«He cerrado la guardería; ahora es una ludoteca»
Educación. La escasez de niños golpea con dureza a los centros educativos. Gipuzkoa ha perdido en diez años 9.000 alumnos solo en Infantil y la sangría continuará
Colegios y guarderías que cierran, otros abocados a fusionarse para sobrevivir, centros a los que no les queda otra que unificar aulas de niños de diferentes edades para alcanzar un mínimo quorum... La inversión de la pirámide poblacional de Gipuzkoa, ahora con una estructura regresiva como en buena parte de las sociedades desarrolladas, golpea con especial dureza al sistema educativo, que ve cómo su oferta es hoy excesiva para las necesidades de una población en la que los niños escasean. Junto a la sanidad y las residencias, que sufren justo por lo contrario, por la imposibilidad de hacer frente a la demanda de una sociedad envejecida, es posiblemente el sector más directamente afectado por la crisis demográfica.
Los números no dejan lugar a la duda. Solo en la etapa de Infantil (3-6 años), Gipuzkoa ha perdido cerca de 9.000 alumnos en una década. 8.776 exactamente. De los 32.849 niños matriculados en el curso 2013-2014 se ha pasado a 24.073 en el actual 2023-2024. Y la sangría no tiene visos de detenerse. El próximo curso está previsto que inicien su vida escolar en las aulas de dos años unos 11.000 txikis, mil menos que los que comenzaron en septiembre pasado.
Mirando a un plazo más largo, se estima que en 2032 habrá en todo el sistema educativo de Gipuzkoa 22.000 alumnos menos que los que había en 2020. A menor número de escolares, menor número de aulas. Se calcula que se cerrarán 1.400. En consecuencia, se reducirá el número de profesores, que será un 34,7% inferior. Dicho de otra forma, una de cada tres plazas de profesor desaparecerá porque no hará falta.
La pérdida de alumnos afecta y afectará a todos los niveles educativos.
Las consecuencias de la progresiva desaparición de menores ya es patente. Solo por mencionar algunos ejemplos recientes, pero no únicos, el colegio Scientia Karmelo de San Sebastián cerrará sus puertas definitivamente a finales de este curso. El epílogo de este centro centenario, uno de los referentes de la capital guipuzcoana, ejemplifica la crudeza de la situación. Hace un lustro la que echó la persiana fue la ikastola Claret, también en Donostia.
Otros unen fuerzas para combatir la marea. El actual Aldapeta Maria Ikastetxea es fruto de la integración hace ya años de los colegios Marianistas, Belén y San Bartolomé. Otros que han seguido este camino son Santa Teresa, Larramendi y Jesuitinas, que este curso han comenzado con la puesta en marcha de su fusión en las aulas de dos años y que tendrá su continuidad de manera progresiva en los cursos venideros.
Sufren todos, pero lo hacen más los centros enfocados a los más pequeños. Y por descontado, más los privados que los públicos. Si los colegios se las ven y se las desean, y la mayoría sobrevive gracias a la concertación con el Gobierno Vasco, las guarderías son ya una actividad de alto riesgo. A la constante caída de la natalidad se ha sumado en los últimos años la decisión de muchos colegios –precisamente por la insuficiencia de alumnos– de ampliar su propuesta educativa y ofertar también ciclos de infantil, elevando la competencia. Y este curso les ha llegado la puntilla con la gratuidad de los centros públicos (haurreskolak)para la etapa 0-2 años.
«¿Para niños? ¡No!»
Andrea Valoria ejemplifica como nadie la transformación que vive la atención y educación de los niños durante sus primeros años de vida. Su madre regentaba hasta el curso pasado la guardería Auzokids de Irun, abierta en 2007. De la treintena de txikis que acudían a diario, se encontró en septiembre con que iban a iniciar este curso solo 6. «Cada vez hay menos niños y no se puede competir con la gratuidad de las públicas», razona Andrea. «Era inviable continuar».
Arquitecta de profesión, se niega a dejar morir del todo lo que durante décadas construyeron sus padres, que en 2015 ya tuvieron que cerrar la guardería Juana de Arco de Donostia, que en sus mejores años llegó a cuidar de más de 200 niños. Hoy aquellas instalaciones son un hotel, otro signo de la transformación socioeconómica que vive Gipuzkoa.
En Irun ha reconvertido la guardería en un centro de juegos, eventos, ludoteca y talleres infantiles, que ha bautizado como Auzopark. «Como madre veo que faltan lugares donde poder ir con los niños a pasar la tarde, juntarse con otras familias, celebrar cumpleaños... Y también organizamos talleres para niños de hasta 13 años». Tiene la confianza que otros no le han mostrado. «Cuando decidí reconvertir la guardería, fui a un centro de apoyo a emprendedores y cuando les conté mi planteamiento la respuesta fue: '¿Un negocio para niños? ¡No! Si apenas hay».
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Créditos
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Textos Aitor Ansa, Miguel Ángel Mata, Patricia Rodríguez, Javier Guillenea, Jorge Sainz y Marcela Salazar
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Fotografías Lusa, Jose Mari López, Lobo Altuna, De la Hera
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Desarrollo Gorka Sánchez
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Narrativa y gráficos Izania Ollo