El cuerpo de Abdoulaye regresa a casa

Fue el 8 de agosto. Poco antes de las diez de la mañana, Abdoulaye y otros dos compañeros decidieron cruzar el río por la zona de la curva de San Miguel, a pesar de las advertencias de los grupos de apoyo a los migrantes de Irun sobre el peligro. El 22 de mayo Yaya Karamoko, un joven de Costa de Marfil de 28 años, había muerto intentando alcanzar la orilla francesa. Pero su desesperación por traspasar la última frontera antes de llegar a su destino, Nantes, superó al miedo a perder la vida. Además, Abdoulaye no sabía nadar. Se echó al agua de la mano de uno de sus amigos, pero a mitad de camino se hundió. Varios testigos de los hechos intentaron sacarle del agua, pero fue inútil. Cuando los servicios de emergencia le rescataron, estaba ya sin vida.

Su tío, Mohamed Lamine, con el que debía reunirse en Nantes y que años antes había realizado el mismo viaje desde Guinea Conakry, fue quien viajó a Irun para reconocer el cadáver. Desde que falleció ha permanecido en el depósito del Instituto Vasco de Medicina Legal de Donostia, a la espera de poder ser repatriado, como solicitaron su padre, Momo Koulibaly, y sus cuatro hermanos. «Ayudadnos a traerlo, no tenemos cómo», pedía el padre a través de una entrevista con este periódico.

El Gobierno Vasco, con la ayuda también de Cruz Roja, ha estado tramitando la repatriación con la embajada de Guinea Conakry en Madrid, realizando labores de mediación para agilizarla. Un proceso del que se ha mantenido informado a Momo en todo momento y que finalmente se materializará hoy. A última hora de la tarde de ayer, el cuerpo de Abdoulaye viajó en avión desde Madrid a Casablanca, Marruecos, donde esta madrugada ha hecho escala para embarcar hacia Guinea Conakry, donde tenía previsto llegar a las 6.30 horas de esta mañana. Allí, su familia podrá darle la última despedida en la intimidad.

El joven salió de su país cuando tenía 15 años y emprendió un largo viaje de tres años hasta que llegó a Gran Canaria en mayo. Tras pasar por Cataluña, solicitó el traslado a Irun. Antes de lanzarse al Bidasoa, intentó cruzar la frontera por otras vías hasta en cuatro ocasiones. Su tío le recomendó hacerlo en coche o autobús, como hizo él. Pero los férreos controles de la policía gala se lo impidieron, lo que le llevó a jugarse la vida en el río.

Días después de la muerte del joven guineano se inició una recogida de fondos por parte de voluntarios que colaboran con migrantes a ambos lados de la muga, para ayudar a la familia a repatriar el cuerpo. La solidaridad de 175 personas permitió recaudar 6.320 euros que una vez cubiertos los gastos de repatriación, se destinarán a ayudar a la familia de Abdoulaye Koulibaly por los gastos derivados del trágico suceso, y a la mezquita de Irun, con el fin de sufragar los gastos que asumió por el entierro de Yaya Karamoko, el primer migrante muerto en el Bidasoa en mayo y cuyo cuerpo fue enterrado en Gipuzkoa.