Un hombre espera bajo la nevada ante una cabina telefónica en la acera del Mercado San Martín de la calle Urbieta de San Sebastián. Fotos: Usoz | Vídeo: Ainhoa Múgica

Durante una semana Gipuzkoa fue Siberia

Hace 35 años un temporal de nieve y frío colapsó el territorio entre el 7 y el 15 de enero y causó dos muertos

Domingo, 12 de enero 2020, 07:37

Lunes, 7 de enero de 1985. Gipuzkoa se disponía a recuperar la normalidad después de las fiestas de Navidad. Esa mañana, lo que comenzó siendo una simpática nevada que empezó de madrugada en Irun, aunque ya el sábado habían caído bastantes copos en el Goierri, terminó convirtiéndose en un temporal que llevó al caos a todo el territorio, que estuvo prácticamente paralizado durante más de una semana. La idílica postal de La Concha con 15 centímetros de nieve se transformó en una pesadilla para muchos, sobre todo por la rapidez con la que cuajó en alguna zonas, en apenas un cuarto de hora. Hacía más de sesenta años que no se registraba una nevada de ese calibre y, cosa curiosa, cayó más en Gipuzkoa y Bizkaia que en Araba o Navarra. Además no había hecho tanto frío desde 1956.

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Galería. Temporal de nieve de 1985

«El País Vasco, cerca del colapso», «La falta de materias primas podría afectar a la industria», «Irun, tres días sin gas», «Psicosis de falta de productos de primera necesidad», «Europa tirita de frío», «Los muertos se congelan en el depósito de Polloe», «El Ejército abasteció de butano el Alto Deba», eran algunos de los titulares que se leyeron esos días en este periódico y que todo el mundo pudo leer porque, como también aparecía publicado, «Los repartidores de DV llegaron a toda Gipuzkoa». No todo fueron titulares casi apocalípticos, también se habló de una carrera de esquí de fondo que se organizó por La Concha y Ondarreta y de cómo los aficionados a los deportes de invierno aprovecharon esos días para practicarlos sin tener que viajar.

Margarita Martín, delegada de Aemet en el País Vasco, recuerda perfectamente ese temporal porque «había comenzado a trabajar el 2 de enero». Desde entonces, señala, «no ha habido un día en el que todas las máximas y, por tanto, todas las mínimas fueran negativas». Ese día fue el Día de Reyes, cuando en Donostia la temperatura más alta solo alcanzó los -4 grados y en Aretxabaleta -8, 4º.

Portada de El Diario Vasco el 8 de de enero de 1985

La causa

Un anticiclón, que estaba estacionado en Groenlandia, se extendió desde Francia hasta el norte de Rusia y los Urales, y enlazó con otro siberiano. El primero se desplazó por el Golfo de Vizcaya donde cogió humedad, «algo muy extraño porque se suele quedar en las Islas Británicas». Al mezclarse con el que procedía de Rusia, que era seco, se dio la tormenta perfecta para que nevera en la costa cantábrica. Este temporal afectó a todo el continente, con unas temperaturas extremadamente frías. En Vitoria se registraron -17,8 grados; en La Molina (Lleida), a más de mil metros de altura que la capital alavesa, -18; en Burdeos -15 y -25 en Finlandia .

La víspera de Reyes en Donostia, como municipio representativo de la costa, comenzó a nevar y hasta el 15 de enero lo hizo durante ocho días. En Vitoria, en el interior, la nieve empezó a caer el día 4 y no paró hasta el 17, es decir, 13 días consecutivos. El pastor del Gorbea, Jacinto Sagarna, ya entonces achacaba «a la contaminación» el mal tiempo de esos días. El fin de semana dio una tregua, aunque heló, pero el temporal volvió a arreciar el lunes 14 regresando el caos.

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En todo el territorio se produjo una psicosis de desabastecimiento, sobre todo en el interior

El 7 de enero, primer día del temporal, en Igeldo se registraron 24 litros de nieve. Los colegios y las facultades se cerraron y los estudiantes de todas las edades vieron prolongadas sus vacaciones durante una semana. A partir de ese día y durante más de siete, en Gipuzkoa se congelaron tuberías y hubo cortes de luz, se volcaron cientos de toneladas de sal –en Donostia fueron 50 que no sirvieron para nada–, los quitanieves y máquinas similares de la Diputación no daban abasto, los servicios de autobuses estaban prácticamente paralizados –salvo algunas líneas del centro de la capital–, los taxis habían desaparecido y las policías municipales y la Ertzaintza trasladaban a gente que no podía llegar a sus casas –en Eibar la Guardia Civil fue la encargada de llevar al hospital a cuatro heridos–.

En el interior del periódico del 9 de enero de 1985 se detallaron las numerosas indidencias que provocó la gran nevada

El único medio de transporte que funcionaba mínimamente era el ferrocarril, pero con tremendos retrasos, el aeropuerto permaneció cerrado varios días y la Cruz Roja recorría los caseríos atendiendo a enfermos y ancianos. Fueron cientos las personas que sufrieron caídas con roturas, principalmente de muñeca y húmero. Unos universitarios de Bilbao, que habían llegado a San Sebastián a primera hora del día 7 y no pudieron volver, fueron alojados en el hotel María Cristina, que entonces era propiedad municipal, tenía cuatro estrellas y todavía no se había renovado. En muchas comarcas, las empresas cerraron varios días, si no todos los que duró el temporal, por problemas de acceso y en algunos casos por falta de suministros y, en las últimas jornadas de la nevada los alcaldes pedían la colaboración ciudadana para limpiar las calles de la nieve y las basuras.

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El primer día de la ola de frío se cobró la vida de un indigente en la estación del Topo de Amara. No fue el único que murió por congelación en Donostia. El domingo 13 falleció otro en una fábrica de lejías frente a Contadores, en el Alto de Miracruz. Se trataba de un asturiano que habitualmente dormía ahí. Un compañero suyo, natural de Lasarte, tuvo que ser atendido porque se encontraba en muy malas condiciones y un joven portugués también necesitó asistencia por síntomas de congelación tras tirarse al río Bidasoa para cruzar a Francia sin visado. Un hondarribiarra permaneció perdido un día en Peñas de Aia.

Ramón Labaien, alcalde de Donostia, reconoció que varios servicios municipales no habían estado a la altura

Casi desde el primer día se extendió una psicosis de desabastecimiento. La gente se abalanzó sobre las panaderías que vieron como les quitaban de la mano el poco pan que les llegaba. El Mercado Central de Frutas apenas tenía oferta y en algunos municipios del Alto Deba incluso se quedaron sin legumbres. Si los establecimientos de gorros, sombreros, boinas, abrigos, botas y cadenas para el coche hicieron su agosto ese enero, los cines o los vendedores de la ONCE veían cómo se desplomaban sus ingresos. Los pocos ocupantes de los puestos del mercado de Ordizia vendieron sus productos al precio que quisieron.

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Portada del suplemento especial que se publicó como sonsecuencia de la nevada

El frío provocó también que se batieran récords de consumo de gas. Muchos domicilios funcionaban todavía con bombonas de butano. El reparto se hizo imposible y en las fábricas se agotaron las botellas. Por ejemplo, en Irun estuvieron tres días sin gas, y después se formaron largas colas en los soportales del Ayuntamiento para hacerse con bombonas. En el Alto Deba se agotó el gasoleo B y fue el Ejército quien abasteció de butano la zona el día 15.

Los datos:

  • 8 días nevó en Donostia entre el 6 y el 15 de enero. Las jornadas en las que despejó se produjeron heladas, aumentando los problemas de tránsito tanto para peatones como para vehículos.

  • Hacía más de 60 años que no se registraba una nevada de ese calibre en Gipuzkoa.

  • La temperatura más baja en el País Vasco se dio en Vitoria con -17, 8 grados.

  • Dos anticiclones procedentes de Groenlandia y Siberia se juntaron en una tormenta perfecta.

El temporal también sirvió para ver otra imagen inédita: un político reconociendo errores. El alcalde de San Sebastián, Ramón Labaien, reconoció el viernes 11 que «la actuación municipal ha sido un buen ejemplo de cómo no actuar». También señaló que «la reacción municipal ha sido muy débil y poco adecuada, predominando una descoordinación general». Solo salvó a bomberos y guardias municipales y señaló que «no parece de recibo que desaparezcan los taxis». Estos se justificaron señalando que se habían quedado sin cadenas porque se habían roto por el uso. La regañina surtió efecto y cuando el lunes 11 hubo otro fuerte temporal los servicios funcionaron más coordinados, aunque también se registraron numerosos problemas.

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