Jonathan Caro, enfermero de la residencia Nuestra Señora de Begoña en Santurtzi.

Jonathan Caro: «Es injusto exigir a las residencias que no entre el virus y no haya contagios»

Jonathan Caro, Enfermero geriátrico ·

El profesor de la UPV critica la doble vara social de medir la labor de los sanitarios en hospitales, respecto a los centros de mayores

patricia rodríguez

Sábado, 18 de abril 2020, 10:48

Jonathan Caro, enfermero especialista en Geriatría y profesor asociado en la Facultad de Medicina y Enfermería de la UPV/EHU, cree que es momento de ... alzar la voz a favor del trabajo que están realizando todos los profesionales de los centros para mayores. «Es injusto exigir a las residencias que no entre el virus, no haya contagios y esté todo bien atado, cuando en los hospitales de todo el Estado han sido incapaces de dotar al personal de EPIs y donde se han contagiado miles de sanitarios».

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- Usted critica la forma de algunos medios de comunicación de abordar las noticias sobre los fallecimientos en residencias, a menudo sensacionalistas. ¿Cómo desdramatizaría las muertes de 127 ancianos en Gipuzkoa?

- Entiendo que es muy difícil, porque los datos están ahí y son una realidad, claro que es un drama. Cualquier muerte sobrevenida lo es y el ver que no podemos evitarla, también. Sin embargo, creo que no se están poniendo las cosas en toda su dimensión. Cuando en España han muerto 11.000 mayores en residencias, hay que recordar que viven en torno a medio millón. Se podía decir que el resto se ha mantenido a salvo, ofrecer también el dato positivo. Además, en los hospitales, solo vemos imágenes de sanitarios bailando o aplaudiendo a los pacientes cuando les dan el alta, y cuando sale la imagen de las residencias solo salen féretros, bomberos fumigando los centros como si fueran ratoneras o sitios sucios donde se contagian de todo, y familiares indignados. Ahí creo que hay un sesgo. Cuando hablo con gente ajena al ámbito geriátrico veo que existe un gran desconocimiento de lo que es una residencia y de lo que se hace y todo son prejuicios. Se trasmite la idea de que en el hospital se mueren por coronavirus y en las residencias se les ha dejado morir.

- También censura que se ponga el foco de la sospecha en las residencias. ¿No cree que debería haber llegado antes el material y los protocolos se deberían haber aplicado antes?

- Por supuesto, sin embargo, no creo que sea culpa de las residencias. Es Osakidetza la que nos tiene que dotar de este material sanitario y claro que tenía que haber llegado antes. Pero parece ser que cuando el coronavirus entra en las residencias y arrasa parece que son los profesionales los que no han sabido gestionarlo. Y la realidad es otra. Si hospitales de todo el Estado han sido incapaces de dotar al personal de EPIs, donde además se han contagiado miles de sanitarios, exigir a las residencias que no entre el virus, no haya contagios y lo tengamos todo bien atado es muy complicado e injusto.

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«Vivimos en una cultura que entiende ingresar a una persona mayor de dos formas: como abandono o como fracaso»

ingreso de mayores

«Se transmite la idea de que en el hospital se mueren por coronavirus y en las residencias se les ha dejado morir»

crítica

«Existe el riego de que los centros se conviertan en búnqueres. Y eso no es lo que quiere una persona para sus últimos días»

tras la pandemia

- ¿Qué factores habría que tener en cuenta?

- El perfil de usuario de residencia. Son personas frágiles, esto significa que cualquier tipo de acontecimiento puede hacer que la persona mayor enferme, aumente su dependencia e incluso que muera. Y también hay que considerar la facilidad de propagación de una infección en estos lugares. Por otro lado, queremos que nuestros mayores tengan una vida plena en las residencias. Por supuesto, pero eso conlleva un contacto social, tener amistades incluso relaciones amorosas dentro de la propia residencia. Cuando entra una pandemia, el contagio es masivo. Lo contrario es tener a cada persona dentro de su burbuja y eso no es tener un proyecto vital, es estar encarcelado.

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- ¿No habría que sobreprotegerles más que nunca?

- Ahora hay que poner todos los medios para que no se contagien. Sí a problemas excepcionales, medidas excepcionales pero luego la vida en los centros no debe cambiar. Cuando todo esto pase, lo que no podemos hacer es convertir las residencias en búnqueres por si algún día viene una pandemia. Si viene, tendremos que gestionarla, pero la vida de los mayores tiene que seguir siendo plena, no se puede vivir con ese miedo al contagio. Pasa también con la gripe. El contagio es de persona a persona y nunca hemos pensado en confinamiento, en dejar a las familias fuera...

- Una vez que se supere la pandemia, ¿corremos el peligro de que se asiente este modelo hospitalario?

- Absolutamente; existe el riesgo de que las residencias se conviertan en búnqueres, hiperseguros, estériles... y eso dista mucho de lo que una persona quiere para los últimos años de su vida.

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- Hay familiares que se plantean estos días sacar a sus familiares de las residencias. ¿Lo aconseja?

- Creo que si están seguros de que su familiar está libre de virus tenerlo en una zona donde se puede contagiar es un riesgo y entendería que se los llevaran a casa en estos momentos, siempre y cuando el nivel de dependencia lo permita. ¿Que no vuelvan a la residencia? Primero hay que contar con lo que opina la propia persona mayor, porque es romperle sus rutinas, sus nuevas relaciones sociales, y su ámbito. Sería un error pero siempre tiene que ser la persona mayor la que decida.

- ¿Por qué cree que las residencias se han ganado tan mala reputación?

- Creo que a veces se lo han ganado a pulso, porque han salido noticias atroces de abandonos, maltratos... Pero también creo que en los últimos 15 años el modelo residencial ha evolucionado muchísimo, se ha profesionalizado y eso no se ha trasladado. Es nuestro deber cambiar esa visión porque la realidad es otra. Las residencias son sitios seguros. En cambio, vivimos en una cultura que ha asumido de dos maneras el ingreso de un mayor en una residencia: como abandono o como fracaso.

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