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Jon Laskibar, con sus perros y un rebaño de ovejas en una zona de los Pirineos.
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Jon Laskibar, pastor de emergencia en el Pirineo

El zumaiarra comenzó a trabajar con un rebaño de 400 ovejas hace 18 años, tras dejar atrás su trabajo en una empresa. Ahora, es miembro de un grupo que apoya a pastores y ganaderos que lo necesitan

Domingo, 10 de agosto 2025, 02:00

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No quiero trabajar en otra cosa. Ser pastor me enganchó desde el principio y, aunque tenga sus cosas malas o mejor dicho, duras, no cambiaría por nada del mundo este trabajo». El pastor Jon Laskibar Artetxe lo tiene claro: el «amor por este oficio» hace llevaderas las largas jornadas en el monte, a más de mil metros de altitud y con la única compañía de sus perros durante días que le ayudan a hacer frente a largas jornadas en las que pesa la soledad.

Un oficio que cuenta en la actualidad «con menos gente dispuesta a trabajar como pastor porque, a pesar de parecer algo maravilloso, eso de estar con tu rebaño en el monte con unas vistas preciosas como se ve en las fotografías, con la tranquilidad absoluta a tu alrededor y sin nadie que te diga lo que tengas que hacer todo el rato, es duro», reconoce el zumaiarra de 51 años. Tal vez por eso y porque «cada vez los que estamos somos más mayores, es necesario un relevo generacional. Los pastores del Pirineo y los ganaderos de los alrededores se están jubilando y comienza a hacer falta gente que quiera seguir con los rebaños y el ganado, pero cada vez es más difícil encontrar alguien joven que deje todas las comodidades y apueste por esta vida, que en muchos aspectos sigue siendo como la de hace un siglo, con sus cosas buenas y no tan buenas. Por eso, para ser pastor hoy en día tienes que tener auténtica pasión por este trabajo».

La falta de gente que cubra ese relevo generacional ha hecho que Jon Laskibar y otros siete apasionados del pastoreo del Pirineo hayan creado el grupo 'Pastores de emergencia', que ha logrado gran éxito desde que lo formaron hace dos años.

«La verdad es que no nos falta trabajo, al contrario, nos falta gente para responder a las solicitudes que nos realizan para atender los rebaños y el ganado en los pastos de alta montaña, pero también para cubrir las bajas que van surgiendo por enfermedad entre los ganaderos», asegura el zumaiarra.

De hecho, Laskibar cuenta que «tengo completo el calendario hasta final de año y algunos ganaderos con los que llevo trabajando desde que se formó el grupo ya me han reservado para el año que viene». Su vida es un ir a venir de explotación en explotación ganadera, mientras Laskibar siempre mira hacia los picos que le rodean y si puede, a los del Pirineo. «Hay muchos ganaderos o pastores que con 60 años no han tenido nunca vacaciones y eso está cambiando. Hay quien te llama para una semana porque son fiestas de su pueblo y quiere disfrutarlas sin estar pendiente del ganado, porque en toda su vida no han podido hacerlo».

Las aventuras y anécdotas vividas estos dos últimos años son muchas. Laskibar es un buen narrador y escuchar al pastor de Zumaia se convierte en un ejercicio interesante cuando cuenta esas ocasiones en las que le toca sustituir bajas 'in extremis'. «No siempre te llaman con tiempo para planear u organizarte, pero tienes que hacer lo que puedes para acudir cuando es una emergencia. Hace poco me ha tocado cubrir una baja por enfermedad de un pastor que justo al comienzo de la campaña de partos sufrió de lumbago y no podía atenderlas. Si no hubiera existido nuestro grupo, hubiera sido un desastre porque se habrían muerto la mayoría de los corderos y las ovejas habrían sufrido mucho. Sin olvidar que había que darles de comer, limpiar las cuadras...».

La pasión de Laskibar por su trabajo es contagiosa y de hecho reconoce que «cuando empecé a compartir vídeos en las redes sociales me sorprendió que le interesara a tanta gente, en poco tiempo conseguí dos mil seguidores. No me lo podía creer al principio. No sé si es por los paisajes tan bonitos o por lo que cuento, pero bueno, damos a conocer nuestro trabajo, la importancia de la presencia de rebaños para el medioambiente en los montes, la situación del sector, y otras muchas cosas».

De Zumaia al Pirineo

La historia de este zumaiarra como pastor comenzó hace 18 años en el Pirineo. «Iba muchos fines de semana con mis amigos al monte y acabé enamorándome de sus montes, sus amaneceres... Entonces, trabajaba en una empresa como operario y solía pasar toda la semana esperando a que llegara el viernes para coger los bártulos e irme al monte».

El cambio radical se produjo hace dos décadas, y dos años después Laskibar ya trabajaba con su primer rebaño. «Empecé cuidando un rebaño de cuatrocientas ovejas en el Pirineo, a más de mil metros de altitud. Poco a poco. El primer año no fue fácil. Lo más duro es acostumbrarse a la soledad con la que debes convivir durante días, pero el trabajo me enganchó y después de 20 años aquí sigo, muy a gusto».

Reconoce que «trabajar en cabañas de alta montaña a 1.600, 1.800 o 2.200 metros de altitud, es trabajar en otro mundo, no tiene nada que ver con la modernidad y las prisas de la ciudad. He trabajado en sitios preciosos en los que, cuando te acostumbras, estar solo es una gozada».

Solo con su rebaño que ha llegado a ser de 2.400 cabezas y con sus grandes amigos, sus perros. «Los perros son todo para los pastores de alta montaña. Son nuestros compañeros de faena, con los que además de trabajar hablamos. Los que están siempre a tu lado, a las buenas y a las malas. Los perros son nuestra vida cuando estamos a 2.000 metros», reconoce Laskibar.

La importancia de los perros

En estos momentos, el zumaiarra cuenta con tres canes a su lado. «Un Border Collie llamado 'Chulín', 'Rif', un pastor vasco 'Iletsua' y Nicolás, que ya está medio jubilado, porque es muy mayor, pero bueno, viene de acompañante», cuenta Jon mientras asegura que junto a ellos ha vivido mil aventuras. «Ellos protegen al ganado de la presencia de grandes depredadores cuya presencia es cada vez más habitual. En estos momentos, vemos osos y lobos junto a los rebaños y sin los perros no podríamos hacer nada».

Las inclemencias meteorológicas son otro de los factores a tener en cuenta en el relato de las anécdotas que el zumaiarra ha vivido a más de mil metros. «Es muy peligroso cuando se acerca una tormenta y te puede caer un rayo encima y no tienes muchas posibilidades para buscar cobijo tú, los perros y las ovejas, claro», asegura Laskibar.

Son un equipo. Jon Laskibar lo tiene claro, y muestra su pasión por ellos y su trabajo, aunque intente quitarle ese aire bucólico a uno de los oficios más antiguos del mundo. Reconoce que «me acerco poco a Euskadi. Voy a ver a mi madre, Begoña Artetxe, que ahora vive en Zarautz, pero vuelvo enseguida otra vez al Pirineo». No se puede negar que su oficio, ser pastor, se ha convertido en su vida. «Ser pastor es duro. Está claro que tiene que gustarte, pero si descubres que es lo tuyo, como lo es para mí, te aseguro que vas a ser feliz. Este trabajo te llena y hacer lo que te gusta es una suerte en estos momentos, y más si es un sitio tan bonito como los Pirineos».

Por eso, no duda en animar a todo aquel que quiera probar a trabajar como pastor «para que se ponga en contacto con nosotros y pruebe. Nosotros le atenderemos y le explicaremos todo lo que necesite. Hacen falta pastores. Aquí trabajo no falta y, a pesar de la dureza del oficio, la recompensa es muy grande».

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