Las residencias del futuro: módulos de menos de 15 personas y en el centro de la ciudad

Los geriátricos deben ser casa, que los usuarios se sientan como en su domicilio. Por eso, García Herrera insiste en que estos centros deben permitir una convivencia familiar sin limitaciones. «En casa la familia entra cuando quiere. ¿Si quiero comer con mi madre, por qué no puedo? También tiene que ser posible subir a la habitación... Entrar a la zona de la residencia que se desee, siempre sin molestar, y a la hora en la que se quiera», reflexiona. Aquí también está el «derecho al aire libre» de los usuarios, que puedan salir a la calle o tener acceso a una terraza.

Esta transición se centra, sobre todo, en «respetar la dignidad de la persona». Entre otras cosas, «sin infantilizar a las personas mayores», por ejemplo «coloreando todos al mismo tiempo y colgando sus dibujos luego en la pared. Quien quiera puede pintar. ¿Pero harían eso con sus mayores en casa?», se pregunta. El 94% de los usuarios de residencias han ingresado en contra de su voluntad.

García Herrero apuesta por las residencias dividas en módulos, «lo que no significa que tengan que ser más pequeñas», por lo que atender los problemas de salud de los usuarios es la labor del servicio de salud, en el caso de Euskadi, de Osakidetza. No obstante, «las residencias tienen que facilitar la atención hospitalaria en el propio recurso», al tratarse de personas vulnerables. «No existe lo sociosanitario», en palabras del representante de la asociación de directores y gestores de servicios sociales. «Y los servicios sociales no nos ocupamos de la salud. Todo el mundo tiene derecho una atención sanitaria del sistema público».

Para que el nuevo modelo funcione correctamente «es imprescindible que las plantillas estén bien pagadas, con buenas condiciones, aunque no hay que esperar al nuevo modelo para ello».