Borrar
Las diez noticias clave de la jornada
Nueve voluntarios del programa Auzolandegia han acudideste verano a la residencia Mizpirualde.

Ver fotos

Nueve voluntarios del programa Auzolandegia han acudideste verano a la residencia Mizpirualde. FOTOS MORQUECHO

Cuidados vocacionales durante las vacaciones

La residencia Mizpirualde de Bergara acoge en agosto a nueve jóvenes que llegan desde diferentes comunidades para ayudar a los mayores en sus tareas diarias

ANDER BALANZATEGI

Martes, 30 de agosto 2022

Comenta

En la residencia de mayores Mizpirualde de Bergara un aire joven ha sacudido a sus residentes las últimas dos semanas de agosto. Y no solo por las ganas que tienen de seguir disfrutando de la vida tras dos años en los que la pandemia les ha relegado a aislamientos y contactos mínimos. Esta vez la novedad la han traído los 9 voluntarios del programa Auzolandegiak del Departamento de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales del Gobierno Vasco. Jóvenes de entre 18 y 30 años llegados desde diferentes puntos del Estado. Del 15 de agosto hasta este lunes, su último día, se han encargado de ayudar a los residentes en actividades como leer el periódico y jugar a las cartas y les han acompañado en paseos y salidas, en actividades de psicomotricidad así como en jornadas de ocio y fiestas. Además, han llevado a cabo actividades que faciliten las relaciones fuera de la residencia de las personas mayores. Una de sus últimas funciones, organizar la celebración de los cumpleañeros de agosto.

A media mañana, en una de las salas del edificio, una sesión de manicura que los voluntarios aplican a las residentes provoca inagotables carcajadas. Marina enseña su mano con las uñas decoradas de rosa y morado. El diseño de Mila es aún más trabajado. Con tachuelas incluidas. Los demás se preparan para una partida de bingo que comienza en breve.

Hace seis años que la residencia Mizpirualde pasó a ser el hogar de Marina Estevez Echaniz. Nacida en Bergara, dedicó parte de su vida a los cuidados y recuerdas que tuvo un total de 27 niños a su cargo. Ahora que la cuidan a ella, está «muy contenta» de que estos chavales acudan a la residencia porque «nos alegran la vida y son muy cariñosos». No es el primer verano en el que Marina ha convivido con voluntarios, ya que antes de la pandemia también había jóvenes que recalaban en Bergara. «Todavía me escribo por carta con una chica que estuvo aquí hace seis años», destaca. Mientras espera atenta a que salgan los dos últimos números para cantar 'bingo', rememora lo duros que han sido los meses de pandemia: «Parecía que estábamos en un funeral». Por eso, ahora que los jóvenes han dinamizado sus vidas, valoran su presencia y «lo mucho que les hemos echado de menos estos años». Sale el 76 y Marina canta ¡bingo! Revisión de la papeleta y felicitaciones para la ganadora. Todos aplauden entre risas y un ambiente familiar. «Es que están muy poco tiempo estos chicos con nosotros», concluye.

«Todavía me escribo por carta con una voluntaria que estuvo en la residencia de Bergara hace seis años»

Mila Narváez, también vecina de Bergara, se considera «la nueva» en la residencia, aunque son ya tres años desde que llegó. Al mes de acomodarse tuvo que vivir el calvario del Covid y no pudo disfrutar el verano junto a los voluntarios. Por ello, estas dos semanas han sido diferentes para Mila, ya que se considera una persona de «familia» y agradece «la compañía». Ella ha recibido con los brazos abiertos a estos jóvenes y les ha cedido sus uñas para la manicura. «Nos enseñan muchas cosas y nosotras también intentamos que puedan aprender algo», comenta. A pesar de que está en condiciones de salir a la calle y le suele gustar hacerlo para pasear por el pueblo, estas dos semanas ha preferido ofrecer su tiempo a quienes desinteresadamente han llegado para hacer lo mismo. «Nos vamos de excursión a Zumaia y como los chicos no son de aquí nos tocará hacer de guías», bromea Mila.

Jóvenes cuidadores

Los voluntarios llegaron a Bergara desde distintas comunidades autónomas. Cristina Muñoz lo hizo desde Murcia, y no por casualidad. A pesar de ser la primera vez en la que se apuntaba a un voluntariado, es de oficio integradora social y mediadora comunicativa. Ha ayudado en la unidad psicogeriátrica. A pesar de ser complicada por el estado de los pacientes, «hemos conseguido resultados muy positivos y alguna de las personas ha conseguido recordar y contarnos partes de su vida». Cristina reconoce que «hay días en los que se pasa mal». Pero en general la experiencia ha sido positiva ya que «ofrecemos una atención más personalizada a los residentes y lo agraden».

«Ayudamos a las trabajadoras a ofrecer una atención más personalizada que los residentes agradecen»

Mientras los mayores juegan al bingo, Ángela Díaz revisa que a nadie se le pase ningún número. La santanderina es técnica en atención a personas en situación de dependencia. Veterana en esto de los voluntariados, la vocación de los cuidados le viene de familia. «Cuando era pequeña cuidaba de mi abuela y ahí empezó todo», confiesa. Nunca había conocido voluntariados en residencias de mayores y se alegra de que acaben siendo «como una familia». Los días han transcurrido sin problemas y comenta que todos los residentes se han «adaptado muy bien» a la presencia de los jóvenes. Le gustaría volver, y ya está viendo cómo lo puede hacer para regresar el verano que viene a Bergara.

El programa Auzolandegiak del Gobierno Vasco promueve que jóvenes de diferentes procedencias participen de forma voluntaria y desinteresada en el desarrollo de una labor de proyección social. Estos jóvenes que han pasado por Bergara han dedicado parte de sus vacaciones al cuidado de los mayores ayudándoles y alegrándoles el mes de agosto. Con buen sabor de boca son varios los que volverían a una residencia en la que se les recibe con los brazos abiertos.

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariovasco Cuidados vocacionales durante las vacaciones