Plaza de Gipuzkoa

Lo prometido

Guille Viglione

San Sebastián

Domingo, 14 de mayo 2023, 07:18

El conde austrohúngaro Víctor Lustig no era conde, no se apellidaba Lustig y no era austrohúngaro. Su nombre es sólo es uno más de los ... 47 apelativos por los que se le buscaba en los documentos del FBI. Aquel estafador no respondía al patrón típico del gremio. Era un galán refinado y decoroso en sus apariencias y así se ganó la confianza de nobles y magnates.

Publicidad

En 1925, el Conde Víctor Lustig urdió una estafa por la que, aún hoy, es recordado. Se instaló en el lujoso Hotel Crillon de París, encargó imprimir papelería con el sello oficial del gobierno francés y se hizo pasar por un alto funcionario. Escribió a los principales empresarios de la metalurgia y les invitó, de uno en uno, a una reunión para negociar la venta, en condiciones ventajosas, de la Torre Eiffel.

«Debido a fallos de ingeniería y a algunos problemas políticos, de la máxima confidencialidad, es inevitable desarmar la Torre Eiffel y retirarla. Dada la magnitud del proyecto la Torre se venderá al mejor postor». El comprador estafado se sintió tan avergonzado que ni siquiera habló con la policía. Así propició que, días más tarde, Lustig la vendiera por segunda vez.

Comienza la campaña electoral y, con ella, una subasta insensata de promesas incumplibles. Las campañas son esa otra actividad en la que lo prometido no es deuda. Estaré atento a lo que compro estos días. Especialmente de esos candidatos que prometen con la confianza, y la osadía, de quien no tiene ninguna probabilidad de gobernar.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

Publicidad