«Tengo 20 años y veo absolutamente todo negro; me siento mal y necesito ayuda»

Es media mañana, el reloj marca la una menos cuarto del mediodía. Entra un ligero rayo de sol por la ventana de la habitación de Mario, de 20 años, que lleva tiempo con malestar emocional. Tras días pensando qué hacer, se decide a pedir ayuda. Un compañero de clase del grado de Formación Profesional le ha hablado del servicio BadaBideBat de atención a jóvenes entre 18 y 30 años del Teléfono de la Esperanza de Gipuzkoa. Se conecta al chat y le da a la tecla de 'empezar la conversación'. Al otro lado, le atiende un voluntario, que le pregunta qué le pasa. «Veo absolutamente todo negro, en bucle, y me siento muy mal», responde. Tras una larga charla, desde la entidad analizan su caso y deciden que cumple las características idóneas para recibir asesoramiento psicológico presencial en la sede que tienen en la calle Arrasate de Donostia.

Mario es un nombre ficticio y su historia es solo un ejemplo de las decenas de situaciones que atienden a diario desde el Teléfono de la Esperanza en Gipuzkoa, donde el último año las consultas presenciales a jóvenes, que de media duran entre seis y ocho sesiones, han aumentado un 48%, sobre todo relacionadas con «una ansiedad incompatible con el día a día».

Cada vez hay más casos de este estilo. «Mucha gente joven viene con cuadros incapacitantes de ansiedad», explica Maribel Pizarro, directora del también conocido como Gipuzkoako Itxaropen Telefonoa y psicóloga de formación. «Suelen tomar ansiolíticos, recetados por el médico, pero no es suficiente con eso. Necesitan apoyo psicológico. La ansiedad es un síntoma y detrás hay muchas cosas, como frustración o problemas familiares».

Además –añade–, «son edades en las que las personas tienen un especial interés en el sentido de la vida y el futuro», añade Beñat Benítez, técnico del servicio para jóvenes BadaBideBat y psicólogo. Es más, a diferencia de lo que ocurre con los mayores, estos «llaman directamente para pedir ayuda presencial», aunque desde la entidad después filtran quién cumple las condiciones necesarias, como que sean personas con menores recursos. El año pasado, un 32,8% de los asesoramiento profesionales totales se hicieron a jóvenes inmigrantes.

La ansiedad es la causa más frecuente de atenciones a jóvenes, tanto a través del chat o WhatsApp como en formato presencial. Pero también se repiten situaciones de «conflictos de pareja, problemas familiares o crisis suicidas». Lo que parece claro es que «para los jóvenes la salud mental no es ningún tema tabú, a diferencia de lo que todavía ocurre con las personas más mayores», explica Benítez.

El último año el servicio para jóvenes atendió a cerca de 200 personas por chat, un 6% más que en 2022. Pero lo que realmente se dispararon fueron los asesoramientos presenciales, donde los usuarios pasaron de 23 a 34, esto es, cerca de un 48% más. Este es un programa que puso en marcha el Teléfono de la Esperanza de Gipuzkoa en 2021, tras detectar la necesidad de llegar a los más jóvenes por una vía más cercana para ellos (el chat a través de su web o el WhatsApp) durante la pandemia.

Aunque cada vez son más los menores de 30 años que piden apoyo a esta entidad, todavía son mayoría los mayores. Si en total el año pasado los voluntarios del Teléfono de la Esperanza de Gipuzkoa hicieron 2.436 atenciones, la mayoría, alrededor de 2.000, fueron dentro del servicio para mayores de 30 años Albaindu. De media, estas consultas duran 53 minutos, tanto si se hacen por llamada como si se realizan por chat. Además, dos tercios de los usuarios son mujeres, frente al tercio restante de hombres.

Todos los días suena el teléfono en la calle Arrasate de Donostia, donde también hay alguna consulta por chat y atenciones presenciales. Hace tiempo que el Teléfono de la Esperanza de Gipuzkoa «es mucho más» que lo que su nombre indica, un teléfono. En cualquier caso, aún es este servicio el que más demanda tiene, aunque los jóvenes, a través de BadaBideBat, van ganando terreno. Es más, mientras que las atenciones presenciales a jóvenes aumentan un 48%, las consultas psicológicas en persona a los mayores bajan un 24% el último año. Ambos servicios son gratuitos.

Si los guipuzcoanos de entre 18 y 30 años piden ayuda sobre todo por problemas de ansiedad, los que superan esa edad lo hacen por soledad no deseada. Esta circunstancia se da en el 32% de las atenciones de Albaindu, adonde también suelen llamar por «conflictos familiares o de pareja», además de por ansiedad, una problemática que aunque aumenta en los más jóvenes sigue estando presente entre los adultos. «Muchas veces nos encontramos con personas que están desbordadas, después de haber ido acumulando mucha carga año tras año», explica Pizarro, que añade que sobre todo entre los que tienen de 50 a 60 años se dan muchos casos de «divorcios, separaciones e hijos con problemas».

La mitad de las atenciones se dan en Donostialdea, seguido por la zona del Bidasoa, Oarsoaldea, Buruntzaldea, Goierri y Urola Kosta. Con esta información en mente, y conociendo el tipo de casos que más frecuentemente se atienden, desde el Teléfono de la Esperanza de Gipuzkoa han reforzado sus programas de prevención, con el trabajo con otras entidades, por ejemplo. El último año llegaron a 2.188 personas con los programas para evitar conductas suicidas y problemas de salud mental. «Eso ha hecho que aumente el número de voluntarios, sobre todo jóvenes que se interesan por ayudar», dice Maite González, coordinadora del teléfono y responsable del voluntariado. De 25 voluntarios, seis son menores de 30 y hay dos voluntarios psicólogos.

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