El modelo 'eskola txikia' atrae 1.215 alumnos en Gipuzkoa, cuatro de cada diez de toda Euskadi
Educación. ·
Los centros públicos de municipios pequeños y barrios han sufrido variaciones en la última década en función de la tasa de natalidad y la política de viviendaLa red que lleva hasta los pueblos más pequeños o barrios de municipios grandes una oferta educativa propia y de fuerte arraigo local goza de ... buena salud en Gipuzkoa, territorio en el que más familias atrae proporcionalmente. Más de cuatro de cada diez niños (el 43,9%) matriculados en una eskola txikia –así se llaman los centros de este modelo público– van a un colegio guipuzcoano. Un total de 1.215 alumnos agrupa la red en el territorio, más que los 1.184 que apuestan por esta alternativa en Bizkaia, con más de 400.000 habitantes de diferencia a favor del segundo.
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Los datos de evolución de la última década denotan, además, una manifiesta fidelidad de las familias guipuzcoanas hacia este grupo de centros con identidad propia. Desde el curso 2014/15, el conjunto de la red ha perdido tan solo 18 alumnos, si bien han sido más los centros que han restado alumnado (17) que los que han crecido (8).
La coordinadora de la red, Miren Odriozola, explica que «la situación es dispar según el colegio pero, en general, las eskola txikiak gozan de buena salud. En algunos centros los ciclos no cambian: si entran tres niños o niñas, salen otros tres. Ahora bien, es verdad que en los últimos años, con una dinámica demográfica a la baja, han salido quintadas más numerosas que las que han entrado».
La evolución tiene un componente cíclico en función de la natalidad, pero responde también a otro factor determinante, tal y como sostiene Odriozola. «Si en un municipio construyen viviendas, los jóvenes se quedan, tienen familia y nuestros centros ganan más alumnos. El crecimiento está muy vinculado a la política de vivienda y las políticas de revitalización, lo que llamamos herrigintza».
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El caso más paradigmático lo arroja la eskola txikia de Ezkio-Itsaso. Echó a andar con 10 alumnos hace una década y hoy cuenta con 56. Por el camino se han construido viviendas adquiridas por vecinos de la propia localidad, que han apostado por echar las raíces educativas de sus hijos al lado de casa, sin salir del municipio.
Poca fuga en cada pueblo
Ha asistido a la historia completa la profesora Edurne Bidekieta, que recuerda «aquel primer curso (2014/15) en el que arrancamos de cero y solo teníamos el espacio, que era el desván del edificio del Ayuntamiento de Ezkio. Empezamos con diez alumnos: cuatro de 3 años y seis de 2, más dos profesores. Había más niños, pero la costumbre de marchar fuera ya se había instaurado. Las familias iban a Ormaiztegi, Zumarraga-Urretxu, o Gabiria. Los niños andaban desperdigados».
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El escenario ha cambiado. Los padres valoran positivamente la opcion de la eskola txikia. Es el caso de Asier Sasieta, que esgrime varios motivos. «La tenemos aquí mismo, y en ese sentido nos aporta cercanía y comodidad. También lo vemos como un punto de encuentro para los niños del pueblo, que se juntan en torno al colegio. Por último, el modelo, euskaldun y arraigado en un entorno rural, también reúne los valores en los que creemos en casa».
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Aunque, tal y como rescata Bidekieta, «en un principio hubo que hacer trabajo de promoción en períodos de prematrícula y los padres recurrieron al boca a boca», hoy, tanto el centro de Ezkio como los otros 25 del territorio gozan de buena reputación. Odriozola constata que «los que se quedan a vivir en el pueblo eligen nuestras eskolas. A diferencia de lo que ocurre en Bizkaia, en Gipuzkoa no hay mucha fuga. Las variaciones aquí responden a la evolución demográfica de cada pueblo».
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Cita alguna excepción. «El centro de Zubieta creció mucho unos años por la elección de familias de Usurbil y Lasarte-Oria. También a Ezkio se movieron de Zumarraga. Pero lo normal es que sean los vecinos del propio pueblo los que nutren las matrículas».
Si la bajada general de la natalidad arroja un saldo demográfico negativo en grandes ciudades, los municipios pequeños y barrios tienen aún un reto mayor para sostener el número de niños y niñas. Miren Odriozola incide en que «es clave intentar que los jóvenes no tengan que desplazarse a hacer su vida en otros municipios más grandes. Son claves las políticas locales en nuestros pueblos para que esos jóvenes puedan encontrar las condiciones para construir ahí mismo su proyecto de vida. Aparte de eso está la inmigración. También es un factor que traerá un crecimiento».
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Logrado el prestigio en la comunidad de padres, otro frente tiene que ver «con la consideración de la propia red dentro del sistema educativo en la negociación de convenios y condiciones. Nuestros porcentajes de profesores son diferentes pero los retos educativos no cambian», deja caer Odriozola.
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