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Del 'queridos reyes magos' a la cabalgata, los zapatos y ¡los regalos!
Historias de Gipuzkoa

Del 'queridos reyes magos' a la cabalgata, los zapatos y ¡los regalos!

La ilusión y la magia se han impuesto el 5 y el 6 de enero cada año con la llegada de Sus Majestades de Oriente tanto a los domicilios de familias ricas como a los hogares menos pudientes

Antton Iparraguirre

San Sebastián

Domingo, 5 de enero 2025, 00:10

Pasada la vorágine de regalos por parte de Olentzero, los niños aguardan ahora con la misma emoción la llegada de Sus Majestades de Oriente a sus casas. La ilusión y la magia se imponen el 5 y el 6 de enero. Esto no siempre fue así. Hasta el año 377 la fiesta de Navidad y Reyes se celebraba el mismo día, el 25 de diciembre. Además, no hay que olvidar que el antecedente en Gipuzkoa fue el Día de San Nicolás, el 6 de diciembre. La postulación del «obispillo» se celebra hoy en día, principalmente en Arrasate, Legazpi, Zegama y Segura.

Las emotivas cartas de niños ricos y pobres a los Reyes Magos

Lo primero que han hecho siempre los más pequeños de la casa antes de la llegada de la mágica noche ha sido escribir una carta a Sus Majestades de Oriente, Melchor, Gaspar y Baltasar. Se trata de una costumbre iniciada, al parecer, en la primera mitad del siglo XIX.

Desde entonces, las misivas empezaban casi siempre con una fórmula muy estereotipada: 'queridos Reyes Magos' y continuaban con una relación de peticiones. Algunas epistolas eran muy breves. Se podían calificar, incluso, de telegráficas. Otras, en cambio, eran muy personales. Contenían muchas pruebas de afecto y frases que pretendían captar la atención de Sus Majestades, todo ello con el objetivo de presentarse como merecedores de los ansiados regalos.

La primera carta que se conserva en España está fechada el 14 de diciembre de 1899. La escribió una niña almeriense llamada Amalia Yebra y Rittwagen. En ella pedía una muñeca china, un cabás (una maleta pequeña que servía para llevar los libros y otros útiles escolares) y una caja de dulces.

Resalta que las pioneras epístolas a los Reyes que se conservan provienen de casas adineradas, en las que no faltaban niños que solicitaban un obsequio para la sirviente. Hasta que llegaron los años 50 y 60 del pasado siglo hay muy pocas cartas que no sean de pequeños provenientes de familias acomodadas. Hasta entonces eran pocos los hogares humildes que podían permitirse juguetes. Se regalaban caramelos, nueces o alguna prenda o calzado de precio asequible. Las niñas más afortunadas recibían la misma muñeca de todos los años. Todo esto cambió gracias al avance en la alfabetización y a la mejora de la economía de los progenitores. Lo que sigue invariable es que el peor regalo que puede recibir un niño es un trozo de carbón. Algunos tal vez de forma merecida y otros como broma de unos Reyes que demuestran de este modo que el humor no está reñido con la sabiduría.

Hasta que llegaron los años 50 y 60 del pasado siglo hay muy pocas cartas que no sean de niños provenientes de familias acomodadas

Otra misiva curiosa está datada en 1924 en San Sebastián. No se trataba de la habitual petición de regalos, sino de recomendaciones que Melchor, Gaspar y Baltasar hicieron a dos niños llamados María de la Encarnación y 'Pototo', si querían seguir recibiendo sus obsequios. A la primera le reclamaban que se aplicara en sus tareas, mientras que a su hermano le advertían de que si no se portaba mejor y seguía comiéndose las uñas y metiéndose los dedos en la nariz el año que viene le traerían carbón.

Es destacable, asimismo, que no era corriente que se le escribiera al rey Baltasar. El preferido de los niños era Gaspar, aunque en casi todas las cartas las peticiones iban dirigidas a los tres Reyes Magos sin distinción.

Los juguetes preferidos, hasta una bomba atómica

En cuanto a los juguetes, lo habitual en las niñas era pedir una muñeca (primero fueron de cartón, y posteriormente de trapo y felpa, madera o porcelana). Mariquita Pérez es sin duda la más famosa de la historia de España. Hubo hijas de familias con pocos recursos que nunca lo recibieron, por lo que la compraron siendo ya adultas. Los siguiente a una muñeca era una silla capota.

Para los chicos lo mejor un coche de juguete (eran de madera o de hojalata y luego a los más voluminosos se les incorporó pedales). Entre lo que más demandaban los pequeños de ambos sexos se encontraban, asimismo, un cabás, un aro metálico con guía, una peonza, una mini cocina, un triciclo o una bicicleta -una BH o una de carrera era el no va más-, una pizarra, un caballito de madera, un ferrocarril, soldaditos de plomo, un fuerte comansi con sus indios, soldados y vaqueros, juegos de mesa como naipes, ajedrez y el inolvidable Juegos Reunidos Geyper, entre otros. En esta larga lista también fue muy popular el Scalextric, lanzado en 1962 por la juguetera EXIN, la misma que Cinexin. Además, se demandaba a Melchor, Gaspar y Baltasar artículos como libros, material escolar, pinturas, papel para dibujar, cajas de dulces.... Hasta no hace tantas décadas no se tenían en cuenta los juguetes no sexistas para romper los roles de género.

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Nunca faltaban peticiones sorprendentes, como el de una bomba atómica o el de un cohete para ir a la Luna, que escribieron en sus respectivas cartas dos niños donostiarras en 1965. También se daban casos como este ocurrido a principios del pasado siglo. Una pequeña de San Sebastián denunció que «sus Majestades no suelen dar nada a los 12 años», por lo que les reclamaba cinco pesetas en concepto de indemnización. «Sus majestades sabrán», acababa la carta, no sin antes pedirles que perdonaran su osadía, al tiempo que se declaraba su servidor.

Las coloridas e imaginativas cabalgatas y sus anécdotas

El siguiente acontecimiento importante para los más pequeños tras escribir la carta, y antes de la nocturna llegada de los Reyes Magos al domicilio, era, y es aún hoy. acudir a la recepción de los Reyes. Se llevaba a cabo generalmente en el Ayuntamiento de la localidad, para a continuación admirar y emocionarse con las coloridas e imaginativas cabalgatas desde unas ruidosas aceras en las que no cabía ni un alfiler.

Nunca faltaron sorpresas durante la recepción de los Reyes Magos a los pequeños en el Ayuntamiento. Algunos niños entregaban junto a la carta el pringoso chupete recién sacado de la boca. Era una prueba de que se habían hecho mayores. Otros les entregaba la golosina celosamente guardada en el bolsillo del abriguito. Ya más mayores, daban el paquete de tabaco de un padre que prometía dejar de fumar con motivo del nuevo año. En los años 60 Sus Majestades entregaban regalos a los pequeños durante la fiesta de los Reyes Magos. En 1963 lo llevaron a cabo en el interior del edificio de las piscinas de Anoeta.

Recepción de los Reyes Magos en San Sebastián en 1966. Kutxateka

En 1982 el CAT organizó un pequeño acto en la terraza de la Casa Consistorial donostiarra, en el que los niños depositaban sus cartas a los Reyes en unos cestos de colores, rojo, azul o verde según fueran dirigidas a Melchor, Gaspar o Baltasar. Los cestos eran atados a globos de gas, que se elevaban sobre la bahía, llevando su cargamento supuestamente hasta Oriente. Pero al impactar una fuerte racha de viento sur en la mitad de una de las torres se soltó la barquilla que contenía las cartas de los cestos azules, cayendo éstas desparramadas por la zona. Muchos pequeños se disgustaron al ver que sus misivas corrían el peligro de no llegar a su destino. Hubo que consolarles como fuera y apelar a la magia y a un envío urgente especial para convencerles de que sus epístolas con sus peticiones llegarían a su destino a tiempo.

La primera cabalgata documentada en España fue la organizada en 1866 por una sociedad filantrópica de un grupo de jóvenes en Alcoy. En el caso de Gipuzkoa, un diario de San Sebastián publicó en 1882 lo siguiente: «Siguiendo antigua costumbre, varias orquestinas y grupos de cantores recorrerán tiendas y habitaciones pidiendo aguinaldo mientras recuerdan la llegada de los Reyes Magos». Calei Cale relata en su libro 'A través de Iruchulo' (1896) que amazonas, dirigidas por Joshepa Arroca, salían a la calle solicitando monedas y que a la dueña de las casas se les obsequiaba con piropos para que aflojaran los bolsillos, siendo populares las estrofas. Pero si la persona a quien se dedicaba la canción no se mostraba generosa, se cambiaban algunas palabras del texto.

Siguiendo en San Sebastián, en 1900 no hubo cabalgatas ni recibimientos especiales a Sus Majestades de Oriente. Al año siguiente los Reyes Magos sí llegaron en numeroso cortejo, «guiados por los eternos luminarios que titilan en el Cielo», pero no en 1902, en el que, además, el alcalde prohibió los grupos que con la cara embadurnada se dedicaban a pedir aguinaldos por la calle «dando sablazos a los transeúntes». Pocos años después nacieron los desfiles de Donosti Zarra en el Antiguo, Euskal Billera en el Centro, Umore Ona en Gros, Vasconia y Donosti Berri en Amara, entre otros.

En 1943 la comitiva recorrió la ahora llamada Avenida de la Libertad, con los txistularis a la cabeza, seguidos de falangistas y soldados

La primera cabalgata oficial en España tal y como se conoce hoy en día, es decir, un desfile en el que participan los propios Reyes Magos y sus pajes encargados de repartir miles de caramelos, tuvo lugar en 1928, siendo todavía rey el precursor de esta celebración, Alfonso XIII.

En 1931 los periódicos donostiarras publicaron que el Rey Melchor, al abandonar San Sebastián, envió una carta que decía así: «Antes de abandonar esta bendita tierra... es tal la alegría que siento por cómo me habéis recibido que quiero abriros mi corazón. A pocos he dejado carbón y a la mayoría un paraguas, como me pedíais en vuestras cartas. Tantos he tenido que regalar que se me han agotado las existencias. ¡Menos mal que mi compañero Gaspar me ha dejado unos cuantos miles! Para quienes no lo tengáis todavía, os espero hoy, 6 de enero, de 10 a 12, en mi trono de Casa el Paraíso, en Urbieta 13, y ¡ya lo sabéis!... durante todo el año, si queréis paraguas acudir a Casa el Paraíso o a la Villa de Madrid, en Fuenterrabia nº. 8».

Tras la Guerra Civil, en 1938 Euskal Billera organizó una cabalgata la mañana del día 5, en la que participó su tamborrada infantil, para visitar los Píos Establecimientos de la ciudad. Al año siguiente Auxilio Social fue la encargada de distribuir regalos entre los pequeños y Falange organizó la cabalgata de reyes con el apoyo de los cuarteles de Loyola. En 1943 no hubo cabalgata el día 5 sino el día 6 por la mañana. La comitiva recorrió la Avenida España, ahora llamada De la Libertad, con los txistularis a la cabeza, seguidos de falangistas y soldados que aportaban las mulas del cuartel llenas de regalos.

Desfile de los Reyes Magos en San Sebastián en 1943. Kutxateka

Todo esto cambio en 1978, ya en democracia, cuando el Centro de Atracción y Turismo de San Sebastián (C.A.T.) se hizo cargo de la fiesta. Al igual que cuarenta años antes, el desfile fue organizado por la sociedad Euskal Billera. Un año antes, el Frente de Juventudes, ya Delegación de Juventud, le había cedido la organización del fastuoso evento. Durante la dictadura se daba mayor importancia a las autoridades, en aquel caso el alcalde, que a los niños, con quienes Sus Majestades no mantenían contacto directo.

Fuera de San Sebastián, llama la atención que en 1966 los Reyes Magos llevaron a las monjas del Hospital Asilo de Hondarribia un regalo sorprendente, un burro. Las religiosas lo habían pedido, al igual que una lavadora. Se hizo muy popular entre los vecinos del municipio.

Es sorprendente, asimismo, que en una villa tan importante como Irun la primera cabalgata que recorrió sus calles fue la víspera de Reyes del año 1950. También en otros municipios guipuzcoanos fue a partir de mediados del siglo pasado cuando se organizaron el desfile de Sus Majestades por sus calles. Aunque o faltan excepciones como en Zarautz, que ya había en 1930. En Ordizia el primer desfile tuvo lugar en 1943, y en la vecina localidad de Beasain en 1958.

En 2019 el rey Baltasar pronunció una frase viral: «Que sepan que los padres son los Reyes. Venga gabon, hasta otro día»

Precisamente en 1950, Pilar, la cronista de la sección de Sociedad de DV, realizó una entrevista telefónica con los tres Reyes Magos. Estos le respondieron: «Soy Baltasar y tengo un mensaje que dar a los niños donostiarras. Diles que perdonaré sus rabietas cuando no se repitan demasiado; pero que no perdonaré jamás a los niños abusones y les dejaré siempre sin regalo». «Soy Gaspar. Yo perdono las travesuras inocentes y ayudo a cerrar las heridas de los descalabros infantiles; pero no puedo querer a los niños orgullosos que no saludan ni tratan a los niños más modestos que van mal vestidos, o a los niños tímidos que no saben casi hablar». «Melchor. Yo perdono a los niños que ponen la zancadilla, a los que se manchan los dedos de tinta, a los que no tienen demasiada afición al cepillo de dientes, a los que 'soplan' en clase, los perdono si de veras tienen ganas de corregirse, pero castigaré a esos niños mentirosos y malvados que andan diciendo por ahí, en el parque de Alderdi-Eder, que nosotros no existimos y que son amigos o papás quienes regalan juguetes».

Tampoco faltaron las anécdotas en las cabalgata de reyes, como bien saben en Andoain. Una de las más sonadas tuvo lugar el 5 de enero de 2019. Fue especialmente intensa para el rey Baltasar por una desafortunada frase. «Que sepan que los padres son los Reyes. Venga gabon, hasta otro día», declaró desde el balcón consistorial. El 'lapsus'corrió como la pólvora y se convirtió en la comidilla de los vecinos y de las redes sociales. No fue intencionado, se debió a un «lapsus lingüístico», explicó la organización de la cabalgata. Con su discurso al público pretendía ser un guiño a los sacrificados padres. Pero sus problemas con el idioma, como explicó más tarde, le llevaron a pronunciar las palabras equivocadas.

El rey Baltasar que protagonió la curiosa anécdota en Andoain en 2019. DV

Sin dejar Andoain, el rey Baltasar estaba representado hace unos años por un comerciante senegalés. A pesar de que el color oscuro de su piel era tan real como el personaje que interpretaba, tuvo que demostrar ante una niña que no se había pintado. «Ama, ves cómo tenía yo razón. Está pintado», indicó la pequeña. Para corroborar su 'sospecha' pasó su mano por la cara de Baltasar con intención de quitarle la pintura. Al no conseguirlo se fue creyendo más firmemente que nunca en la realidad de los Reyes Magos. Una escena similar se ha repetido en muchas localidades de toda Gipuzkoa a lo largo de los años. Y los donostiarras de cierta edad recuerdan con añoranza a uno de los dos guardias municipales de raza negra que había en el Policía Local y que participó durante años en la cabalgata.

Los Reyes Magos llegaban sobre un caballo, elefante o camello, e incluso en un helicóptero y hasta en un globo aerostático

En otra ocasión fue Gaspar el protagonista de la anécdota real en Andoain. El caballo sobre el que iba montado resbaló y el rey cayó al suelo dándose un fuerte golpe. A pesar de las magulladuras, se levantó, montó sobre su caballo y terminó el recorrido. Por la noche fue trasladado al servicio de Urgencias de un centro hospitalario. Cuando los médicos le preguntaron qué le había pasado contestó «me he caído del caballo». Viendo la cara de sorpresa de los doctores, agregó, ni corto ni perezoso, «es que soy Gaspar».

Las caídas de Sus Majestades de una carroza o de un animal se han producido en varias cabalgatas de distintas localidades. En 2016 el rey Melchor se llevó un buen susto al caerse del camello dos veces, al inicio del recorrido de la cabalgata en el Kursaal, y justo delante del Ayuntamiento antes de comenzar la recepción. También fue muy comentado ver a Baltasar sobre un elefante en 2011. Tal vez para evitar males mayores cada vez más llegan a los municipios en barco, tren o coche especial. Hace unos años en Eibar se vivieron algunas de las imágenes más espectaculares, con Melchor, Gaspar y Baltasar aterrizando en helicóptero en el campo de fútbol de Ipurua. En 1998 Melchor, Gaspar y Baltasar llegaron a Beasain en un espectacular globo aerostático.

El rey Baltasar sobre un elefante en la cabalgata de 2011 en San Sebastián. DV

Más recientemente, en 2023, la cabalgata de los Reyes Magos por las calles de Azpeitia se vio truncada por una aparatosa caída del rey Baltasar. Tuvo que ser hospitalizado tras caer de su carroza desde una altura de dos metros, con silla y todo.

No hay que olvidar tampoco el tradicional lanzamiento de caramelos a las cientos de personas que se agolpan en las aceras para admirar el desfile, y que en ocasiones se convierten en proyectiles que ponen en peligro la integridad física de grandes y pequeños. Se suponen que los reyes son sabios, pero a veces calculan mal. Como ocurrió en Beasain a principios de los años 80 del pasado siglo, que se quedaron sin dulces a mitad del recorrido. Más originales fueron en Lezo, donde un año el rey Baltasar repartió globos de colores a los niños.

De los lustrosos o viejos zapatos, al prohibido despertarse por la noche

Tras asistir a la cabalgata los niños regresan cansados y emocionados a sus hogares. En las primeras décadas del pasado siglo los lustrosos zapatos, o al menos los menos usados, y hasta las alpargatas si se era un niño pobre, se ponían en los balcones. Si la noche era muy gélida se limpiaba la chimenea de ceniza y se colocaba el calzado dentro de la casa.

Pero la situación no era igual en todos los hogares. En San Sebastián se produjeron casos, y tal vez también en otras localidades guipuzcoanas, como el protagonizado por dos hermanos de corta edad. Se personaron en el domicilio de una familia pudiente. Tocaron la puerta y pidieron hablar con el señor de la casa. Atónito, este recibió de manos de los dos pequeños sendas alpargatas que estaban estropeadas por el uso. El mayor le dijo con firmeza en euskera «Ahí le dejamos eso, para que ponga en el balcón de usted; porque a las ventanas de los pobres no vienen los Reyes a dejar nada». El hombre les dio con la puerta en las narices. Se ve que entendía el espíritu navideño de una forma muy particular.

Ricos o pobres, la mágica noche del 5 al 6 de enero los más pequeños de la casa tienen que cenar formales e irse a dormir temprano. No pueden abrir los ojos ni levantarse de la cama, aunque tengan ganas de orinar, y menos si escuchan un ruido extraño, ya que eso significaba que los Reyes Magos estaban colocando sus juguetes en el suelo. Para ayudarles en la larga noche, tanto hace décadas como ahora se les deja a su disposición fruta, leche y agua, para que repongan fuerzas tanto sus Majestades como sus incansables camellos. En muchos hogares tampoco han faltado las tres copas de cognac o güisqui, y tres puros 'farias' para cada rey. Todo ello que desaparecía antes del amanecer como por arte de magia.

Al despertar, con legañas y el pijama a medio caer los niños se lanzan con alborozo sobre los obsequios primorosamente envueltos en llamativos papeles con motivos navideños. Esto tampoco ha cambiado con los años. La estampa ideal es la de los regalos colocados bajo un luminoso y recargado árbol de Navidad, pero esto no se daba antes ni se ocurre hoy en día en todos los hogares. Algunos pequeños reciben lo esperado y otros se llevan alguna que otra decepción sin ser conscientes por su corta edad que lo importante es el amor que hay detrás del presente. Si hay algo que une a todos ellos es pensar que al año siguiente todo será mejor. Y esto vale también para los menores que tal vez para entonces se enterarán por boca de un hermano mayor o de un compañero de clase de que los reyes en realidad son los padres, como se le escapó al rey Baltasar en Andoain.

Sea como fuere todos estas historias se repiten cada año.

¡Felices Reyes!

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