¿Habrá vuelos Donostia-Madrid si se ejecuta el plan 2050 de Sánchez?

Entre ella propone dos que terminan confluyendo. El primero es la mejora de la red ferroviaria para transporte de mercancías y de personas, y en segundo lugar la disminución del impacto medioambiental del transporte aéreo. En este sentido, el plan apunta que «se recomienda prohibir los vuelos en aquellos trayectos que puedan realizarse en tren en menos de 2,5 horas». Por tanto la pregunta parece clara: ¿afectaría el plan a los vuelos que unen Donostia con Madrid desde el aeropuerto de Hondarribia?

Si el plan se ejecutase mañana mismo la respuesta es clara: No. Ninguna conexión actual con Madrid baja de las cinco horas y media con la capital española. Pero de aquí a tres décadas la situación apunta a ser distinta, sobre todo por el factor Tren de Alta Velocidad (TAV). Este servicio estaría operativo antes de 2050 y la estimación realizada por el Gobierno Vasco es que la ruta San Sebastián-Madrid se pueda cubrir en 2 horas y 45 minutos. Por tanto, a priori, la ruta aérea estaría jugándose su continuidad en un margen de un cuarto de hora.

Mucho más ajustados estarían las conexiones entre Bilbao y Vitoria con Madrid. El TAV conectaría la capital vizcaína con la española en justo 2 horas y 30 minutos, por lo que las conexiones entre Loiu y Barajas si que estarían condicionadas si la conexión ferroviaria cumple los plazos y horarios. El TAV también conectaría Vitoria con Madrid en dos horas.

El Gobierno también planea influir en la decisión de la movilidad de los ciudadanos a través de los impuestos. En el transporte aéreo, prevé «la introducción de la tasa de viajero frecuente o el establecimiento de impuestos sobre los billetes de avión según la cercanía del destino. Ello ayudará a limitar sus externalidades negativas y a aproximar su tratamiento fiscal al de otros medios de transporte».

En lo que respecta al transporte ferroviario, contempla «fomentar la demanda aplicando un sistema tarifario justo que contemple el menor impacto en el medio ambiente y en salud del ferrocarril frente a otros medios de transporte».

Y en cuanto al transporte por carretera, considera necesario «ajustar la fiscalidad al uso real del vehículo, abordando la totalidad de impactos negativos generados y asegurando una mayor coherencia entre el tipo de vehículo adquirido y las necesidades del servicio. Para ello, se propone pasar de las actuales figuras fiscales sobre la compra, circulación y combustibles, a un impuesto sobre el uso medido real del vehículo que tenga en cuenta sus características: su peso, su potencia, sus emisiones de contaminantes atmosféricos y gases de efecto invernadero».