Odisea para llegar a trabajar
Ni por carretera, ni en transporte público. A primera hora de la mañana desplazarse para llegar al puesto de empleo se ha convertido en un auténtico vía crucis
«Lo siento, voy a llegar tarde a trabajar». Si hay una frase que esta mañana ha resonado en cada rincón de Gipuzkoa ha sido el aviso, entre la impotencia y el cabreo, de que era prácticamente imposible llegar puntual al puesto. En el interior de los coches; en paradas de autobús, topo o tren; en la puerta de los colegios. Aquí y allá se veía a hombres y mujeres, móvil en mano, tratando en vano de buscar una manera de desplazarse lo más rápido posible.
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En las familias con niños el primer escollo a superar ha sido buscar con quién dejar a los críos. Algunos padres han optado desde primera hora por dejarlos en casa, algunos por el temporal, otros por el bulo que se ha viralizado en redes sociales, con una falsa nota del Gobierno Vasco que daba por suspendidas las clases debido al temporal.
Quienes han logrado llegar a la puerta del colegio o guardería se han encontrado con pocos alumnos y aún menos profesores, además de la recomendación por parte del centro de, en la «medida de lo posible, no dejar al alumno en la escuela».
A pesar de que los problemas de circulación han comenzado temprano, han sido muchísimas las personas que han decidido coger el coche. La gruesa capa de nieve y hielo que cubría las carreteras ha provocado que decenas de vehículos quedaran cruzados en los barrios y en las carreteras interurbanas. Cuestas y rotondas se han convertido en una trampa. Los conductores que han logrado llegar a las vías principales, por su parte, se han visto atrapados en una auténtica ratonera. A hora punta la A-15, la N-1 y la Ap-8 estaban totalmente colapsadas.
«Llevo dos horas atrapada en el coche», comentaba L.G. en la N-1, a la altura de Irun. «Algunos coches se están dando la vuelta, pero ya ves, somos muchos los que seguimos en caravana porque es peligroso ponerse a maniobrar aquí en medio», lamentaba. Una hora después, lograba dar la vuelta en una rotonda. «Al final me vuelvo a casa. La carretera está imposible. He hablado con mi jefe e iré por la tarde a trabajar».
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El transporte público no ha ofrecido mejores perspectivas. Que los autobuses se iban a encontrar el mismo panorama en las carreteras era obvio, por lo que con la mayoría de las líneas fuera de servicio o con importantes retrasos, los guipuzcoanos se ha acercado en masa a las paradas de topo y tren. «Sentimos comunicar que debido a la nieve acumulada en las vías no podemos garantizar el paso de los vagones», comunicaban por megafonía a las 8.30 horas en la parada de Euskotren de Galtzaraborda. El apeadero llevaba lleno más de media hora, por lo que había una marea de gente agolpada en la estación, sin siquiera poder acceder a los tornos.
En la estación de tren, en Orio, otra multitud se agolpaba en el andén. «Jamás habíamos visto a tantas personas. Hemos pensado ir a Donostia en tren, pero cuando estábamos esperando, hemos visto venir el convoy que había salido en dirección San Sebastián circulando por la vía contraria. Ha sido todo muy confuso. Al parecer al llegar a Usurbil el tren no podía pasar y ha tenido que volver, así que nos hemos juntado en la parada los que estábamos esperando, más toda la gente que se ha bajado de los vagones», explicaba, por su parte, B. S.
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Andando 7 kilómetros
La situación ha obligado a optar por la bici, o las piernas. Y no solo para las distancias cortas. «Vivo en una zona alta de Errenteria y, en mi barrio, las dos salidas por carreteras estaban cortadas. Me he bajado al centro pero tampoco estaban circulando ni el topo, ni el autobús. Al final he decidido desplazarme hasta San Sebastián andando», explicaba A.I., mientras esperana al autobús de Igara en la Avenida Carlos V de san Sebastián. «He andado durante hora y media, más o menos 7 kilómetros. Ahora en el centro de Donostia sí pasan los autobuses, así que cogeré el 40 para ir de aquí al Antiguo». Asegura que no es la única que ha decidido caminar y que, en el bidegorri, se ha encontrado con otras personas que han tenido la misma idea. «Al final es mejor llegar una hora tarde, que no llegar».
También hay quien, con humor, ha tirado de un medio de transporte totalmente inusual, al menos para moverse por la ciudad: los esquís. «Muy despacio y con cuidado, pero he bajado de Altza esquiando», ha reconocido Julene, con las botas bien amarradas y los esquís al hombro. A ella no la movía la necesidad de llegar a trabajar, sino la de aprovechar la jornada para practicar deporte. «Ahora me viene a buscar una amiga y, si podemos, trataremos de llegar a Aralar para esquiar».
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