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Dos mujeres mayores caminan por una calle de Eibar. Morquecho

El edadismo, una plaga silenciosa

La discriminación por razones de edad se ha convertido en una pandemia «sigilosa y devastadora» que impregna a toda la sociedad sin que nos demos cuenta

Javier Guillenea

San Sebastián

Lunes, 5 de febrero 2024, 06:35

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Hay una pandemia que afecta al menos al 50% de la población en todo el mundo y que ha sido calificada por la ONU como «una sigilosa pero devastadora desgracia para la sociedad». Su nombre es edadismo y afecta tanto a jóvenes como a mayores. Pero sobre todo a mayores.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha definido el edadismo como «un conjunto de estereotipos, prejuicios y actitudes discriminatorias hacia las personas en función de la edad». Según la OMS, esta situación se produce «cuando la edad es utilizada para clasificar y dividir a las personas de una manera que supone un daño, desventaja o injusticia».

Edadismo es pensar que un joven, por el mero hecho de serlo, carece de la experiencia suficiente para optar a un determinado puesto de trabajo. Y también lo es la idea de que una persona mayor de, digamos 55 años, no va a adaptarse a los continuos cambios en su empresa porque es demasiado viejo para actualizarse. Si a los jóvenes se les pide experiencia, a los mayores su experiencia les pesa como una losa. «Parece que las personas mayores no pueden aprender cosas nuevas o no pueden desempeñar competencias digitales. En algunos campos concretos se les llega a expulsar», dice Elena del Barrio, investigadora en el Instituto Matia.

Un estudio sobre el edadismo en el mercado laboral presentado por la Fundación Iseak en marzo de 2023 constató que los trabajadores mayores «tienen significativamente menos probabilidades de recibir una invitación para una entrevista laboral que candidatos similares de menos edad». Según el estudio, «las empresas contactan a las personas de 35 años el 7,6% de las ocasiones y a las de 49 años el 3,7% de las veces. Los resultados implican que las personas jóvenes han de mandar su currículo a 13,2 empresas para recibir una invitación, mientras que las de 49 años deben hacerlo en 27,2 ocasiones».

Más allá del mercado laboral, el edadismo campa a sus anchas sin que nos demos cuenta de ello. «Es una de las formas de discriminación más naturalizadas en nuestra sociedad. Se nos pasa totalmente desapercibida y es algo que se sufre a diario. Hay algunas actitudes edadistas muy cotidianas, como cuando le decimos a alguien nuestra edad y nos contesta 'pareces más joven'», explica Del Barrio. «Es como si parecer joven fuera siempre mejor que aparentar la edad que tienes», añade.

La cifra

6,33 El dato

millones de casos de depresión son atribuidos a los efectos del edadismo en todo el mundo.

«Cuando hablamos del edadismo lo llamamos la tercera gran forma de discriminación, pero realmente es la primera porque tiene una prevalencia mayor que el racismo y el sexismo», dice Borja Doncel, enfermero de Osakidetza e investigador en IIS Biobizkaia y del grupo AgeingOn de la UPV/EHU, que trabaja para mejorar la calidad de vida de los mayores y evitar su discriminación. «El edadismo tiene tres dimensiones: la cognitiva, la afectiva y la conductual», asegura Doncel. La primera estaría formada por «los estereotipos, es decir, las creencias», como pensar «que casi todos los mayores tienen demencia».

«El edadismo es la primera gran discriminación. Tiene una prevalencia mayor que el racismo y el sexismo»

Borja Doncel

Grupo AgeingOn (UPV/EHU)

En la dimensión afectiva entran en juego los prejuicios, que nos llevan al siguiente paso. «No me gusta relacionarme con los mayores porque tienen demencia», señala el investigador. La tercera dimensión, la conductual, nos conduce a «la discriminación, a aislar a la persona mayor».

Estereotipos

Todo comienza por un estereotipo primigenio bajo cuya sombra se desarrollan los demás. «Partimos de homogeneizar a las personas mayores, a decir que son un grupo homogéneo cuando realmente no es así», dice Doncel. A partir de ahí, desde una dimensión física los mayores cargan con estereotipos como «la enfermedad, la disminución del apetito sexual, la debilidad y la fragilidad». En cuanto a su salud mental, se les da por supuesto «su deterioro cognitivo, problemas de memoria, depresión, tristeza, desesperanza, miedo, mal humor y rigidez». Desde el punto de vista social, el panorama no mejora. La vejez se convierte en sinónimo de «soledad, aislamiento social, sensación de ser una carga social para el resto de la sociedad y pobreza».

Estos estereotipos pueden llevar a comportamientos discriminatorios. «Pensar que todas las personas mayores tienen problemas de salud puede incidir en cómo se les trata en los centros sanitarios. Por ejemplo, es bastante común que una persona de edad avanzada vaya al médico con un problema de rodilla y le digan que eso es la edad sin que ni siquiera le lleguen a mirar», asegura Del Barrio. También en el ámbito de la salud es común que cuando un mayor acude al médico acompañado por un hijo, el facultativo termine hablándole a este último porque cree que su paciente no le va a entender.

Infantilización

Otro ejemplo de edadismo es la infantilización, que consiste en hablar y tratar a los mayores como si fueran niños, con diminutivos, con un vocabulario limitado y un tono de voz infantil porque se asume que una explicación compleja no va a ser entendida. Se hace sin querer, desde el convencimiento de que es lo mejor, de que se trata de algo bueno. «Muchas veces se asocia con el cariño, pero lo que se hace es ubicar a la persona mayor en un espacio inferior y minusvalorarla», explica Del Barrio. Al ser tratadas como niños, estas personas pierden autoestima e independencia. «En muchos casos repercute en la toma de decisiones. Tú le dices lo que es bueno y malo para ella porque te parece que ya no tiene las condiciones necesarias para decidir sobre su vida».

«Muchas veces se asocia con el cariño, pero lo que se hace es ubicar a la persona mayor en un espacio inferior»

Elena del Barrio

Instituto Matia

Diferentes estudios han llegado a la conclusión de que el edadismo tiene consecuencias negativas en la salud de los mayores. «Va a dar lugar a un deterioro de la salud física, psicológica y social. Provoca un aumento del deterioro cognitivo, de la autonomía y del estado funcional, y también un aumento de depresiones y de situaciones de ansiedad», afirma Doncel.

Es una acumulación de problemas que pueden traer consigo desde la reducción de la duración de la vida hasta un empeoramiento de la salud física, la disminución de los comportamientos saludables o la peor recuperación de la discapacidad. En cuando al estado mental, cerca de 6,33 millones de casos de depresión en todo el mundo son atribuibles al edadismo.

«Vivimos en una sociedad en la que el edadismo lo impregna todo. Desde pequeños aprendemos que el valor social de los mayores es menor que cualquier otra persona», dice Del Barrio, que propone alzar la voz contra esta idea. «La lucha contra el edadismo es el orgullo de la edad, el tener una edad por bandera y no rechazar la que vas cumpliendo».

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