Las mascarillas son...
Aquí, en la nueva normalidad ·
... para el verano. Damos por finiquitada la desescalada con la apertura de nuestras mugas. Ha parecido una película, pero ha sido demasiado realQue no nos aclaramos ni para culminar la desescalada. Aunque visto lo visto, como para sorprendernos. Cierto es que con los antecedentes de los cambios ... de fase se veía venir, al igual que los memes puestos en bandeja por el acto del lehendakari Urkullu y su homólogo cántabro, Miguel Ángel Revilla, para inaugurar la 'nueva normalidad'. Vaya imagen. Como si todos los vascos fuéramos a Castro los fines de semana a comer anchoas, mientras en Donostia los parques infantiles seguían precintados, aunque no en Tolosa, o un irunés no ha podido ir hasta hoy a visitar a sus familiares a Lesaka o a pasear en Hendaya, después de que Francia accediera 'in extremis' a abrir la muga. Que había habido otro error de interpretación. Je ne comprends pas. En fin, que a estas alturas un día más o menos tampoco van a ningún lado, pero esperemos ver el mismo despliegue e ímpetu invertidos en la apertura de la muga eusko-cántabra en otras muchas cuestiones. Y no porque haya elecciones.
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Total, que ya estamos aquí, en esta nueva normalidad que es solo en apariencia como la vieja, pero con una mascarilla en la boca o a modo de coletero, además de una espada de Damocles pendiendo sobre todos. Y si tiene sangre tipo A, como servidora, con mayor riesgo de gravedad en caso de contagio, según ha concluido un estudio. Si no quieres taza, taza y media. Vaya alegría para estrenar el verano.
Para más inri, la Real no da pie con bola. Que una cosa es que el equipo estrella de la Liga se estrelle en el reinicio con apenas un punto de seis, y otra el cómo del paupérrimo resultado, que hasta los compañeros de deportes se han puesto en modo Fernando Simón y ya han hecho suyo el lenguaje pandémico con titulares tipo «Confinados», «Desescalada libre», «Se mantiene el estado de alarma». A ver si esta noche empiezan a doblegar la curva.
La de 2008 fue la crisis de los mercados financieros. La de 2020 es más penosa, tiene nombre y apellidos
Qué tiempos aquellos, los de la curva. ¿Y se acuerdan de alcanzar el pico? Aunque parezcan cien semanas, fue hace cien días cuando estábamos tan tranquilamente planeando qué hacer en Semana Santa y de sopetón nos encerraron en casa. Hasta tuvo su gracia, oiga, muy al principio. Cuando ir a por el pan era el plan. Esos perros agotados de tan paseados. Las vídeo y vinollamadas. Cuando las canas se pusieron de moda, aprendimos a teletrabajar, se hacían manualidades con los niños y experimentos en los fogones. Cuando un rodillo para hacer bici en el balcón pasó a costar más que un lingote de oro y estropeamos alguna que otra prenda de tanto desinfectar con lejía.
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Una suerte de vacaciones para los que hemos tenido la fortuna de esquivar el virus que enseguida se nos atragantaron. Y sin ninguna almendra. Porque por mucho que nos acompañara el anticiclón para ver la vida pasar desde el balcón, no estábamos preparados para un abril vestido de agosto, sin la certeza de saber que septiembre estará esperando con todas sus rutinas. Ahora todo es incertidumbre.
¿Se acuerdan del pico y de la curva? ¿Cuando ir a por pan era el plan y de aquellos perros tan agotados?
Nos confinaron porque un abrazo a un amigo podía significar la muerte de su madre. Incorporamos el hábito de consultar la cifra de contagiados de cada municipio, así como la costumbre del aplauso de las ocho para unos sanitarios y otros profesionales que reclamaban EPIs cuando algunos no sabíamos ni lo que eran. Empezó el drama en las residencias de mayores. Soledad y muerte. «No se puede justificar que un anciano muera sin poder dar la mano a un ser querido. Eso es tremendo», leía en estas páginas a Juan Luis Ibarra en su entrevista de despedida del Tribunal Supremo del País Vasco. Es muy importante saber si la dexametasona o la hidroxicloroquina funcionan, pero igual de relevante es consensuar el trato que merecen las personas mayores y los dependientes. Que la salud es algo más que la ausencia de enfermedad.
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El hotel cinco estrellas más señero de Donostia se convirtió en hospital y ahora espera a turistas. Sin obviar la amenaza de los brotes, que los habrá, la crisis sanitaria parece estar bajo control, aunque en vez de el de las discotecas el baile sea de cifras: en España han muerto oficialmente 28.313 personas. En Euskadi, 1.603. Mucho ánimo a los once que siguen luchando en las UCI. Y a sus familias. Eutsi goiari!
Ahora preocupan el shock económico y social. La de 2008 fue la crisis de los mercados financieros. La de 2020 es mucho más penosa, porque tiene nombres y apellidos. Zaindu.
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