Todavía falta Joaquín Beltrán
Búsqueda ·
El hallazgo de los restos de Alberto Sololuze avivó la esperanza de encontrar a su compañero, cuyo paradero sigue siendo una incógnita cuando se cumple un año de la catástrofeJulio Arrieta
Sábado, 6 de febrero 2021, 10:07
Un año después de que el vertedero de Zaldibar se viniera abajo, los restos de Joaquín Beltrán, uno de los dos trabajadores sepultados en la catástrofe, siguen sin aparecer. Equipos de Emergencias del 112-SOS Deiak y de la Ertzaintza rastrean los sectores cada vez más reducidos de la escombrera que aún quedan por excavar, en una búsqueda que, según afirmó esta semana el vicelehendakari y consejero de Seguridad, Josu Erkoreka, «es una prioridad en los trabajos que se están desarrollando allí».
Los restos de Alberto Sololuze, el otro operario sepultado, fueron localizados el pasado 16 de agosto e identificados mediante pruebas de ADN días después. Aquel hallazgo reavivó el ánimo de encontrar a Beltrán, porque desde el principio se barajó la posibilidad de que ambos estuvieran juntos o muy próximos cuando sobrevino el desastre. Pero en realidad una de las principales dificultades que ha afrontado todo el operativo de rescate de las víctimas ha sido la incertidumbre sobre su localización exacta cuando el vertedero se vino abajo.
La búsqueda de los dos operarios comenzó el mismo día del derrumbe y al principio se acometió como un rescate de emergencia en el que existía la posibilidad de que pudieran estar vivos. En aquel primer despliegue participaron unos 60 bomberos y ertzainas, hasta que fue necesario pararlo al conocerse la presencia de amianto entre los residuos.
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Cuando las operaciones se reanudaron, asumiendo ya que ambos operarios no habían sobrevivido, se comenzó a trabajar de forma sistematizada. Durante el primer mes se establecieron cuatro zonas prioritarias de búsqueda: B1, B2, B3 y B4. Las tres primeras abarcaban, de arriba abajo, la lengua de desechos que había alcanzado la autopista y la variante de Ermua. La B4 cubría el otro deslizamiento, de mayor volumen, que había caído hacia un caserío próximo, sobre el barrio de Eitzaga.
Desde el comienzo se consideró muy probable que Beltrán y Sololuze habían sido alcanzados por el alud en el cuadrante B1. Ahí se encontraba la báscula del vertedero, en la que estaba trabajando el segundo y, según se dijo entonces, en esta zona «se les vio por última vez». Algunos empleados de la escombrera contaban que Beltrán, que tuvo tiempo de avisar de lo que ocurría por teléfono a varios trabajadores, había salido corriendo para alertar a Sololuze. Sin embargo, otros testimonios lo situaban en la zona B4, en la que además fue encontado su coche.
La inestabilidad de los residuos derrumbados impidió trabajar durante los primeros meses en la zona B1, por lo que se empezó a actuar de abajo hacia arriba, desde la autopista hacia la báscula. Las zonas B3 y B2 fueron excavadas a medida que se iba consolidando el terreno y se habilitaban accesos y caminos para las máquinas, que ya contaban con rastrillos especializados fabricados para esta tarea.
Excavación grabada
Se estableció un método de excavación con varios pasos: el cribado de los residuos con rastrillos en retroexcavadoras; su carga, traslado, revisión y, por último, su depósito en espacios habilitados en el propio vertedero. Todo el proceso se grabaría en vídeo.
Los trabajos se convirtieron en un progresivo acercamiento a la zona B1, la que más probabilidades tenía de albergar los cuerpos pero también la de más difícil acceso. El 6 de abril apareció el coche de Alberto Sololuze con las llaves puestas. Por fin, ya en agosto, aparecieron los restos de la báscula. Para llegar hasta ella fue necesario excavar y cribar una capa de 23 metros de residuos. Los restos de Sololuze fueron hallados el 16 de agosto, cuando faltaba muy poco para que los operarios alcanzaran el fondo, el suelo natural. La esperanza de encontrar a Beltrán se avivó, pero el agotamiento de esta zona acabó por enfriarla de nuevo. Al no haber resultados, la excavación se orientó hacia una franja de la zona B4 que no se había tocado, la B4Sur. Ahí es donde, según Arantxa Tapia, se comenzó a buscar «más en detalle» el 21 de enero. Si el rastreo no tiene éxito, se han determinado otras «dos zonas más, las B1b y B1c», en el talud por encima del lugar donde fue hallado Sololuze.