Pedro Miguel Etxenike, presidente del Donostia International Physics Center. lobo altuna
Presidente del Donostia International Physics Center

Pedro Miguel Etxenike: «El DIPC crea una atmósfera donde la creatividad pueda florecer»

«No hay que dirigir la curiosidad; uno de los errores que podemos cometer es investigar en lo que creemos que van a ser los problemas», explica Etxenike

Aitor Ansa

San Sebastián

Domingo, 16 de octubre 2022, 07:11

Dice Pedro Miguel Etxenike (Isaba, 1950), que «la tendencia individualista está creciendo en la ciencia debido a la competencia mundial». Sin embargo, el catedrático de ... la UPV/EHU y presidente del Donostia International Physics Center (DIPC) insiste en que «se debería competir con la naturaleza y que todos puedan ganar colaborando, no como en un partido de tenis». Y saca a colación la famosa frase del investigador francés Claude Bernard: «El Arte es 'yo', la Ciencia es 'nosotros'». Una cita con la que predica con el ejemplo desde un DIPC que ha superado todas sus expectativas en sus 22 años de existencia y que lo seguirá haciendo con la construcción de un nuevo edificio para 2025.

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– ¿Se ha quedado pequeño el DIPC?

– El propio éxito del DIPC ha conllevado una gran demanda de gente que quiere venir a pasar tiempo con nosotros, tanto de forma permanente como temporalmente. Para nosotros el programa de visitantes es muy importante y no teníamos más sitio. La apertura de nuevas líneas ha llevado también a la necesidad de nuevos espacios. Más cuando algunas de estas líneas, como debe de ser la física de vanguardia, tienen un gran componente experimental.

– ¿Cómo ha sido el crecimiento?

– Hemos intentado sembrar conocimientos sólidos y la evolución ha sido muy gradual. Hemos ido lo más rápidamente posible, pero no más porque entonces sería construir sobre arenas movedizas. Ahora ha llegado el momento, después de 22 años, en que la potencia del propio centro, el número de investigadores y la evolución nos han hecho llegar a una situación en la que necesitamos crecer.

Nuevo edificio

«Hemos crecido lo más rápido posible, pero ha sido gradual porque entonces sería construir sobre arenas movedizas»

– ¿Qué nuevas posibilidades se abren con esta ampliación?

– El crecimiento como BERC (Basque Excellence Research Centre) y proyecto ICUE (Ideas Cooperación Universidad-Empresa) abre nuevas líneas que ahora las hemos reagrupado en Quantum, Nano, Cosmos y Vida, aparte de reforzar las líneas anteriores. Y todo eso exige equipamiento, medios, relaciones, despachos para visitantes... La excelencia en investigación es nuestro objetivo, pero también la excelencia en comunicación. Y eso no implica solo conocimiento científico, sino formas de pensar, que se han visto tan necesarias durante la pandemia frente a las posverdades. Un pensamiento crítico en definitiva. Y también exige participar en la creación de ideas hacia una cultura.

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– Si echa la vista atrás al año 1999, ¿se imaginaba dónde iba a llegar el DIPC 22 años después?

– Para nada. Cuando expliqué la idea que tenía a gente que me iba a acompañar, me decían que estaba loco y que era imposible. Me tachaban de visionario y loco. Pero es que las esperanzas que yo tenía eran 3uy inferiores a lo que después ha sido. El DIPC ha superado mis sueños más ambiciosos y ha adquirido un renombre internacional que yo nunca imaginé.

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– El tiempo le ha dado la razón...

– No me la ha dado. Me la ha quitado, pero por arriba.

Internacionalización

«Cuando te juntas con gente de 35 nacionalidades te hace dudar incluso de tus propios dogmas»

– Hablaba precisamente el día de la inauguración de la internacionalización, y un gran porcentaje de investigadores que han pasado por aquí son extranjeros. ¿Qué ven aquí?

– Tenemos 35 internacionalidades en estos momentos. Cuando te sientas a tomar café con gente de tantas nacionalidades te hace a veces dudar de tus propios dogmas y no estar tan seguro de tus ideas. Fomenta la tolerancia, porque creerse poseedor de la verdad absoluta es uno de los grandes males de nuestra sociedad. Una política educativa e investigadora humana tiene que tener cuatro componentes: atraer talento externo, retener el propio, cuidarlo y sembrar para que haya futuro. ¿Qué ven? Talento, ideas y un entorno en el que desarrollar su proyecto, no solo científico, sino humano. En definitiva, ofrecer oportunidades para desarrollar su talento y libertad, incluso la de equivocarse. No estrictas exigencias de resultados como si esto fuese una cadena de producción de acero.

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– ¿Todos estos investigadores se convierten en embajadores de Donostia?

– Por supuesto. De hecho, esta labor de embajadores ha sido tan eficiente que ahora que empezamos esta nueva ampliación, vamos a ampliar el comité científico senior con una rama ejecutiva.

– Vivimos rodeados de científicos...

– Donostia será una de las ciudades que más porcentaje de científicos tenga en relación a su población.

– ¿Y no nos damos cuenta?

– Ahí tienen una labor muy importante primero los medios de comunicación, y después nosotros, que debemos explicar a la sociedad qué tienen, qué hacemos... Pero creo que cada vez es más consciente y los políticos también comienzan a actuar en consecuencia. Sin ir más lejos, el propio alcalde de San Sebastián reivindicaba hace poco en un artículo a Donostia como una ciudad de ciencia con reconocimiento internacional. Y yo siempre he abogado por una ciudad de ciencia, pero también con ciencia en la ciudad. Y en ese sentido, la pandemia ha puesto en evidencia la importancia de una educación científica para tomar decisiones correctas y no dejarse manipular.

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Pandemia

«Ha puesto en evidencia la importancia de una educación científica para tomar decisiones correctas»

– ¿Hablamos de lo que hace el DIPC?

– En primer lugar, avanzar las fronteras del conocimiento en campos de la física que tienen una gran relevancia tanto en la cultura como en la economía. También contribuye a crear una cultura científica que incluye no solo conocimientos científicos, sino cómo funciona la ciencia, pensamiento crítico y una actitud escéptica. Además, pone a San Sebastián en los focos de los centros de excelencia internacional. Es embajadora de la ciudad.

– ¿La ciencia no tiene fin?

– La ciencia ha ejercido una misión humanizadora de la sociedad, y para eso hace falta que el conocimiento siga aumentando. Porque lo que más aporta el conocimiento es un aumento de la ignorancia también. Nos damos cuenta de cosas que no sabíamos. Vivimos tan dependientes de la ciencia y la tecnología, que ni nos damos cuenta de lo uno ni de lo otro.

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– ¿La curiosidad es la característica más importante de un científico?

– Yo creo que sí. Y por eso uno de los errores que podemos cometer ahora como sociedad es dirigir la curiosidad, investigar en lo que creemos que van a ser los problemas. Así lo hizo Nixon con un programa millonario para el cáncer, pero luego la práctica ha demostrado que el avance de la curiosidad en otros temas, ni si quiera relacionados con la medicina, ha permitido solucionar los problemas mucho más que la direccionalidad. Es decir, la curiosidad y la libertad es una de las características esenciales de la ciencia. En estos momentos existe una tendencia ha dirigir la ciencia haciendo servir a las necesidades del mercado, a crear riqueza aquí y ahora. La ciencia no funciona así. Muchos de los grandes descubrimientos que han sido más útiles para la economía y la salud surgieron de la curiosidad de investigadores en campos aparentemente no relacionados. Más rentable que fijar objetivos a la ciencia es crear una atmósfera donde la creatividad pueda florecer y precisamente por eso es por lo que vienen muchos investigadores aquí.

– ¿Les dejan investigar lo que quieran?

– Libertad. Obviamente al elegirles nosotros sabemos cuáles son sus curiosidades, no elegimos un investigador que le preocupe los jeroglíficos egipcios. Ellos saben que ese caldo de cultivo aquí lo tienen para desarrollar unas líneas concretas que nosotros desarrollamos, pero dentro de eso ellos vienen con sus ideas. Y algunos las obtienen aquí, por supuesto.

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– ¿Cómo se imagina el DIPC de aquí a unos años?

– Como un centro muy activo, adaptándose flexiblemente a los cambios, sin recrearnos en los éxitos pasados y mirando al futuro. Nunca hay que recrearse en el éxito pasado, pero hay que celebrarlo. El gran físico danés Niels Bohr decía que 'nunca hay que hacer predicciones, sobre todo acerca del futuro'. 'Creo que hay mercado en el mundo para cinco computadores', creía el presidente de IBM. '640 KB deberían ser suficientes para cualquiera y para todos', dijo Bill Gates. Predicciones, por tanto, pocas. Y después está nuestra propia experiencia personal. Si yo mirase a las predicciones de mi gente hace 20 años, e incluso a las mías propias, no tiene nada que ver con lo que después ha sido.

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