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Dos de los voluntarios trabajando este viernes en la Gran Recogida en el Super Amara del Centro donostiarra.

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Dos de los voluntarios trabajando este viernes en la Gran Recogida en el Super Amara del Centro donostiarra. PEDRO MARTÍNEZ

«Hay que ponerse en la piel del que pide comida»

Solidaridad ·

Miles de guipuzcoanos acudieron este viernes a la llamada del Banco de Alimentos para donar comida en la primera jornada de la Gran Recogida, que terminará este sábado por la noche

Viernes, 25 de noviembre 2022

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El Banco de Alimentos realizó una llamada de socorro y la sociedad guipuzcoana ha vuelto a recoger el guante. La Gran Recogida de alimentos arrancó este viernes en muchos de los supermercados que tiene el territorio -Eroski, Super Amara, Supermercados TODOTODO, Lidl, BM, Carrefour...- y lo hizo con una gran respuesta por parte de la ciudadanía, que este sábado tiene una nueva oportunidad para demostrar su carácter solidario.

La crisis global derivada de la pandemia, la inflación de los precios y la Guerra entre Rusia y Ucrania ha provocado, entre otras cosas, que el almacén que tiene el Banco de Alimentos en Oiartzun se haya quedado en los huesos, con sus estanterías más vacías que nunca. Pero el impulso que van a recibir entre ayer y hoy les va a permitir coger aire y mirar el horizonte con más optimismo. Varios de los voluntarios se afanaban este viernes en el Super Amara del Centro, en Donostia, para ir organizando los productos que donaba la gente en las decenas de cajas de cartón que tenían allí dispuestas.

«Galletas, legumbres, aceite... colaboro con mucho gusto, suelo hacerlo siempre que puedo. ¡Pero a mí no me pongas el mérito, eh!», clamaba Ignacio, un donostiarra de 77 años, quien resaltaba que «el trabajo se lo están pegando estos voluntarios que han venido aquí a meter horas de manera interesada y sin rechistar». Este jubilado de la capital guipuzcoana lamentaba que «éramos pocos y parió la abuela con la guerra entre Rusia y Ucrania. En un contexto de crisis como el actual creo que es elemental arrimar el hombro, aunque también me gustaría decir que echo de menos más implicación por parte de las instituciones públicas».

A pocos metros de este hombre se encontraba también Coro, una ciudadana donostiarra de 70 años que se estaba interesando por el trabajo de los voluntarios. «He ayudado donando latas, chocolate para que los niños desayunen, comida no perecedera...», comentaba, para después subrayar que «somos parte de una sociedad sin valores. Ahora, con la guerra, la crisis económica... seguimos comprando cosas que no necesitamos y no pensamos en el prójimo. ¿Qué menos que ayudar en ocasiones como estas, no? Yo hago lo que puedo, pero ni aún así se me va el sentimiento de culpabilidad».

Un año «terrible»

Ana Iraegi es una elgoibartarra jubilada de 64 años que vive en Donostia. Ella fue este viernes otra de las miles de personas que decidió aportar su granito de arena para hacer frente a la temible sombra que se cierne sobre muchas familias en Gipuzkoa, una sombra que tiene nombre y apellidos: hambre y necesidad.

«¿Qué quieres que te diga? Me da rabia tener que acudir a organizaciones no gubernamentales para ayudar en casos así, cuando vivimos en un país rico en el que si el gobierno hiciera bien las cosas no habría tanto necesitado en las calles ni harían falta los voluntarios», protestaba Iraegi, que había donado galletas, legumbres, arroz y pasta. «En días así siento que yo puedo ayudar también a los que lo necesitan, y en un año tan terrible como este... me apetecía más venir y colaborar», afirmaba.

Testimonios

«En días así siento que yo también puedo ayudar a los que lo necesitan, sobre todo en un año como este»

ana iraegi, elgoibartarra de 64 años

Hubo personas que incluso llegaron a donar un carro entero lleno de productos alimenticios «valorado en unos 200 euros», según informaba uno de los voluntarios que se encontraba en la zona trabajando y que bromeaba diciendo que «un poco más y deja al súper sin existencias».

Rosa Azkolain fue otra de las muchas donostiarras que no hizo oídos sordos a la llamada de auxilio del Banco de Alimentos. «Hay que ayudar, hay que ayudar... lo tengo clarísimo. Estamos en un momento complicado y triste a nivel social, tenemos que ponernos en la piel del que tiene que pedir para comer. Eso es algo muy duro y que nos tiene que hacer pensar», reflexionaba. Azkolain, que colaboró con varias cajas de leche, legumbres y aceite, se congratuló de que «el Banco de Alimentos siempre trabaja muy bien, su labor es maravillosa». Mercadona, por su parte, informa de que sus clientes podrán hacer este viernes y este sábado donaciones monetarias en caja.

21.000 necesitados

Colaborando junto al resto de los voluntarios en este supermercado del Centro donostiarra estaba Igor Jiménez, un tolosarra de 52 años. «El objetivo es recoger cuantos más kilos de comida, mejor. Mi sensación es que este año la gente va a responder mejor que nunca», confiaba.

Javier López, donostiarra de 73 años, lleva mucho tiempo colaborando ya con el Banco de Alimentos. Este viernes estaba en el Eroski de la plaza Arroka, en Easo. López, veterano de estas lides, admitía con resignación que «hay cada vez más necesitados en Gipuzkoa. Ahora pueden ser unas 21.000 personas». Pero no pierde la esperanza: «Hay que ser optimistas y aspirar a que ese número vaya bajando cada vez más».

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