La 'palabra de seguridad'
Si la purga de acosadores se va a hacer en redes sociales, habrá que habilitar una fórmula para que los acusados tengan defensa, incluso si en efecto son culpables
E l escritor Jim Thompson dijo: «Existen treinta y dos maneras de escribir una historia y las he usado todas, pero solo existe una trama: ... las cosas no son lo que parecen». Un buen ejemplo ilustrativo serían los llamados 'aliados del feminismo' o 'aliados' a secas y de cualquier cosa, etiqueta deplorable bajo la que proliferan desde los conversos, más iluminados por la revelación que un árbol de Navidad, hasta los impostores, pasando por los bienaventurados de la desorientación. También es verdad que, llevada hasta sus últimas consecuencias, conduce a la paranoia porque a treinta y dos maneras de contar una historia se les corresponden otras tantas de conseguir que lo que es, parezca no serlo. Dicho de otra manera: a ver quién distingue un rostro de una máscara.
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Sobre esta base se edifican carreras como la de Rubiales, a todas luces un peligroso patán que ha logrado encaramarse hasta lo más alto del aparato burocrático futbolístico. La pregunta es si lo hizo a pesar de su condición o por el contrario, fueron precisamente sus rasgos personales los que le permitieron ascender en la escalera social y laboral. Hay estudios que apuntan a que en ciertos ámbitos las psicopatías propulsan carreras profesionales.
¿Será este episodio la chispa que encenderá el 'Me Too' español? Es probable. Las redes sociales, un instrumento para adultos en manos de niños de todas las edades, han servido estos días para que cientos de mujeres describieran un sinfín de vejaciones, humillaciones, injusticias, relaciones de dominación y mezquindades sin cuento a cargo de los grandes 'señoros'. Proliferan los relatos de experiencias intolerables a la par de los de comportamientos ejemplares. Un inciso: el valor de una buena acción se desintegra cual vampiro en cuanto la expone a la luz su protagonista. Airear comportamientos nobles en primera persona del singular es la criptomoneda del mercado de la moral.
Las redes sociales son un instrumento para adultos que están ya en manos de niños de todas las edades
Las redes sociales nacieron para desplegar ingenio, mantener diálogos de besugos, cruzar insultos y, en menor medida, difundir contenidos de interés. En todos estos ámbitos han demostrado su solvencia. En cambio, como instrumento de administración de justicia abre las puertas a un nuevo campo, inexplorado por su lado cibernético, pero cuyas liturgias ya han trillado todas las religiones que han hecho del pecado, la culpa y la redención su piedra angular.
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Vivian Gornick citaba a James Baldwin para recordar que «cuando el oprimido se alza, no lo hace como un santo, sino como un criminal». Sea o no razonable, es inevitable. Y si la necesaria purga de acosadores ha de realizarse vía redes sociales, así sea, pero habrá que habilitar el protocolo de defensa al que tienen derecho incluso los culpables. Hasta los adeptos al sadomasoquismo pactan una 'palabra de seguridad' para poner fin a la dominación si el dominado no aguanta más. Juzgar, condenar y absolver también conllevan una gran responsabilidad. Si vamos a hacerlo en turbamulta, urge administrar la tensión no resuelta entre la necesidad de castigar al culpable, el riesgo de dejar impune a quien sí lo es y la pesadilla de condenar a algún inocente.
Hay una tensión entre el obligado castigo al culpable, el riesgo de la impunidad y el temor a condenar a un inocente
No faltará quien lea esto en clave de sospechosa excusa preventiva. Quién sabe, igual yo también lo haría. Pero a la segunda pensada, mis sospechas se centrarían mucho más en quienes guardan un cauteloso silencio y, sobre todo, en quienes se han apresurado a colocarse al frente de la manifestación y sujetando la pancarta, no vayas a toparte un buen día en uno de estos procedimientos sumarísimos con tu novio, tu hermano, tu padre o tu hijo.
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Por supuesto y salvando todas las distancias, lo dicho hasta aquí me vale igual para acusados de 'terrorismo', de 'filoterrorismo', de 'narcotráfico' o de espiar para Rusia. Lo que está descartado a estas alturas es la fe ciega en cualquiera de sus formatos y versiones.
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