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Símbolos. Elementos simbólicos como velas o flores ayudan a dar forma a los rituales. AFP

La importancia del adiós

Despedidas. Hil Argi Elkartea destaca la necesidad de despedir adecuadamente a quienes han fallecido en tiempos del Covid-19 en su círculo más íntimo y en su entorno social, pero también en la comunidad a la que pertenecían

Martes, 2 de junio 2020, 07:53

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Cuando hace poco más de un año Hil Argi Elkartea surgió para «extender el conocimiento acerca de la muerte, romper el tabú en torno a algo que, en definitiva, es parte de la vida, y difundir la conciencia de que, tal como tomamos decisiones acerca de otros muchos ámbitos de la misma, también tenemos que tomar decisiones sobre nuestra propia muerte», nadie podía imaginar que en unos pocos meses la enfermedad y la muerte iban a tener un impacto tan fuerte tanto en la esfera privada como en la colectiva.

Sin embargo, ese momento llegó de manera súbita. El Covid-19 no sólo ha provocado cientos de miles de muertes en todo el mundo sino que, por las particularidades que la enfermedad provoca y las medidas de aislamiento que se han adoptado para frenar su expansión, ha privado a familias y amigos de los fallecidos por esa u otras causas de costumbres y ritos que aportan cierto consuelo ante la pérdida.

«Somos una asociación pequeña, surgida de la sociedad civil. Cuando llegó el coronavirus estábamos dando los primeros pasos en proyectos concretos; aportando consejo y asesoramiento a los grupos que estaban surgiendo en algunos pueblos; buscando espacios para trabajar desde un punto de vista colaborativo en extender una postura distinta ante la muerte...», recuerda Nere Erkiaga, miembro de Hil Argi Elkartea.

«Las despedidas son necesarias para encajar lo que ha sucedido y para dignificar a la persona que ha fallecido y su vida»

«Hay pueblos en los ha muerto mucha gente. No deberíamos pasar página y hacer como si no hubiera sucedido nada»

La pandemia, que en sus primeras semanas golpeó con extrema dureza, sumando al alto número de fallecimientos las restricciones de un confinamiento muy riguroso, puso de manifiesto «lo importantes que eran las despedidas», que durante semanas quedaron prácticamente anuladas. Hil Argi Elkartea decidió entonces poner su granito de arena.

De lo íntimo a lo compartido

Poco a poco, las restricciones se han ido aligerando, han empezado a ser posibles las despedidas en tanatorios o centros de culto, con números progresivamente mayores de participantes, pero todavía no se ha alcanzado lo que en adelante tendremos que aceptar como normalidad.

Sin embargo, no conviene olvidar o aplazar indefinidamente las despedidas pendientes, «porque son importantes y necesarias para encajar lo que ha sucedido, así como para dignificar al fallecido y su vida. Una despedida hecha desde la verdad y la autenticidad ayuda a quien está sufriendo a exteriorizar y expresar las emociones, así como a reconocer la importancia y la singularidad de las vidas que han terminado».

En su página web han recogido sugerencias para despedidas íntimas, dirigidas al círculo más cercano, en las que la tecnología –video llamadas, llamadas grupales... – tuvo durante el confinamiento un papel esencial. «Basta con un esquema simple. El silencio es suficiente para expresar emociones que en esos momentos son fundamentales, como el agradecimiento o el perdón. Ya llegará el día en que se haga una despedida en mejores condiciones, pero no es conveniente demorar demasiado el adiós», recuerdan.

Con el final del aislamiento y el levantamiento de algunas restricciones de movilidad ha podido llegar el momento adecuado para las 'despedidas sociales', en las que «mostrar afecto y homenajear a la persona que ha muerto; compartir la importancia que ha tenido su vida y ofrecer la posibilidad de exteriorizar los sentimientos que provoca su falta. Hacerlo en grupo ayuda a humanizar una experiencia tan difícil, y puede ayudar mucho en el duelo».

Junto con la dimensión espiritual que tienen para los practicantes, eso es lo que ofrecen los ritos fúnebres de las distintas religiones. También hay cada vez más personas que, en vida, dejan a sus familias o a sus amigos instrucciones expresas acerca de cómo quieren ser despedidos y, del mismo modo, no son infrecuentes las despedidas en los tanatorios.

Muchas familias de personas que han fallecido en las últimas semanas, sea por la Covid-19 o por otras causas, aun no han podido materializar esa despedida. «Fuera de los lugares de culto no hay normas, no hay ritos, pero teniendo en cuenta unas cuantas pautas, y con una persona que la prepare y la guíe, algo que también puede hacerse entre varios, no es complicado despedir con dignidad y humanidad a la persona que ha muerto», aseguran.

El adiós de la comunidad

Como pautas principales sugieren controlar la duración de las 'despedidas sociales', de manera que no sean demasiado breve ni se extiendan demasiado; apoyarse en elementos simbólicos – velas, flores, fotografías, la palabra, el silencio...– y culturales –bertsos, música, danza...–, y fomentar la creatividad y la participación.

Otras propuestas dignas de ser tomadas en consideración son «centrarse más en la vida de la persona fallecida y en lo que aportó a quienes le conocieron que en el dolor que ha producido su muerte» y decantarse por un adiós «sencillo y sostenible», porque «las maneras de mostrar la importancia y el sentido que tuvo su vida y expresarle nuestro cariño no tienen por qué ser espectaculares o caras».

Ese ultimo aspecto cobra especial relevancia en las despedidas comunitarias que proponen para cuando sean factibles. Nada tienen que ver con lutos oficiales o grandes ceremonias institucionales. Por el contrario, creen que deben basarse en la capacidad de organización y en la creatividad del conjunto de la comunidad.

«Hay pueblos en los que el coronavirus ha provocado muchas muertes, no deberíamos pasar página y hacer como si no hubiera pasado nada. La comunidad tiene que dar existencia a los que han muerto, decir que sus vidas han sido importantes, y brindar apoyo a sus amigos y familiares. Eso nos hace más humanos, y también nos ayuda a profundizar en el sentido de comunidad, a entender que la muerte de cada uno de nosotros nos afecta a todos». La idea es levantar una especie de círculo de protección, apoyo y cariño, y que un gran «abrazo colectivo» despida a los que se han ido y conforte a quienes más de cerca han sufrido la pérdida

Ya se están poniendo en contacto con algunos ayuntamientos con la idea de que «puedan poner las infraestructuras y los medios necesarios, porque en estas despedidas el protagonismo debería recaer en la propia comunidad» y, por lo tanto, contar con la participación de «grupos de danzas, de música, de teatro del pueblo, o de bertsolaris, y también de los más pequeños». Hil Argi Elkartea plantea una propuesta genérica. A cada localidad que la haga suya le corresponderá interpretarla del modo que le parezca más idóneo.

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