El haba, la reina del roscón de Reyes
Costumbre ·
Maestros pasteleros como Rafa Gorrotxategi reivindican una tradición que se remonta a la época medieval y que aún sigue viva en NavarraEl haba del roscón de Reyes corre el riesgo de convertirse en una especie en vías de extinción por efecto de las nuevas modas y tendencias. Hay quienes quieren decretar por ley su desaparición para evitar accidentes entre la grey infantil por ingerirla de forma inadvertida. También los hay que prefieren «un rosco sin malas noticias» y exento por tanto de la legumbre que obliga según la costumbre a costearlo a quien la encuentra. Y están por último los que consideran el haba un añadido tan viejuno que creen que ha llegado la hora de sustituirlo por sorpresas más acordes con los nuevos tiempos.
Pero el haba cuenta también con potentes aliados. Destacan entre ellos maestros reposteros como Rafa Gorrotxategi, cabeza visible de una nutrida representación de artesanos pasteleros que reivindican una tradición que hunde sus raíces en la época medieval. «No concibo el rosco de Reyes sin el haba», sostiene el confitero tolosarra, que apuesta por una defensa numantina de la modesta legumbre en el postre por excelencia de la festividad de la Epifanía. «Se trata de mantener el legado cultural que hemos heredado de nuestros antepasados», asegura.
No es fácil determinar el origen de la costumbre de introducir un haba en el rosco de Reyes. El escritor y etnógrafo navarro Fernando Hualde recuerda que se trata de una tradición que adaptaron en la época medieval buena parte de las cortes centroeuropeas. «Los monarcas -explica- convocaban en sus palacios a los niños más desfavorecidos en la víspera de la Epifanía para obsequiarles con una merienda. Al acabar se sacaba un gran pastel con forma de rosco en el que se había escondido un haba. Aquel que la encontraba era el agraciado. Al día siguiente se le vestía como rey y era tratado como tal incluso por el propio monarca. Pero además de recibir esos honores, lo mejor es que se le obsequiaba con un generoso donativo».
La huella de Teobaldo I
La costumbre, continúa Hualde, llegó a la península en 1234 con el acceso al trono de Navarra de Teobaldo I, un monarca de la casa de Champaña que introdujo en Pamplona los usos refinados de las cortes del otro lado de los Pirineos. «Hay documentos que acreditan la celebración de la tradición del haba o de la 'faba' en Navarra desde el siglo XIII hasta bien entrado el XV en fiestas que se celebraban en Tudela, Estella, Pamplona, pero sobre todo en Olite, la residencia favorita de los reyes de Navarra».
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El reino desapareció, pero la costumbre siguió viva en las calles de Pamplona, donde el rey del haba era escogido por una muchedumbre en una ceremonia que llegó a ser prohibida en 1765 por los desórdenes que generaba. La tradición se retomó en 1920 de la mano de la Asociación Rey de la Faba y Muthiko Alaiak, que recrean todos los años la coronación como rey de Navarra de un chaval en una vistosa ceremonia de la que el propio Fernando Hualde se hizo eco en el libro 'El Rey de la Faba', publicado por la editorial tolosarra Xibarit.
Es el mismo sello en el que el incansable Gorrotxategi lanzará también en breve 'Txokolate', su nueva publicación.