la compra no tenía casi nada. Es un problema. He estado tirando de las poquitas cosas que me quedan, pero apenas hay sitios abiertos. He tenido suerte y he encontrado una frutería abierta como excepción», cuenta entre risas.

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Marta junto a un muñeco de nieve

Amaia Olmedo

«La nieve me llega hasta las rodillas y hace un frío horrible»

«Empezamos 2021 con más aventuras, como si en 2020 no hubiéramos tenido bastante», ríe Amaia Olmedo desde Madrid centro, donde se mudó hace ya tres años. La borrasca 'Filomena' y la nevada histórica en la ciudad han cogido a esta estilista de moda errenteriarra de sorpresa. Pese a las advertencias de las autoridades, no esperaba que fuera a cuajar tanto. «La nieve me llega casi hasta las rodillas. El viernes me encerré en casa y ayer salí porque me hacía ilusión ver el paisaje así, pero solo unos minutos. Hace un frío horrible», explica. Va cubierta de los pies a la cabeza. «En días como este se agradece llevar la mascarilla, que la llevo por debajo de la bufanda», matiza.

Su calle, Bravo Murillo, poco tiene que ver con la de hace unas jornadas. Está «toda» cubierta de un manto blanco, «trineos por la calle tirados por Huskies, muñecos de nieve... La gente está disfrutando mucho. No hay nada de tráfico porque los coches y autobuses no pueden circular. Parece otra ciudad completamente diferente.Todo el transporte que va sobre tierra está parado. Solo funcionan algunas líneas de metro», refleja.

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Amaia salió a ver la nieve pero volvió pronto a casa por el frío

Mikel Pérez

«Tenemos miedo a que se convierta en hielo mañana»

Pese a los inconvenientes que ha causado el temporal, el donostiarra Mikel Pérez, que lleva dieciséis años en Madrid, ha disfrutado de él. «Ha estado bastante guay. No estamos acostumbrados a la nieve ni aquí ni en Donostia. Ayer por la mañana temprano salimos a dar un paseo de una hora, antes de que el resto de la gente estuviera por la calle. Toda la nieve estaba virgen, sin pisar... Fue una gozada».

Aprovechó esos momentos de tranquilidad en una Madrid que se llenó de muñecos de nieve y gente lanzándose bolas o haciendo el ángel en el suelo. El viernes, además, no pudo disfrutar de los primeros copos al trabajar. Fue una jornada más delicada.«Voy a pie a mi trabajo y resbalaba. Estaba peligroso. Tenemos miedo a que esto se convierta en hielo el lunes y martes». En cualquier caso, insiste en que «sorprende mucho ver Madrid así. Es increíble lo bonito que está».

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Mikel, en una parada de autobús de Madrid.

Igor Arregi

«No se ven los coches y hay árboles caídos en las calles»

El donostiarra Igor Arregi lleva diez años viviendo en Madrid y nunca lo había visto así, «pero es que mis conocidos de aquí tampoco recuerdan algo tan fuerte en los últimos años. Ya no se ven ni los coches». Es diseñador gráfico, autónomo, y trabaja desde casa por lo que no tiene problemas si se queda aislado. Sin embargo, reconoce que la situación «impresiona» y no quiere imaginar los problemas que pueda ocasionar una nevada de tales dimensiones. En algunas calles han amanecido con «árboles arrancados de la fuerza de la nieve que ha caído». Una vez pasada la emoción de ver una nevada de esta envergadura, «me preocupa las bajas temperaturas de los próximos días. Se va a hacer complicado caminar o desplazarte en coche a trabajar por el hielo».

Igor en mitad de la calle, entre coches sepultados por la nieve

María Rodrigo

«Nos volvimos un día antes por las previsiones»

Hace once años que María Rodrigo cambió su domicilio habitual en Donostia por el de Madrid, pero en fechas como Navidad sigue volviendo a su casa en San Sebastián para estar con su familia. Este año, pese al Covid, también disfrutó de unos días en la capital guipuzcoana, aunque el regreso a Madrid se vio adelantado por el temporal. «Nos volvimos un día antes por las previsiones de nieve. Mi marido y mi aita empezaron a ver que venía una gran borrasca y decidimos salir el viernes en vez de el sábado», explica.

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No tuvieron problemas para entrar a Madrid, pero «a 70 kilómetros ya empezó a nevar. Todavía era pronto y pese a que las calles se empezaban a teñir de blanco las carreteras aún estaban perfectas, nada que ver con el fin de semana», cuando se tuvo que cortar el tráfico y las autoridades pidieron quedarse en casa.

«La imagen es impresionante. La Castellana o la calle José Abascal, a la que llamamos José Atascal porque siempre está llena de coches, permanecen vacías. Hay comercios que no han podido abrir porque los trabajadores viven lejos y no han llegado y los bares que han abierto parecen una zona de apreski y Madrid una estación. Es una pasada».

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María disfruta de la nieve junto a su marido, Iñigo y su hija Lola

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