Las diez noticias clave de la jornada
El Lehendakari, Iñigo Urkullu, a su salida de la comparecencia ante los medios de comunicación, en la sede de Lehendakaritza. EP
Análisis

Tarde de épica para un cambio de época

Urkullu cierra su ciclo en una sociedad vasca diferente a la de hace doce años y reivindica su gestión y el pactismo

Alberto Surio

San Sebastián

Viernes, 23 de febrero 2024, 01:00

Algunos estrechos colaboradores del lehendakari Iñigo Urkullu no podían este jueves ocultar una lágrima. El aire de despedida de su intervención ofrecía ese punto emocional ... en una persona contenida hasta el extremo, que ha hecho de la sobriedad una seña de identidad hasta el extremo. Urkullu cerraba su ciclo con una reivindicación de su experiencia al frente del Gobierno Vasco en los últimos doce años. Ponía en valor el activo de su legado y la importancia de los acuerdos estratégicos amplios. El eje PNV-PSE, la alianza histórica vasca, quiere salir con nota alta.

Publicidad

En cierta forma Urkullu ha pretendido con este mensaje dar un aire de solemnidad a su salida del poder. Por la puerta grande, que dirían los castizos. Frente a quienes subrayan el desgaste en la gestión y consideran que en Euskadi ya se detecta un principio de pulsión de cambio, el lehendakari reivindica el trabajo realizado y la cultura de la coalición. Su mensaje era precisamente una enmienda a la totalidad a la pretensión de EH Bildu de dar por amortizada la cultura de la coalición entre los jeltzales y los socialistas y de considerar que la crisis en Osakidetza constituye una especie de principio final. «Hemos avanzado en bienestar, en calidad de vida y en autogobierno», resumió Urkullu.

Las elecciones autonómicas servirán para poner nota al balance y dirimir la credibilidad de las propuestas de futuro. Algunos cambios son realmente significativos en esta Euskadi del posterrorismo, que ha superado la radicalidad política aunque mantiene una sólida hegemonía del nacionalismo. Una sociedad en la que el debate identitario clásico ha quedado absolutamente orillado, en la que el enfrentamiento histórico entre nacionalistas y no nacionalistas forma cada vez más parte del pasado y en la que la discusión del nuevo estatus de autogobierno, aún cuando integre la agenda pendiente, no está ni se le espera a corto plazo. Una Euskadi que quiere pasar la página de la violencia pero que corre el riesgo de la amnesia y la desmemoria, sobre todo por parte de las nuevas generaciones. Un problema de valores morales que nos interpela a todos sobre los déficits en la educación y en la pedagogía, más allá de las mejoras económicas y sociales que pueden resultar obvias, de las cifras de empleo, de la cohesión social, de nuestro Producto Interior Bruto, de la capacidad de innovación del tejido productivo, de la adaptación de nuestra industria a la innovación, de la revolución de las redes, del mundo nuevo que circula alrededor nuestro. Hay una cuestión medular que tiene que ver con la prepolítica que aún proyecta sus sombras en estos tiempos de malestar. Sin negar los cambios a mejor conseguidos, a veces hay que mirar por el retrovisor para conducir bien el coche.

Urkullu reivindica su legado de 'avances' para combatir el discurso de cambio de ciclo político

Si algo ha caracterizado a Urkullu es su probada lealtad a su condición institucional como lehendakari, su compromiso con los valores democráticos, su apuesta por la convivencia y su firme implicación en un mayor autogobierno de Euskadi que redunde en el mayor bienestar de la ciudadanía vasca. Una inyección de humanismo en una coyuntura en la que la política sufre una seria crisis de credibilidad, cuando los vientos del populismo más salvaje azotan con fuerza. Pues Urkullu reivindica la tradición cívica del europeísmo militante. Habrá cometido errores, y a veces la autocomplacencia ha sido uno de ellos o tener una visión de la Lehendakaritza demasiado anclada en el mito Agirre. Pero no se puede negar que es uno de los representantes de esa generación que ha trabajado por el avance de su país desde el compromiso público, con la fuerza de la certeza de quienes entienden que servir a la comunidad, a su pueblo, y hacerlo desde el interés de la mayoría, es una de las tareas más nobles que merecen la pena.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

Publicidad