Interior del antiguo hospital de Magdalena, en Azpeitia.

Tras las huellas de San Ignacio

Hay otros lugares ignacianos en Azpeitia, como su pila bautismal, el hospital de la Magdalena y la ermita de Olatz

Félix Ibargutxi

Sábado, 30 de julio 2016, 08:05

Ya llegan las celebraciones de San Ignacio en Azpeitia. Para aquellas gentes que tengan un mínimo de curiosidad en torno al que algunos han denominado « ... el vasco más universal», he aquí unas pistas en torno a lugares ignacianos, al margen de los dos ya consabidos: la casa natal y la basílica de Loiola.

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Son lugares que generalmente no están abiertos al público, por lo que los visitantes deben ponerse en contacto con la oficina de información del santuario: 943-025000, visitas@santuariodeloyola.org

Por un lado, la ermita de Olatz, situada entre el casco urbano de Azpeitia y el barrio de Loiola. Durante siglos este templo ha estado muy unido a los Loiola, ya que eran sus patronos. San Ignacio, por ejemplo, tenía una especial devoción por esta Virgen a la que solía rezar una salve. Y cuando no podía aparecer por ahí, entonaba la salve mirando en aquella dirección. En este lugar se reunían, además, las Juntas Generales de Gipuzkoa hasta principios del siglo XVIII.

El templo data del siglo XIII. La puerta principal es de medio punto, y, en el interior, destaca la bóveda y el coro de madera. No obstante, la mayor joya es la talla gótica de la Virgen, de madera policromada.

En el mismo casco urbano, y concretamente en la iglesia parroquial, está la pila en la que bautizaron al santo. Y no lejos de allí, la ermita y el hospital de la Magdalena. Aquí se hospedó San Ignacio, como un pobre más, entre abril y julio de 1535, tras retornar de París a Azpeitia. Y en esa ermita predicaba y enseñaba el catecismo.

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Otro lugar ignaciano es la ermita de Santa Lucía del barrio de Elosiaga, enclave situado a tres kilómetros del casco urbano. Allí, encaramado sobre un ciruelo, en mayo de 1535, hizo San Ignacio un sermón que extendió todavía más su fama.

Por último, y volviendo a los alrededores del santuario de Loiola, tenemos el caserío Egibar, actualmente convertido en museo del medio ambiente. Allí vivía María Garín, a quien los señores de Loiola encomendaropn la crianza del pequeño Ignacio. Esa mujer era la esposa del herrero Errasti.

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