Un surfista salta por los aires en Zumaia. efe

«Esta ola sí nos gusta, no la del coronavirus»

Espectáculo. La costa se convirtió ayer en un escenario impresionante con olas de una altura de edificios de seis pisos

Viernes, 30 de octubre 2020, 06:11

El Cantábrico no defraudó. Prometía olas y las hubo, muchas y enormes. Suena a tópico, pero los elementos se aliaron para crear un impresionante espectáculo natural. La profunda borrasca procedente del Atlántico Norte con los restos del huracán 'Epsilon' -esta temporada ha habido tantos que han tenido que recurrir al alfabeto griego para ponerles nombre-, un cielo despejado; una influyente luna a punto de estar llena y que como es el segundo plenilunio de este mes de octubre -un fenómeno que se da cada dos años y medio, la anterior se disfrutó el 31 de marzo de 2018- se denomina azul, y viento flojos de componente sur fueron los componentes de una fórmula perfecta para producir olas del tamaño de edificios de seis pisos y teñir la costa con una alerta naranja. En la boya Donostia, la altura significante de oleaje rondó los 8 metros en la noche del miércoles al jueves y en la pleamar de ayer por la tarde las olas que impactaban contra la costa alcanzaban los 7 metros, llegaban cargadas de agua y con una fuerza enorme.

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Galería. Un joven hace surf en la cala de Orrua, en Zumaia Javier Etxezarreta.

Los municipios se habían preparado para los envites de la mar y estaba prohibido el paso por los paseos marítimos, así como el acceso a las playas para el paseo y el baño en las horas de la pleamar. A pesar de ello, muchos ciudadanos no quisieron perderse el espectáculo y se acercaron lo más posible

Uno de los puntos mas solicitados fue el monte Urgull. Allí, en el mirador que da al Paseo Nuevo, con la 'Construcción Vacía' de Jorge Oteiza a los pies, muchos donostiarras contemplaban fascinados el oleaje. «Ahora hay que mantener doble distancia de seguridad, con las personas que tienes a tu lado y con el mar», comentaba bromeando una pareja entre foto y foto. «Estas olas sí nos gustan, no la del coronavirus», apuntaba otra persona.

Si la mayoría optó por ver 'tierra adentro' el temporal marítimo, algunos decidieron meterse en el mar con la tabla. A las zonas habituales de surf de Donostia y Zarautz se sumaron otras que no lo son tanto como la playa de La Concha y algunas casi inimaginables como la ría de Errenteria.

Al otro lado de la muga, las impresionantes imágenes también se repetían. La cornisa se llenó de personas que querían quedarse en la retina con esa exhibición de la naturaleza antes de confinarse durante un mes, hasta el punto que la carretera de la costa entre Hendaya y San Juan de Luz se colapsó en algunos tramos. Pero merecía la pena porque ayer se pudo disfrutar de la famosa ola gigante Belharra. Pueden pasar años sin que surja, pero en este complicado y extraño 2020 es la segunda vez que asoma.

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