Letras gigantes, un atractivo para los turistas en todo el mundo

La mayoría de turistas que hasta el pasado mes de diciembre visitaron la capital holandesa no concebían abandonar la ciudad sin su foto frente a las letras que hacen ese juego de palabras 'Iamsterdam' (Yo soy Amsterdam), y que se han convertido en el lema de la ciudad. Al margen de que el Ayuntamiento haya decidido ahora retirar ese símbolo por el exceso de turistas, el caso holandés no deja de ser un ejemplo de las tantas ciudades a lo largo y ancho del planeta que se han sumado a esta moda. Desde Cancún, hasta Toronto, pasando por Moscú y sin olvidar otros casos más cercanos como Vitoria, Bilbao o Gijón, o el inconfundible Hollywood, que fue donde verdaderamente nació esta iniciativa.

Los letreros gigantes con el nombre de la ciudad en cuestión, se han convertido en todo un reclamo para los visitantes con una doble función: sumar otra foto divertida al repertorio del viajero, que después compartirá con sus allegados, y desde un punto de vista de la promoción turística, que esas publicaciones en redes sociales dejen bien claro cuál es el destino de la fotografía para despertar el interés de nuevos posibles visitantes.

Hace un mes, Donostia se sumó al carro de ciudades que brindan a los viajeros ese 'pasatiempo', y ubicó en los jardines del Palacio de Miramar un cartel de tamaño considerable en el que se puede leer 'Donostia San Sebastián' en color azul. Como todo, la iniciativa despertó voces favorables, que lo consideraron una idea «formidable» y «actual», y otras contrarias que, entre otras cuestiones, criticaban la ubicación de la misma, al entender que el famoso marco incomparable no necesita de aclaración alguna.

Estos logotipos suelen lucir en lugares estratégicos, bien en la entrada de las propias ciudades, o bien, como es el caso de Vitoria, en medio de una de las plazas más visitadas de la ciudad. Gasteiz optó por situar su escultura vegetal de dos metros de alto en medio de la plaza de la Virgen Blanca, una de las más emblemáticas, hecha a base de hierba artificial. El mensaje que el Ayuntamiento quiso lanzar entonces, con motivo de su nombramiento en 2012 como Capital Verde Europea, es que aquel que visite el municipio tenga claro que el medio ambiente es su seña de identidad. En el caso de Bilbao, el letrero es en realidad una barandilla que encadena el nombre de la capital vizcaína a lo largo de 150 metros, y el objetivo de su colocación fue regenerar la zona de Artxanda, estableciendo un mirador a toda la ciudad atrayendo así la visita de locales y turistas.

Lo ocurrido en Amsterdam, en cambio, es el vivo ejemplo de quien empieza a asfixiarse por su propio éxito. El Ayuntamiento solicitó hace 14 años a una agencia de marketing una campaña de promoción de la ciudad y el resultado fueron estas letras, de tres metros de alto y 23,5 de largo en blanco y rojo, que se ubicaron frente al museo Rijskmuseum. Y ahí estuvieron hasta el pasado mes de diciembre, cuando el consistorio decidió retirarlas y guardarlas en un almacén hasta nueva orden.

El motivo fue, según indican, frenar el abrumador crecimiento turístico que ha sufrido la ciudad en la última década, y que ha pasado de 10 millones de visitantes en 1999 a los 17 millones del año pasado. Ahora todo aquel que quiera viajar a Amsterdam y regresar con una foto con el mítico cartel lo tendrá complicado por no decir imposible, aunque al menos hay cuatro copias de menor tamaño que se van moviendo por toda la ciudad: dos de ellas, de forma permanente en el aeropuerto de Schiphol y en el lago Sloterplas del barrio West; otra que irá cambiando de ubicación para dar a conocer otras zonas menos conocidas de la capital de Países Bajos; y el cuarto, que aparecerá en festivales y celebraciones puntuales.