Los hosteleros preparan sus establecimientos para abrir mañana sumidos en la incertidumbre
Las horas previas a la reapertura evidencian el distinto estado anímico entre quienes van a abrir y los que no lo harán por la elevada incidencia del virus en sus municipios
Tienen ganas de reabrir sus establecimientos, pero reconocen que después de tanto sobresalto quizás el ánimo que sienten ahora mismo no es tan festivo como ... el que sí tienen muchos de los clientes. «Ya nos han llamado varias personas para reservar mesa el fin de semana. La gente tiene muchas ganas», exclaman Aizpea Oianeder y Xabier Díez, del Xarma Cook & Culture, en el donostiarra barrio de Gros.
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Muchos llevan más de un mes con la persiana echada. Otros han conseguido capear el cierre ofreciendo comida para llevar o servicio a domicilio, pero todos afrontan esta nueva reapertura con un sabor agridulce. «No sé por qué pero estoy más nervioso que en las anteriores ocasiones. Con mal tiempo y el interior al 50%, no sé cómo vamos a funcionar», reconoce Iñigo Olaizola, del bar Alex, de Reyes de Católicos. La incertidumbre de las próximas dos semanas y, fundamentalmente, la amenaza de un nuevo cerrojazo a partir de mediados de enero, les obliga a tener unas expectativas contenidas de las semanas navideñas.
Entre las medidas decretadas por el Gobierno Vasco, el cierre a las 20.00 horas para evitar aglomeraciones en horario nocturno no ha sentado demasiado bien al sector. «Entre semana, la gente viene a tomar algo al salir de trabajar sobre las 19.30, pero cerrando a las ocho, nos quedamos sin ese servicio», censura Olaizola «desilusionado». En la misma línea, van las palabras de Igor Tejada, del Desira de Errenteria, quien dice «no saber por dónde salir. Si abrimos, subirán los contagios, nos culpabilizarán de nuevo y volveremos a cerrar. Pero si no abrimos, seguiremos perdiendo muchísimo dinero. Cualquier opción es mala».
Luis Plá, del Dakara de la Parte Vieja de Donostia, asume que el resto de la sociedad «puede pensar que no estamos contentos con nada, y que estamos todo el día quejándonos», pero la realidad, cuenta, es que «se han tomado medidas genéricas para un sector en el que cada establecimientos tiene una realidad diferente».
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«Con mal tiempo y el interior al 50%, no sé cómo vamos a funcionar»
«No compensa ampliar la terraza en pleno invierno porque para eso hay que invertir»
En su caso, sin mesas en el interior y solo una para poner en el exterior, va a haber poca diferencia con estas semanas en las que ha estado ofreciendo comida para llevar. «He pedido al Ayuntamiento ampliar la terraza y poner otras dos mesas, pero incluso si me dejaran hacerlo, eso conlleva que tengo que hacer más gasto para comprar mobiliario, y eso, sin saber si nos van a cerrar en enero. ¿Qué garantías tenemos de que eso no va a suceder?».
Una sensación similar tienen sus compañeros de profesión. El Xarma cuenta con «5 o 6 mesas fuera, ya ni me acuerdo», bromean, pero reconocen sus propietarios que «no compensa» ampliar la terraza en pleno invierno «porque para eso hay que invertir y no están las cosas para eso», comentan estos cocineros que han optado por aunar las cartas de bar y restaurante.
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El bar Alex, por su parte, podría ser uno de los candidatos a solicitar el uso de dos plazas de aparcamiento en superficie como velador. Aún se lo está pensando. «Hay unos baches de cuidado, y ahí no se pueden poner sillas, ¿quién debería asumir el coste de allanarlo?», se pregunta, en referencia a que «no todo es tan sencillo como parece», y que de cada norma surgen aristas.
Visión positiva
Para los hosteleros «está siendo muy duro», señala Plá. «Llevamos desde marzo en un 'arranca-para'. Hoy podemos abrir, mañana no. Hoy no se puede estar en la barra y mañana sí... Lo peor es esa incertidumbre». A eso se le añade la atención que van a tener que prestar en adelante para que todos los clientes lleven la mascarilla, salvo en el momento de la ingesta. «Es muy desagradable trabajar así», apunta el propietario del Dakara. «Un policía me dijo que si veía a un cliente que no cumplía, que lo denunciara. ¿Cómo voy a denunciar al que me está dando de comer?», se cuestiona.
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David García, del bar Zabaleta, de Gros, aprovechó ayer para empezar a poner su local a punto. Al margen de lo comentado por sus compañeros, las medidas no son del todo perjudiciales, al menos para él. «Son más flexibles que en otras comunidades», dice en referencia a Andalucía, donde el cierre de la hostelería es a las seis de la tarde.
Pesimismo entre los hosteleros de Arrasate, Eibar y Ordizia
«No vamos a poder abrir hasta después de Reyes»
En bares y restaurantes de tres localidades guipuzcoanas, el pesimismo es aún mayor que en el resto del territorio. La hostelería de Eibar, Ordizia y Arrasate debe permanecer cerrada hasta que estos municipios salgan de la zona roja, la que establece que la tasa de incidencia supera los 500 casos por cada 100,000 habitantes.
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«Los hosteleros y proveedores, estamos pagando toda esta pandemia. El Gobierno Vasco ha tomado unas medidas que para nosotros no tienen mucho sentido porque nuestros locales son los que más están cumpliendo y sin embargo hay grandes almacenes llenos y pueblos con gente sin control», opina David Vallejo, del Bar Astelena de Eibar, donde ayer la tasa era de 583,57.
La medida de permanecer clausurados dependiendo de la evolución de la tasa de contagios es una variable que genera incertidumbre a su juicio. «Estimo que serán unos diez días más de cierre, es decir, literalmente el año lo tenemos perdido», enfatiza, informa J:A. Rementería.
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Las ayudas que ha ofrecido el Gobierno Vasco no son suficientes para David Vallejo, las califica de «parches» porque «no cubren ni una cuarta parte de lo que tenemos que pagar». A todo este descontento se unen los horarios, «que son muy limitados».
Arrasate se encuentra a la cabeza del ranking de transmisiones de todo el País Vasco y por eso la hostelería permanecerá cerrada al menos las próximas fechas. Fátima Dávila explota en régimen de alquiler el bar Doke y se ve «con el agua al cuello. Tengo la moral por los suelos. Cuando me enteré por la tele de las medidas, me quedé abatida: ¿y ahora qué hago? ¿Cómo salgo adelante?». Barrunta, segñun recoge K. Oliden, que «no vamos a poder abrir antes de Reyes»
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Dávila ocupa su tiempo sirviendo bocadillos y tortillas de patata de encargo y cafés para llevar. «Con esto no sobrevives, pero por lo menos estás un poco entretenida. Tengo el bar a media luz para gastar lo menos posible».
Ordizia es el tercer municipio que integra la lista roja. Ekain Lorenzo regenta el bar Gudin en Nagusia Kalea y sus sensaciones en lo que se refiere al sector son malas, «estamos desilusionados» porque «todavía queda un largo recorrido hasta que nos dejen abrir».
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Lorenzo no entiende, por ejemplo, que «a nosotros nos obliguen a cerrar, a pesar de que cumplimos con todas las medidas, y que la gente del pueblo pueda ir a los establecimientos de Beasain, Lazkao o Donostia». Además «qué hacemos si un día sales de la zona roja y puedes abrir, y al día siguiente regresas a ella. Así no podemos sacar a los empleados del ERTE».
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