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Prohibido cruzar de acera

Cierre municipal en Euskadi ·

Vecinos de las calles Azkuene y Eskalantegi, compartidas entre Pasaia y Donostia, ven «ilógico» no poder desplazarse al otro lado. «No nos queda otra que pasar», coinciden

Lunes, 25 de enero 2021, 14:55

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A los vecinos de la calle Azkuene apenas les separan dos metros entre una acera y la de enfrente. Pero son cuatro pasos que pueden conllevar multa por 'saltarse' el cierre perimetral entre municipios. Las nuevas restricciones a la movilidad en Euskadi rizan el rizo en determinados puntos de la geografía guipuzcoana, donde la división entre municipios ha dado lugar a situaciones surrealistas.

Es el caso, por ejemplo, de la citada calle o la de Eskalantegi, 'partidas' en dos. En el primer caso, los portales pares pertenecen a Pasaia y los impares, a Donostia. En el segundo, al revés. Los pares son de San Sebastián y los impares, del distrito pasaitarra de Antxo.

A pesar de la nueva normativa, estas zonas amanecían ayer ajenas a la restricción de movilidad vigente y residentes de ambos lados de la calle Azkuene salían de la carnicería, la panadería o el supermercado como otro día cualquiera, sin cambiar de trayecto ni alterar su rutina diaria. No lo hacían por rebeldía, sino porque «no nos queda otra». «Como no pongan un muro en mitad de la carretera… Vamos a seguir pasando de un lado a otro, es inevitable. Si tenemos el súper en el otro lado, ¿qué vamos a hacer?», se cuestionan Roberto y Teo, que al igual que el resto de residentes consideran «absurda» la limitación en esta calle fronteriza.

Interdependencia

Y es que uno de los problemas que trae consigo el límite entre municipios es la interdependencia, tanto para el ocio como para la actividad económica. «La mayoría solemos venir aquí a realizar las compras. En este lado de la calle, en el de Pasajes, no hay tienda de alimentación, y el BM que teníamos lo cerraron por problemas en la estructura del edificio. Ya me dirás a dónde vamos a ir. ¿Por qué no voy a poder ir ahí enfrente? ¿Qué me tengo que ir, hasta el fondo de Trintxerpe? No lo entiendo, me parece ridículo y sin sentido, ¡que es un cruce de cuatro pasos! Si es que la mitad de la carretera es la muga», censuraba Covadonga cargada de bolsas.

Vídeo. Ertzaintza y Policía local vigilan el confinamiento de localidades y territorios Atlas

Insiste en que «siempre he cumplido las normas desde que empezó todo esto, pero lo que no me parece normal ahora es que no me dejen pasar a este supermercado, ni a la frutería, ni a la carnicería de ahí abajo. El cajero tampoco funciona y la gente de Donostia tiene que ir a Trintxerpe porque la Kutxa de Bidebieta la cerraron». Así como le cuesta asimilar esta medida cuando se trata de llenar el carro de la compra, sí que mantiene las distancias a la hora de reunirse con sus amigas -muchas viven enfrente- y «desde el confinamiento no quedo ni para tomar café, ya no me arriesgo», afirma. «Así que saludo desde lejos y hasta luego».

Para los moradores de estas vías, la extraña realidad de que se encuentran en una calle dividida por la mitad es cosa del pasado. Sin embargo, la frontera imaginaria entre Trintxerpe y Donostia o entre Donostia y Antxo se ha vuelto a día de hoy más visible que nunca por culpa de la pandemia, aunque los límites, siempre tan confusos en estos núcleos que se tocan y comparten vida, parecen desoírse en la misma proporción. Saben que no deberían cruzar pero «no nos queda otra», defienden las vecinas Maite y Lurdes mientras apuran un café en el lado donostiarra, a la vez que plantean la posibilidad de que la movilidad se delimite «de otra forma que no sea la geográfica».

Otra paradoja es que los bares pueden abrir dependiendo del lado de la acera en que se ubican. Pasaia ha entrado en zona roja y por lo tanto los locales hosteleros deben bajar la persiana, no así los de San Sebastián, por ahora. «¿Tú crees que la gente no va a los bares del otro lado?», deja caer Mariví Gestido, en la cola del estanco, en el lado pasaitarra de la calle Azkuene, donde reside desde hace más de 60 años.

Delante de ella, Martina, del lado donostiarra, espera su turno, y se une a la conversación sin dar crédito de la restricción aplicada a esta vía tan peculiar. Surrealismo en estado puro para estos vecinos, que invocan el sentido común como hicieron durante la desescalada. «Había vigilancia policial, te preguntaban a dónde ibas, de dónde venías...» ¿Y les dejaban pasar? «Hombre, a ver…», zanja esta mujer sin admitir réplicas.

Un «sinsentido» en Antxo

La situación se repite en Antxo con aquellos vecinos que residen en Eskalantegi, otra calle partida por la mitad y que indica dónde comienza un municipio y acaba otro. Cruzar la carretera puede acarrear una multa que los vecinos no logran entender. «Es ridículo porque es una frontera geográfica pero que no tiene ningún sentido. Es absurdo no poder cruzar una calle. Aquí nos relacionamos como si fuéramos un pueblo. Los que vivimos en el barrio de aquí arriba hacemos la vida en Antxo, nuestra tendencia es bajar aquí, no vamos a Donostia, ni a Altza, porque es lo que más cerca queda», comentan Izaskun y Josu, amigos de la cuadrilla y vecinos que viven cada uno en un lado de la calzada pero que se resisten a no poder compartir esa cerveza de la semana en el bar de siempre.

Josu comenta desconcertado cómo «para unas cosas cierran los municipios pero luego nos juntamos todos en el trabajo, en los colegios, en el transporte público... y más de cuatro, por cierto». Su amiga del lado donostiarra aporta un dato curioso: «el ambulatorio lo tengo en Antxo y también puedo aparcar con la viñeta de residentes. Hay un lío de fronteras impresionante», afirma.

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Vecinos de la calle Azkuene, entre Pasaia y Donostia, y Eskalantegi, entre Antxo y Donostia, no pueden cruzar de un lado a otro según las nuevas medidas