El grafiti que cambió la vida de Nextor
Una firma en una furgoneta grafiteada impulsó la pasión por el dibujo de 'Nexgraff'. Su familia optó por potenciar su habilidad: el dibujo. Hoy, con 19 años, es uno de los muralistas más solicitados en Gipuzkoa y sueña con dar el salto internacional
Vi una furgoneta grafiteada, en grande cuatro letras, y até cabos», cuenta Aitor Otaño. «Aquella firma, con la 'X' final, era sin duda de mi ... hijo». Lo que iba a ser una tarde de bronca se convirtió en el despertar formativo de una pasión para el entonces adolescente Nextor. Ahora, seis años después, se le acumulan los pedidos para pintar murales. Tiene solo 19 años, se da a conocer como 'Nexgraff' y confiesa que cuando coge un pincel está «focus». «Se me quita el hambre. Se me quita todo. Estoy solo a pintar», dice.
Publicidad
A Nextor desde pequeño se le había dado bien pintar. «En el colegio siempre me decían que en clase se pasaba el día pintando. Veía los apuntes de matemáticas con unos dibujos a boli muy chulos», explica su aita, a quien también le apasiona el mundo artístico. En casa sabían que su hijo sentía atracción por el mundo del grafiti. «Le había visto viendo vídeos en YouTube, pero no me imaginé que se dedicaba a pintar por ahí». Hasta que le adelantó aquella furgoneta blanca. «Le saqué una foto con la intención de reñirle. Identificaba el grafiti sin problemas». Habló con su mujer, quien ya sospechaba algo sobre su afición. Ambos decidieron darle la vuelta a la situación. «Si te gusta y se te da bien, vamos a potenciarlo. Vete a aprender», le dijeron. En esta apuesta ayudó que su aita sea docente. «Sabía que Nextor necesitaba que el profesor le motivase de otra manera. No le iba mal en los estudios, pero si se aburría, decoraba profusamente sus apuntes», señala.
«Buscaron un muralista que diera cursos y empecé con Mikel Herrero», explica Nextor, quien reconoce que «cuando me da por algo, me dedico a ello plenamente». Le pedían cuatro alumnos, buscó dos amigos y la tercera plaza la completó su aita. «Tenían doce años y me gustaba el tema de ir con un espray en la mochila y firmar donde pudiera. Fue una etapa que me duró poco. Me gustaba más lo que me ofrecían las clases y el cambio a pintar en grandes paredes». El curso lo terminaron solo padre e hijo. «Fue acabar y empezar a pintar en Pasai San Pedro... ¡Donde podíamos!».
Estudia Bellas Artes en Leioa de lunes a viernes y los fines de semana los dedica a trabajar
Poco a poco fueron llegando las solicitudes para contar historias y poner color en paredes generalmente grises. Su primer gran trabajo fue en un lateral de la fachada de Albaola, en su localidad natal. Nextor lo recuerda con «cariño» por ser el primer gran mural de los muchos que han venido después. «Se nota que es el primero», resume de manera crítica subido a un elevador a varios metros de altura, mientras trabaja en su última creación en la pared de una empresa de maderas de Urnieta.
Publicidad
Estudiar y trabajar
En estos cinco años de carrera artística, Aitor le acompaña como guía. Al principio, incluso, pintaba con él. Nextor era apenas un adolescente con un don que debía aprender a gestionar su talento. Ahora su padre deja que las decisiones artísticas las tome Nexgraff, «aunque las debatimos», y le ayuda en el aspecto técnico, «tema materiales, qué pintura va mejor en según qué superficie... para que él se preocupe solo de pintar».
Nextor acaba de terminar su primer curso en la facultad de Bellas Artes en Leioa. De lunes a viernes se dedica a estudiar, los fines de semana aprovecha para avanzar en sus encargos. «Cuando acabó Bachillerato no le daba la nota de corte para entrar. Así que decidimos que se preparara durante un año para poder acceder», explica su aita. «Ese año le dimos de alta para que pudiese trabajar». Un periodo en el que Nextor ha tomado conciencia del peso de la responsabilidad. «En el trabajo estoy con más fundamento», indica. Lamentan que en la universidad tengan que «pelearse» con cada profesor cuando necesita faltar a clase, «que no se tenga en cuenta, como ocurre con los deportistas de élite, que si tiene que ausentarse es por causa justificada».
Publicidad
«Cuando cojo un pincel se me quita el hambre, se me quita todo. Estoy 'focus'. Solo pienso en pintar»
Del proceso de creación, a padre e hijo les gusta «todo». Los encargos llegan «la mayoría de las veces» a través de las redes sociales. Los hay de todo tipo. «Desde pintar una fachada de un bloque de viviendas, a una pared de un gimnasio», enumera. En sus diseños intentan dar protagonismo a algo particular que se encuentran en el entorno. «El perro que está en la pared de la escuela de Villabona es de un caserío de al lado», dice Nextor. Y llevan mal que le digan «exactamente» qué tiene que pintar. «Si quieres contar conmigo tienes que saber cuál es mi estilo. Acepto sugerencias, pero no me pidas que modifique la paleta de colores», señala. «Por el color no paso», avisa.
«Que fluya el pincel»
Le entusiasma ponerse frente a una pared vacía. «Puedes trasladar de distintas maneras el diseño que has hecho en pequeño. A mí me gusta que el pincel fluya solo con las referencias del lugar, porque así ejercitas el ojo. Te das cuenta de cosas que no veías sobre el papel». Su padre asiente. «Los primeros días corrige y corrige, sube y baja mil veces del elevador. Le gusta hacerlo así». Además, ambos están «siempre preocupados» de ofertar la mejor calidad. «Que la pintura dure lo máximo posible». El próximo objetivo de Nexgraff es buscar su proyección internacional.
Suscríbete los 2 primeros meses gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión